300. El origen de un imperio: EPIC… FAIL

“300: El origen de un imperio”

Título original: “300: Rise of an Empire”

Director: Noam Murro

EEUU

2014

Sinopsis (Página Oficial):

Basada en la última novela gráfica de Frank Miller, ‘Xerxes’, y narrada en el impactante estilo visual del taquillazo “300”, esta nueva entrega de la saga épica lleva la acción al campo de batalla (esta vez, en el mar) y nos narra los intentos del general griego Temístocles de unificar toda Grecia dirigiendo el cambio que modificará el curso de la guerra.

Crítica Bastarda:

Flashback. “300” fue el hype del 2007, la bienvenida a la épica digital musculada directa al recuerdo como retórica del carnaval y nuevo léxico de la plebe sobre las virtudes ‘espartanas’ a espadazo visual frente a las viñetas de Frank Miller. Se quiera o no, existía el condimento popular que reclamaba el propio Zack Snyder en la auto-definición de su propia obra: «una fantasía adolescente de extrema fuerza viril, violenta y sin complejos. Es una leyenda, con todos sus elementos de exageración y fabulación». Llegamos al presente y 7 años después esperamos encontrar de vuelta a los espartanos para comprobar que “300: El origen de un imperio” es un abominable ejemplo de publicidad engañosa. Lo primero es lo primero, o sea el número. ¿¡Cómo que 300!? Ni uno ni dos ni doscientos noventa y nueve. De acuerdo, se nombran a los 300 espartanos como se imprime la antigua e imborrable palabra «puta» pero deberían avisar de que esta película cambia Esparta por Atenas para evitar posibles denuncias sobre la recreación digital de La batalla de Salamina.

Pese a que comenzamos con Gorgo ‘Lannister’ dándonos una lección de historia (¿patrocinada por Willy Toledo o La Gaceta?) sobre la Batalla de Maratón para posicionarnos respecto al héroe de la película, llegamos a Temístocles de Atenas y la épica flecha que clavó Darío I de Persia ante su hijo Xerxes. Cualquier historiador se llevará las manos a la cabeza mientras el público habitual del cine comercial comenzará a masturbarse compulsivamente ante el oceáno de sangre de héroes que se avecina sobre la pantalla delante de su sexo. A Temístocles le da lo mismo soltar citas de Ernesto ‘Che’ Guevara o La Pasionaria que hacer una referencia a ‘Street Fighter’ de Capcom para hablar de la democracia ateniense, lo importante es colocarse las rodilleras y empezar a tragar hasta que a uno le falta la respiración. Es cierto que la Batalla de Artemisio se desarrolló prácticamente en paralelo a las Batalla de las Termópilas y esto facilita a ¿los guionistas? que puedan trazar un aluvión de referencias a “300” de Snyder pero, seamos sinceros, “Casi 300” de Jason Friedberg y Aaron Seltzer es más fiel a su título que “300: El origen de un imperio”. ¿Se trataba de ver cómo se forjó la creación de esa Reinona Folclórica sacada del Carnaval de Río llamada Xerxes que nos recuerda a la versión travesti del anuncio de J’Adore de Dior protagonizado por Charlize Theron? ¿De cómo Artemisia se convirtió en la más bitch del lugar desde que fue violada (y otras 300 cosas más) por griegos rednecks? Sea como fuera, no existe continuación entre el final de “300” que nos dejaba el sabor a sangre y venganza de la Batalla de Platea ni tampoco demasiado entre el arco argumental propuesto por el discurso motivador de Gorgo ‘Lannister’ antes de una acometida presuntamente épica que realmente cierra la cinta. Ya sabíamos que no íbamos a una lección de historia pero, ¿no habíamos pagado por ver espartanos y a Lena Headey vengando a su esposo a ese grito de guerra sacado de una canción de Chimo Bayo?

No es por apuntar aquí un acercamiento a la zoofilia pero, sinceramente y hablando por más espectadores, nos interesa saber más del caballo de Temístocles que del propio héroe ateniense. ¡Qué poderío! ¡Vaya jamelgo! ¡Vaya Modo Dios que te marcas con ese hocico! Este musculado rocín fue aquel que entrenó al caballo de Archaón y a Chuck Norris, ¿verdad? ¿Y después de la abultada cola de caballo, qué? Pensamos que la patada espartana tenía copyright pero, al parecer, era una moda en la Grecia del Siglo V A.C. y la hacía todo el mundo hasta para ir a comprar una barra de pan. Restada la ya restada credibilidad y haciendo todo tan gratuito entre sangre de cómic y los mismos recursos estéticos, avanzamos, desaceleramos, nos ralentizamos entre batallas repetitivas, tan largas como estúpidos añadidos con señores explosivos sacados del imaginario trash de Uwe Boll y héroes indestructibles en modo Goku. Poco importa si se habla de un imperio o de la sombra de ojos de Artemisia porque todo es frívolo que la lección moral se reduce a mera supervivencia: o la clavas o te la clavan. 

Para aquellos que hemos tenido relaciones sexuales sobre un tablero de Risk sabemos el dolor que se palpa en la secuencia de sexo pasional entre Temístocles y Artemisia esquematizada a una frase rimbombante y gratuita como «Peleas mejor que follas». A Eva Green le siguen dando papeles de loca y quiere demostrar que Xerxes es un pelele a sus intereses pero nadie recordará nada de su personaje salvo su topless y lascivo pezón. ¿Y esa era la extensión feminista que pretendía equilibrar la testosterona para que el espectáculo fuera políticamente correcto? Artemisia acaba pidiendo que se la claven por partida doble en plan golosa y volvemos a esa pretendida fantasía adolescente donde lo extremo no equivale a nada viril y cuya violencia finalmente tiene complejos. Demasiados. La leyenda es simple fábula exagerada e hiperventilada por las máquinas contadoras de billetes, la épica ya es un simple copia-pega. No nos paran de repetir que sólo los dioses pueden derrotar a los griegos ergo esta película no está protagonizada por helenos sino por personajes que al final son tan digitales como esos fondos que cambia de color siguiendo a la manzana de Artemisia. En resumen, un monumental FAIL. Perdón, un monumental EPIC FAIL.

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