Esta mañana ha entrado un chico joven al Metro, ante la mirada atónita del resto de pasajeros, con una tabla de surf embutida y enfundada en papel-plata como si de un bocata de chorizo listo para el recreo (o descanso) se tratara. Sí, los anónimos y numerosos usuarios de ese medio de transporte nos dimos cuenta en ese preciso instante que nuestras vacaciones habían cobrado fin; éramos simples asientos y atrezo de aquel afortunado (e hijo de puta) que iba a empezar su periodo vacacional.
También se le acabaron las vacaciones... |