Título original: “Django unchained”
Director: Quentin Tarantino
EEUU
EEUU
2012
Sinopsis (Página Oficial):
La historia de “Django desencadenado” está ambientada en el Sur de los Estados Unidos, dos años antes de estallar la Guerra Civil, el Dr. King Schultz en un cazarrecompensas de origen alemán que sigue la pista de unos asesinos: los hermanos Brittle. Para lograr su objetivo busca la ayuda de un esclavo llamado Django (Jamie Foxx). El poco ortodoxo Schultz se hace con Django bajo la promesa de dejarlo en libertad una vez que hayan capturado a los Brittle, vivos o muertos. El éxito que obtienen en su cometido hace que Schultz libere a Django, pero ambos deciden no separarse y seguir juntos su camino. Django perfecciona su destreza como cazador con un único objetivo: encontrar y rescatar a Broomhilda, la esposa que perdió hace tiempo en el mercado de esclavos. La búsqueda de Django y Schultz finalmente los lleva hasta Calvin Candie, propietario de la infame plantación ‘Candyland’. Bajo falsos pretextos Django y Schultz exploran las instalaciones y despiertan las sospechas de Stephen, el esclavo de confianza de Candie.
1. Hasta que llegó su hora
Muchos consideran que a Tarantino le llegó su hora en “Kill
Bill”: la suma de
referencias, el pastiche de tonos y la división del tomo-cinematográfico-pop-oriental
convirtió la pieza mutante en un inmediato objeto de culto… pero también de
odios. Sabe que no puede sorprender ya al espectador con originales estructuras
narrativas y sus últimas referencias eran demasiado evidentes: “Female Prisoner”, “La novia
vestía de negro” y “Lady Snowblood” para la venganza de Beatrix Kiddo y “Faster, Pussycat! Kill!
Kill!” y “Punto límite: Cero” para sus delirios ‘grindhouse’ en “Death Proof”. Ahora ha decidido iniciar una nueva andadura
marcando cimas dentro de géneros explotados para reinventarlos bajo su estilo,
forma de superproducción y mandato de serie B. ¿Se ha hecho alguna vez una película bélica ambientada en la Segunda
Guerra Mundial que hable del nazismo como “Malditos
Bastardos”? ¿Veremos un western
que narre la esclavitud en EEUU como “Django
desencadenado”?
Tarantino siempre ha conseguido dejarse balas en la recámara, apartar
proyectos malditos y reconvertirlos pasado el tiempo en afiladas y letales
balas que salen de la pantalla dispuestas a quebrantar nuestros corazones. Esta
vez parece quitarse la espina de la adaptación de
‘40 Lashes Less One’ de Elmore Leonard, donde a dos condenados a muerte en la prisión de
Yuma —uno negro y otro mestizo Apache— se les da una última oportunidad de
libertad teniendo que dar caza a los cinco forajidos más peligrosos del Oeste. Ahora,
debe enfrentarse a su eterna constante en su propio género: Sergio Leone. Finalmente “Django
desencadenado” es puro Leone y puro Tarantino, pura pólvora incandescente prendida por la llama
de Peckinpah, la auto-parodia-y-referencia y empapados de sangre
de subgéneros. Es ese maldito y bastardo revolver cinematográfico que ansiaba
la revalorización del género. Pura e impecable dinamita capaz de jugar con
fuego y la anarquía, con el exhibicionismo y la versión extendida, con la
brutalidad y el exceso, con la reinvención histórica y la apropiación.
Simplemente, ha llegado su hora… nuestra hora, con casi tres horas de encierro
en el lejano Oeste con Quentin
Tarantino.
2.
Blax-spaghetti–tarantino-ploitation
El director de “Malditos
bastardos” siempre se ha sentido
muy cómodo dentro de subgéneros bajo esquemas y estructuras clásicas. “Django desencadenado” está marcada por el lado más salvaje e hiperbólico
para retratar el pasado sanguinario y violento del pueblo norteamericano. De
nuevo existe un triunfo al aunar la elegancia, precisión y monumentalidad
clásica con la originalidad, provocación y radicalidad del cine más
alternativo. Desde las películas asiáticas de artes marciales, infinidad de
spaghetti westerns o el blaxploitation con una banda sonora por bandera a una
película bajo pautas fordianas.
La blasfemia excesiva desmigaja la cultura americana y a través de la
ofensa y la violencia establece un espejo aparentemente distorsionado pero
realmente esclarecedor. Aquí los negros montan a caballo y bailan sobre la
tumba de John Wayne. Aquí pasamos de los llaveros de Pussy Wagon a las Muelas
del Dr. King Schultz, de Ennio Morricone a mash-up musical referencial y
contemporáneo. Tarantino incinera
“Lo que el viento se llevó” y desmonta los decorados —naturales o desnaturalizados— del Hollwyood
clásico para mutarlos en la épica del spaghetti western occidental,
recargándola de estilos e híbridos entre lo audaz y lo horrendo, entre lo
espeluznante y lo absurdamente vivo. Aquí se muestra una historia visceral y
extrema, que profana lo sagrado para reinventar la leyenda aria de Sigfrido y
triturarla por el blaxploitation para obtener un recital de venganza y
desenfreno. Todo un baño de sangre y de cine desde la idealización de
Broomhilda hasta sus constantes clímax fragmentados en capítulos. Tarantino es el Yasuzo
Masumura y el Seijun Suzuki de nuestro tiempo. Ódiale o ámale, pero jamás
podrás ignorarle. Blanco, negro y rojo son los colores de su nueva bandera.
Django, su héroe portador… Y recuerden, la ‘D’ es muda… pero sus aplausos no.
[Reseña
redux de la publicada en Cinema ad hoc]
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Como Siempre Tarantino increible.
ResponderEliminarTenia muchas ganas de ver un Leonardo DiCaprio Malo, y solo puedo decir una cosa, en lo que va de siglo 21, Leonadro DiCarpio es el mejor actor de este Siglo. Increible
Hola Alexander!
EliminarGracias por el comentario y saludos!
Una decepción, no me esperaba un clásico pero sí una película más divertida. Apenas aparecen esos diálogos crujientes marca de la casa, y como siempre, qué pena que sus pelis estén tan vacías. ¿Cuándo encontrará messieur Tarantino algo para lo que tan bien sabe hacer: contar? Un saludo!
ResponderEliminarHola!
EliminarGracias por el comentario. A mí me preocupa es que la película haya gustado hasta Boyero...
Saludos!