domingo, 19 de mayo de 2019

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Juego de Tronos (8x05) The Bells (Las campanas): Devastación


Tal vez para entender un episodio como “The Bells (Las campanas)” haya que apartarse del tiempo y proyectarse a un futuro en el que no se cuestione una obra por la inmediatez sino por sus conexiones con la realidad de la era en la que fue creada y producida. David Benioff y D.B. Weiss han querido alejarse de un lugar cómodo y que su adaptación de las novelas de George R. R. Martin sorprendan (para bien o para mal) a una audiencia que pensaba que era la narradora y escritora de una historia que no les pertenece. Es posible que el autor de ‘Canción de Hielo y Fuego’ publique una conclusión coherente a todo el recorrido que han vivido esos personajes que compartieron una misma fábula… hasta que sus caminos se separaron. Y la senda de Benioff y Weiss está fuertemente atraída por la oscuridad y las referencias políticas. El penúltimo episodio de “Game of Thrones” es toda una obra maestra a nivel audiovisual que será discutida y debatida hasta la extenuación por sus giros de guion y aquello que muchos espectadores consideraran una pésima escritura e interpretación del desarrollo argumental de sus temporadas anteriores. He aquí una crítica sociopolítica al poder y la corrupción implícita que representa, a ángeles iconizados que son, en realidad, demonios. Nada más. En el capítulo dirigido magistralmente por Miguel Sapochnik hay ecos de Hiroshima y Pompeya, de la senda que siguió Anakin Skywalker para ceder al lago oscuro… Y Daenerys Targaryen va a cumplir el sueño póstumo de su padre como si por fin cediera a esa maldición que arrastraba y que fue despertando a medida que se acercó a su codiciado deseo. «Cuando un Targaryen nace los dioses lanzan una moneda al aire y el mundo aguanta la respiración». Lord Varys espeta la frase que sintetiza todo el eje de este penúltimo episodio y, al mismo tiempo, expresa la jugada de Benioff y Weiss: vamos a tener que tragar saliva para ver cómo Daenerys se transforma en la Reina de la Devastación. ¿Darth Nerys ya está aquí?


Aunque se ha hablado de incoherencia total en el desarrollo de los personajes y precipitación a la hora de resolver sus tramas, ya en la segunda temporada de “Juego de Tronos” se reveló una visión premonitoria de aquello que veríamos como desenlace de la serie. Recordemos que durante la estancia de Daenerys en Qarth, su paso por la Casa de los Eternos revelaba su destino y éste era adentrarse en esa ya recurrente sala del Trono de Hierro. Aquello que pensábamos que era nieve, ahora, se ha convertido en cenizas que dan un aterrador fulgor entre la destrucción que rodeaba todo a su alrededor. Todo ya está quemado, no hay nada sobre lo que gobernar. Una vez descartada la amenaza de los Caminantes Blancos, únicamente pudiera tener sentido esa profecía como parte de la amenaza que lanzó Daenerys a Cersei, la (otra) Reina de la Locura. En cierto modo, las ‘últimas’ palabras de Missandei también avecinaba su última voluntad: Dracarys… En “The Bells (Las campanas)” la transformación y paso al lado oscuro de Darth Nerys se desencadena desde que descubre la traición en aquellos en los que amaba/confiaba. Ya no hay vuelta atrás y el sonido de esas campanas se revela como un apunte irónico como todo ese principio del fin. La hija de la muerte también pudiera sinterizar su rumbo hacia la destrucción en esa conversación previa con su amado Jon Nieve: el miedo será el elemento para que sea respetada en Poniente al no poder ganarse el respeto por ningún otro medio.




Es posible que el comienzo de “The Bells (Las campanas)” remarque ese sentimiento de hacer lo correcto por aquellos personajes que se han visto atrapados en esa vorágine de devastación. Todos ellos, como Lord Varys, han conducido a Darth Nerys hacia su destino pensando que estaban lidiando con el remedio y no con la propia enfermedad. La Rompedora de Cadenas sin amor y con la traición sobre su ser —añadiendo la pérdida de algunas personas muy cercanas— se ha visto abocada a la perdición. Varys parece dar el último suspiro a hacer lo correcto, a revelar a Jon Snow en las playas de Rocadragón que todavía puede hacer lo correcto y sentarse en el Trono de Hierro. Ya todo parece demasiado tarde. Tyrion sigue obcecado en que la khaleesi es aquello que romperá la rueda que ha corrompido el sistema y, al mismo tiempo, se erige sobre todo su arco argumental el sentido y sentimiento por el que los grandes dictadores llegan al poder absoluto y, en un punto concreto, es demasiado tarde para darse cuenta del error de aquellos que colaboraron en su germinación. La traición de Tyrion a Lord Varys y que Gusano Gris arroje al fuego el collar de Missandei son también avances de aquello que va a suceder: el fuego siempre ha sido la catarsis para Daenerys y, en esta ocasión, Desembarco del Rey debe cobrar el precio a la expiación en ciernes. Tyrion, por supuesto, trata de evitar la devastación y ofrece a su reina la opción para evitar a acabar con la vida de miles de vidas inocentes… pero, sin embargo, que Jaime Lannister haya sido atrapado al tratar de cruzar las líneas de su ejército simboliza el eje a esa eterna traición para la khaleesi: la sangre parece guiar los pasos de Tyrion y Jon Nieve y ella no tiene hueco real en sus corazones. Tyrion sabe que no puede cometer errores y su último error es precisamente liberar su hermano para que sirva como ese héroe que libera a la ciudad y convenza a su hermana/amante de que la devastación está llamado a su puerta. Hay una salida posible para Cersei y Jaime y tal vez los Lannister pueden tener un futuro en ese hijo que habita en el vientre de la Reina de la Locura. 


“The Bells (Las campanas)” ofrece un contrapunto de tragedia y catástrofe a su preposición. No hay salvación posible y da lo mismo que la Compañía Dorada se asiente en el exterior de los muros que protegen Desembarco del Rey con cientos de escorpiones poblando sus murallas y en los naves que componen la Flota de Hierro. Da lo mismo también que la ciudad se rinda y suenen esas campanas que dan sentido al título de episodio. En primer lugar, Daenerys acabará con las armas que destruyeron a su hijo. No será suficiente. El replicar de esas campanas simbolizaba la derrota de Cersei y que su pueblo finalmente ha renegado de su Reina. Incluso el ejército Lannister deja sus armas caer… Sin embargo, es demasiado tarde. Darth Nerys ha dado el pasado adelante hacia el lado oscuro y será incapaz de no acabar con aquellos que han destruido lo que más amaba en esa lenta caída de piezas de dominó. Dracarys… Todo va a quedar arrasado a su paso y parece que todo ese halo trágico se extiendo al resto de las tramas. Jaime Lannister no podrá llegar a entrar en la Fortaleza Roja previamente pese a enseñar entre la muchedumbre su brazo dorado. Arya y Perro atravesarán en el momento oportuno el portón para llegar a su objetivo pero, por el contrario, son piezas secundarias de otro gran tablero en el que se está jugando todo. Ni siquiera Arya va a poder completar su cruzada para tachar el nombre de Cersei de su lista porque otra cara de la muerte se ha proyecto a Desembarco del Rey. He aquí un movimiento de caos en el que la única concesión al ‘fanservice’ pudiera ser el Cleganebowl (incluso con una réplica sobre la muerte de Oberyn Martel), pero, incluso esa mítica batalla, incita a la (auto)destrucción del Perro y la Montaña cerrando el círculo sobre ese fuego catártico sobre el nacieron ambos personajes. Nuevamente, el sentimiento generalizado es que no es la batalla del resto de los protagonistas sino de Daenerys. De este modo, Jon no podrá detener a sus propios hombres de la locura y tendrá que retirarse del lugar. Asimismo, ya vivimos cómo un sentimiento interior se apoderaba de La Montaña acabando con su propio creador al ver nuevamente a su hermano concediendo a Cersei que pueda escapar del lugar tras salvar su vida otra vez. 



Jaime tampoco va a ser el héroe de la historia. Euron llega a la playa en la que se encuentra el acceso secreto a la Fortaleza Roha y apuñala en varias ocasiones al Matarreyes en una dura batalla. Jaime, no obstante, consigue vencer a Euron pero éste se regocija mientras muere mirando al cielo de que las heridas que ha propiciado son fatales. Jaime llegará a recontarse con su hermana y amada pero incluso ese momento se siente como todo el tono trágico que contiene “The Bells (Las campanas)”. Sabemos que ambos no podrán escapar y la muerte les aguarda y ese breve respiro deja paso al leitmotiv que simboliza la frase de Jaime: «Nada más importa. Solo nosotros». Ese reencuentro también en la sala de mapas pudiera conformar parte del subtexto de la puesta en escena, con dos amantes huyendo de ese castillo que se derrumba a su paso. Su propia tumba, por lo tanto, es esa cuidad que ambos soñaron gobernar y que ahora ha sido pasto de su ambición. Es posible que la muerte de Cersei suponga una de las grandes polémicas de esta temporada final. ¿Merecería otro mejor/peor destino más épico? Considero, en este punto, que Benioff y Weiss han roto las reglas de la épica con la destrucción de Desembarco del Rey a manos de una de sus protagonistas y supuestas heroínas. El ángel se transformó en diablo y veremos que incluso Arya sobrevive como puede a su nuevo enfrentamiento con otra de las caras de la muerte y esos guiños a combinación de catástrofe como Pompeya o Hiroshima se suceden en sus encuentros con otros inocentes a los que trata de rescatar de una hecatombe. En cierta medida, aquí se reincide sobre ese enfrentamiento de Arya ante los rostros de la muerte que le acechan como Waif o el Rey de la Noche. ¿Será ese caballo blanco una señal de esos otros dioses que parecen mover los hilos del destino? ¿Gobernará Darth Nerys sobre las cenizas que ha dejado la Reina de la Devastación? 

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