(2010)
Francia
Directores: Jean-Loup
Felicioli y Alain Gagnol
Sinopsis (Página
oficial):
Dino es un gato que divide su vida entre dos hogares. De día vive con Zoé, la única hija de Jeanne, una comisaria de policía. De
noche, se pasea por los tejados de París con Nico, un avezado ladrón.
Jeanne no puede más. No sólo tiene que moderar los ímpetus del intrépido compañero de Dino, autor de varios robos de joyas; sino que también tiene que vigilar el Coloso de Nairobi, una gigantesca estatua codiciada por Víctor Costa, el enemigo público número uno y culpable de la muerte de un policía, marido de Jeanne y padre de Zoé, encerrada desde entonces en un mutismo total.
Jeanne no puede más. No sólo tiene que moderar los ímpetus del intrépido compañero de Dino, autor de varios robos de joyas; sino que también tiene que vigilar el Coloso de Nairobi, una gigantesca estatua codiciada por Víctor Costa, el enemigo público número uno y culpable de la muerte de un policía, marido de Jeanne y padre de Zoé, encerrada desde entonces en un mutismo total.
Los sucesos se precipitan la noche
en que Zoé sorprende a Costa y su pandilla. Se inicia entonces
una persecución hasta los tejados de la catedral de Notre-Dame que acaba de
madrugada: los personajes se entrecruzan; unas veces se ayudan, otras se
enfrentan.
Ante sus primeras imágenes me vino a mi memoria ese ‘gato’ al que puso
piel Cary Grant en “Atrapa
a un ladrón” de Alfred Hitchcock. Creo que es un detalle realizado adrede porque la
película de animación nominada al Oscar podría reivindicar cierto espíritu
clásico ante la continua reformulación de la animación, actualmente ponderada
por el uso del 3D. “Un
gato en París” parece
tener un espíritu original y arriesgado con una estética más marcada y un
argumento que habla de temas y traumas serios bajo una atenta mirada a un alma aventurera
e incluso cómica.
“Un
gato en París” es una
película simple, pero precisa,
originalmente bella, a su modo, y con pretensiones de divertimento, con elegancia. Si algo demuestran Jean-Loup
Felicioli y Alain Gagnol, es que se puede ir al grano en 70 minutos. Tres personajes unidos por un gato que se deben
enfrentar a
sus terrores y miedos interiores y a un mal conjunto
mayor: un peligroso enemigo público.
Una niña que se ha encerrado en su mutismo como arma
tras la trágica muerte de su padre policía,
su madre que es la comisaria de policía y un ladrón
de guante blanco que puede convertirse en el héroe de la historia. Dino es ese gato y absoluto protagonista que lleva una
doble vida (los mininos también tienen derecho).
Sobre los Techos de París |
Los traumas de los personajes son (para) adultos pero el encantador y
atrapante entretenimiento para todos los públicos. Ese, tal vez, se su mayor mérito ya que
consigue, gracias su expresionista estilismo, jugar con las luces y sombras de
París y de los interiores tortuosos de sus protagonistas. Esa pretendida
dualidad es meritoria aunque no me parezca excesivamente reivindicable como
conjunto. Todos juntos pero no revueltos. Y esa celebración por las nubes sobre
los techos de París queda confirmada en un clímax final donde por encima del
vértigo, el peligro y las mortales cumbres están la psicológica de los héroes y
villanos.
La versión canina y nevada de
“Alien, el octavo pasajero” tiene su encanto: debajo de la nieve, nadie podrá escuchar tus ladridos…
Totalmente de acuerdo :)
ResponderEliminarHola Descubrepelis!
ResponderEliminarGracias por el comentario y saludos. ;)