viernes, 9 de febrero de 2018

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Altered Carbon: Dioses, fundas y monstruos

Serie de TV
“Altered Carbon”
EEUU
2018

Sinopsis (Página Oficial):

250 años después de su muerte, un prisionero vuelve a la vida en un nuevo cuerpo para resolver un asesinato y ganar así su libertad.

Crítica Bastarda:

Netflix sigue en pleno proceso de creación de clásicos populares aunque, sin embargo, no esté dando la impresión de unirse a esa otra ‘revolución’ televisiva impuesta en la presente década por HBO (Juego de tronos, Westworld o la primera temporada True Detective), FX (Fargo, Twin Peaks: The Return o Louie), Showtime (Homeland), Hulu (The Handmaid's Tale), Adult Swin (Rick y Morty) y el levantamiento de calidad en Europa con “Bron (El puente)” o Black Mirror —entre multitud de proposiciones y ejemplos dentro de esa segunda era de oro de las series de televisión—. Pensemos en que lo más revolucionario que ha construido el gigante del streaming, aparte de apropiarse de la antología de Charlie Brooker, ha sido Making a Murderer y las primeras temporadas de Orange Is the New Black y House of Cards. Podríamos pensar que “Altered Carbon” desea vivir de las mismas rentas que Stranger Things y propulsar otro tipo de sentimiento de nostalgia a través del cyberpunk gracias a la adaptación de Richard Morgan. ¿Quiere ser la ‘nueva’ Narcos —en lo que fervor popular y cultural se refiere—, ocupando el espectro y hueco de la ciencia ficción dejado por la injusta cancelación de Sense8? Queda claro que la única ‘revolución’ que desea Netflix es la del éxito de mediático y de audiencia aunque, sin embargo, la plasmación de ‘Carbono alterado’ al formato televisivo supone la sensación de un largometraje compuesto de diez episodios. Se trata de un nuevo territorio de ambición para ese servicio de streaming que se suma a las posibilidades del medio por llevar a la pequeña pantalla historias inadaptables para la industria cinematográfica. Prueba de ello son esos derechos con los que se hizo Laeta Kalogridis que han estado prácticamente en un cajón ante la imposibilidad de adaptar un film de calificación para adultos bajo el envoltorio de una millonaria superproducción. El material de Morgan invita a una historia clásica del noir que construye su propio universo gracias al cyberpunk y una mirada distópica gracias al eje de la obra: la inmortalidad al por ser digitalizada la conciencia. Los cuerpos, de este modo, se convierten en ‘fundas’ que van camino de pervertir el ideal humano y su moralidad a través de la mortalidad. Los nuevos dioses están condenados a prevalecer y engendrar la nueva carne…


“Altered Carbon” se centra en un antihéroe, Takeshi Kovacs, que se convierte en el centro de una investigación sobre el asesinato de uno de esos nuevos ‘dioses’ de la sociedad del futuro. Kovacs en el pasado fue condenado por revelarse frente a ese nuevo orden en el que la eternidad había empezado a corromper a la humanidad. Laurens Bancroft es un longevo y poderosísimo millonario que desea resolver su propio asesinato —antes de regresar a una nueva funda y olvidar lo que ocurrió en ese fatídico día—. Nuestro protagonista sirve como parte de ese trama troncal que cabalga entre el noir clásico —por su estructura— y esa transcripción futurista que entable un diálogo con la ciencia ficción y sirva de reverencia al universo de “Blade Runner”. Precisamente la serie de Netflix destaca por construir su propio cosmos cyberpunk aunque, sin embargo, todos sus méritos pueden que pesen tras esos quince años de espera. Ha pasado demasiado en la ficción durante todo ese tiempo y todos esos conceptos originales —de pilas y fundas— dan la impresión de ser variaciones de muchos elementos divisados en la antología de Brooker. Es obvio que “Altered Carbon” revela sus muchas debilidades en ese arco argumental principal y resulta más sugerente en toda la construcción de Takeshi Kovacs y el recorrido vital y emocional del personaje. Incluso ese discurso religioso en contra de la ‘recreación’ no es del todo potente para un mundo depravado y violento que utiliza a los inocentes como víctimas de esos caprichos que reinan y predominan en un mundo de dioses. Parte de la trama también se centra en la controversia de una ley que facilitaría el regreso de las víctimas para ejercer como testigos de sus propias muertes aunque, no obstante, tal percepción caiga en el absurdo de su propia proposición. ¿O es que esos ‘dioses’ adictos a la perversión asesina no cambiarían la vía para dar forma a sus vicios destruyendo las pilas de sus víctimas para evitar que éstas testificaran en su contra? Pensemos en que en un mundo ya corrompido no ha lugar a un cambio de rumbo moral de una forma tan drástica pero, por el contrario, cuestionar la credibilidad del espectáculo de Netflix es fútil entre esos avances tecnológicos y posibilidades dentro de la historia. “Altered Carbon” no pretende tener la profundidad discursiva de “Westworld” y sus avistamientos existencialistas o sociopolíticos quedan generalmente en la recámara cuando la acción, sexo y violencia emergen en los argumentos. 


He aquí la historia de un hombre atrapado en una funda que no le pertenece y las réplicas de las mujeres de su pasado hasta llegar a su mentora. Quell y sus visiones y flashbacks fortalecen la evolución del personaje y la parte de dramática dentro del conflicto del protagonista. “Altered Carbon” da la impresión de vivir de la imagen y la división de la crítica respecto a la serie parece focalizada en su debilidad argumental, que trata de camuflar con ultraviolencia y su tono cyberpunk. Ciertamente y después del desastre que ha supuesto la adaptación cinematográfica con actos reales de Ghost in the Shell, las series de televisión se han convertido en el perfecto material para hacer realidad universos difícilmente adaptables en la gran pantalla. El interés de ver un largometraje en diez episodios —sin ‘censura’ que valga— supone la parte más positiva de un espectáculo que da la impresión de no ofrecer demasiadas continuaciones a su primera temporada… salvo que la antología irrumpa en el futuro de la serie. Aquello que se le puede cuestionar al producto de Netflix es su inmediatez y carcasa para contentar al público sin que revoluciona absolutamente nada. La idea es construir un conjunto que epate a golpe de un notable despliegue de coreografías y violencia junto con ese cariz de ciencia ficción pero, sin embargo, se echa en falta los riesgos de filmes como El atlas de las nubes. Queda claro que tanto Richard Morgan como Laeta Kalogridis desean hablarnos sobre los peligros del capitalismo y la deriva moral que pudiera generar que los seres humanos se convirtieran en dioses y, por lo tanto, en monstruos ante el exceso de poder sobre el propio círculo vital. Ante la proposición anterior, no se sabe muy bien el lugar que ocupa esa supuesta insurrección en un mundo más preocupado por las consecuencias de la vida eterna y las diferencias sociales. Son pequeñas gotas de lluvia en una tormenta de efectiva acción y un entramado argumental generalmente efectista y con un misterio bastante decepcionante. ¿Dónde quedaron las emociones dentro de ese juego de fundas? Tal vez las respuestas estuvieran en ese territorio virtual en el que personajes como Poe o Lizzie Elliot brillan por encima de esas otras carcasas tan supuestamente reales como superficiales. 

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2 comentarios:

  1. En lo personal me gustó la serie, tiene un buen formatoy buenas actuaciones ademas de contar con personajes carismaticos y entrañables como Eddy Poe. Esperamos la segunda temporada a ver que trae.

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  2. A mí me gustó mucho. Por fin llegan series Cyber Punk. Hay que aprovechar de ese jalón de ciencia ficción en estas épocas. ¡Buena crítica!

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