“Madea's Witness Protection”
Director: Tyler Perry
EEUU
2012
Sinopsis (Página Oficial):
Durante años, George Needleman (Eugene Levy), el director de financias de un banco de inversión de Wall Street, ha estado viviendo en Babia. Su segunda esposa frustrada, Kate (Denise Richards), ha llegado a su límite de cuidar de su madre senil, Barbara (Doris Roberts). Su hija adolescente Cindy (Danielle Campbell), ha perdido el norte ya a sus siete años de edad y su hijo Howie (Devan Leos) desea que su padre estuviera más con la familia. Pero George finalmente se ve obligado a despertar cuando se entera de que su firma, Lockwise Industries, ha estado operando bajo un esquema impuesto por la mafia —y que ha sido creada para que él sea el chivo expiatorio—.
Frente a cargos criminales y amenazas de muerte de la mafia, George y toda su familia se ponen bajo protección de testigos en el lugar más seguro de que Brian (Tyler Perry), un fiscal federal de Atlanta, se le puede ocurrir… En la casa de su tía Madea en el Sur…
No había visto todavía ninguna película del ¿célebre? personaje de Tyler Cacho-Perry pero “Madea's Witness Protection” era todo un must-see al tener cinco nominaciones a los Razzies y ser considerada una de las peores películas de 2012 por público y crítica. La simple y honesta verdad es que parece un especial de José Mota alargado hasta la nausea con una premisa trillada que tampoco se molesta demasiado en escarbar en lugares comunes. Veamos, tenemos el típico argumento de la familia disfuncional: marido idiota y cabeza de turco de un banco de inversión de Wall Street, segunda esposa buenorra y frustrada, hija adolescente idiota, hijo tipo del tipo comodín y abuela senil tan racista como adicta al macho moreno. Que un fiscal federal tenga que ocultar a la familia amenazada por la mafia en casa de su tía Madea, sin tecnología, no deja de ser la enésima revisión de siempre de lo mismo de siempre. Pues va a ser que no.
Lo normal sería una catarsis por el choque de vida con lujos y cosmopolita a un ambiente más simplista, retrógrado y vital donde saldrán secretos cerebralmente inadmisibles y Tyler Perry pueda meterse en sus múltiples personajes. No esperen que por la casa aparezcan mafiosos y sicarios para ejecutar a esa familia y que Madea tenga que practicar artes marciales, tampoco que quede un contexto sobre la crisis económica o que expliquen por qué nadie sospecha de una familia de blancos en el barrio más ‘negro’ de todo Georgia. Al final, toda esa supuesta comedia tipo-habitual sobre protección de testigos queda reducida a chistes racistas, sexuales o escatológicos, a himnos espirituales religiosos y minutos y minutos de relleno. Muchos minutos de relleno. Pero muchos. Como no he visto otras obras de la creación más popular de Cacho-Perry no puedo comparar esa fórmula de comedia estirada hasta las dos horas. Aquí, en “Madea's Witness Protection” todo sketch está tan alargado, cual raya de coca que hay que esnifar cada cinco minutos para permanecer despierto, que es normal que tenga sus fans y sus millones de haters.
No encuentro ni mucho sentido al plan para recuperar el dinero ni tanta agitación con ese cambio de roles y escenarios de fondo. Da la impresión de que todo está improvisado que algunos indicarán que la película no engaña a nadie y da aquello que ofrece… esos clichés victimistas para un largometraje en el que se confunden las tomas falsas de los sketches reales. Al cierre toda acaba bien tanto para los personajes como para el propio Perry: se convirtió en la segunda película de la serie de Madea más taquillera pese a las furibundas críticas. Eso sí, con chistes tan extremadamente intelectuales como...:
—¿No tienes Wi-Fi?
—Claro, puedo hacerte un waffle.
...lo mejor es protegerse las neuronas. Si es que te queda alguna con vida llegado a ese punto, claro.
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