lunes, 9 de diciembre de 2013

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Mob City: Bluff City

Serie de TV
“Mob City”
EEUU
2013

Sinopsis (Página Oficial):

El aclamado cineasta Frank Darabont (“The Walking Dead”, “Cadena perpetua”) nos trae de vuelta y a la vida los años 40 de Los ángeles en el evento televisivo más esperado de TNT, “Mob City”. Basado en los relatos de la vida real de policías y mafiosos de la época, esta es la historia de seducción del violento vientre del crimen de la ciudad más glamoroso de Estados Unidos y los que querían controlarlo. 

Crítica Bastarda:

El protagonista, encarnado por Jon Bernthal (Joe Teague), se encarga de vendernos la moto con luces de neón y humo de club un tanto de pega. Nos va a ubicar en la leyenda y presentar a través del tiempo a Bugsy Siegel, Meyer Lansky, Sid Rothman, Mickey Cohen y otros personajes que dotarán de sentido la vida de los Los Ángeles de los 40. Nos habla de sombres blancos, negros… y también grises. Sí, Joe Teague es el p-u-t-o—a-m-o y está por encima del bien y el mal, de sus actos que no hace por codicia… sino por amor. La nostalgia noir y del mundo de la mafia y crimen organizado estadounidense vive a la orden del día en nuestra actualidad gracias a Boardwalk Empire”, la reciente Gangster Squady el videojuego ‘L.A. Noire’. Como si Frank Darabont se aferrara a una porción de la anteriores premisas no ha hecho serie la ya imprescindible “L.A. Confidential” y todo el cosmos narrativo y convulso del fundamental James Ellroy sino que el material de John Buntin ha engendrado una “Mulholland Falls (La brigada del sombrero)” con una década de adelanto. Previsible, invisible, monótona y olvidable. Un bluff. Sí, esto es Bluff City.


Si bien Rockstar se plantó en su demanda al cambiar TNT el título de la serie por “Mob City”, por encima de ese inicialmente anunciado “Lost Angels”, el espectador bien pudiera plantarse ante una serie visualmente impecable pero sin alma entre el carrusel de clichés. Son seis capítulos y hemos visto los dos primeros, emitiendo la cadena los restantes ‘a pares’ cual metralla de un arma automática. Teague simplifica las deficiencias de la propia serie: mucha pose, poca entraña. Que en el cierre de segundo capítulos se nos aclare la kriptonita y ‘grisáceo amor’ de este ex marine, atrapado entra la guerra de gánsteres y policías, no deja de mostrar su principal carta y, al mismo tiempo, confirma lo previsible de la propuesta. Por mucho cameo de Simon Pegg y cambio de sombrero en las tramas, Frank Darabont cuenta con personajes con la personalidad impuesta por su propia leyenda y poco más, que estamos cerca de las rebajas de enero.


Resulta más honesta, por ejemplo, Gangster Squad en esa lucha entre la integridad de la ley (reducida aquí al personaje que interpreta Neal McDonough) y las leyendas criminales (Bugsy Siegel y Mickey Cohen), que un cúmulo de estética diluido en un personaje principal con cara de poker cínicamente enamorado. Ni en el ejercicio hay demasiado juego para la nostalgia, más allá de referencia, ni suficiente personalidad ni subtexto ni una lectura que pueda apodarse del espectador más exigente. ¿Estamos ante un noir de diseño? ¿Ante un cine negro para todos los públicos y un best-seller hecho serie de televisión? ¿Ante un bluff de emisión limitada? Cinco minutos de “Boardwalk Empire” desconciertan más audiencia que hora y media de metralla, amenazas y cigarrillos proporcionadas por Darabont. No existen tampoco personajes paridos de la pluma de Ellroy ni carácter para una serie en el que los tiros y los diálogos simples y cargantes nublan los fotogramas más que el humo.

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