Aprovechando mi top 10 del año en Cinema ad hoc he decidido que esos 10 estrenos cinematográficos en España que marcaron mi existencia merecen unas notas (y no a pie de página) para consolidar el efecto sobre mi memoria y recuerdo. Cierto es que en 2013 no he dedicado el suficiente repaso a lo más destacado de la cartelera por mi constante (¿santificada?) consagración a repasar la inmundicia cinematográfica que conforma el cine cutre. Ya sea por la pérdida de neuronas o la imposibilidad de conciliar el suficiente tiempo todavía no he visto “En otro país” de Hong Sang-soo, “De tal padre, tal hijo” de Hirokazu Kore-eda, “La herida” de Fernando Franco, “Mapa” de León Siminiani, “Blue Jasmine” de Woody Allen, “Gente en sitios” de Juan Cavestany, “El muerto y ser feliz” de Javier Rebollo, la trilogía de Ulrich Seidl con la que tanto se masturbó John Waters o “Más allá de las colinas” de Cristian Mungiu. Ni mucho menos la polémica “The Lords of Salem” de Rob Zombie o la favorita de Caimán Cuadernos de Cine: “Tabú” de Miguel Gomes. ¡Y formo parte de ese 1% de personas que no han visto “La lava en los labios” de Jordi Costa! Y debe ser buena para estar en más top 10 que “La noche más oscura” de Kathryn Bigelow y, al parecer, ser más importante y reivindicada que “Plácido” de Luis García Berlanga… Es momento de dejar la excremencia (las listas/guías abiertas en este blog) para centrarnos en la excelencia:
10. The Act of Killing
(Joshua Oppenheimer)
Tengo la crítica (como otros tantas millones de cosas) pendiente y en este lugar también podría figurar “Searching for Sugar Man”. Si bien al documental ganador del Oscar le sacaron posteriormente los colores por la manipulación evidente de Malik Bendjelloul para narrar esa ‘historia extraordinaria’ y eludir puntos que disminuirían la vertiente conmovedora, Joshua Oppenheimer hace lo propio con el genocidio producido en Indonesia en los 60. Su visión no sólo es fascinante, perturbadora y aterradora ya que transforma la ficción o realidad reinterpretada (y por extensión el cine) en una arma poderosa sino que juega con la moralidad de los actos del ejecutor, la víctima y el propio director. La historia siempre la escriben los vencedores y evidentemente en el inclasificable documental de Oppenheimer el triunfo (si es que existe) lo marca el propio espectador dentro de esos actos (de matar) que solamente pueden ser reproducidos por una lluvia de arcadas.
Pudieron entrar pero la limitación a 10 películas dejó fuera a “La noche más oscura”, “Mud”, “Stoker”, “El lado bueno de las cosas”, “Searching for Sugar Man”, “Bienvenidos al fin del mundo” o “Nymphomaniac: Parte 1” como condensación hiperbólica. Y no nos olvidemos de las dos mejor películas para trollear a Carlos Boyero: “Los amantes pasajeros” y “Sharknado”.
(Joshua Oppenheimer)
Se estrenó por fin de España después de dos años una de las películas que definen el terror contemporáneo sin reinventar nada, simplemente levantando del letargo al espectador. “Posesión infernal” de Sam Raimi es agarrada por la piel y arrancada brutalmente para que veamos sus entrañas y los mecanismos que maquinaron el género, que sirvió de articulación entre Wes Craven y Tobe Hooper y la comedia de terror ochentera. Joss Whedon y Drew Goddard lo tienen claro: se trata de experimentar y desmitificar, de marcar los hilos que dirigen a los personajes del cine de terror para explosionar la perspectiva bajo el mandato de lo macabro y divertido. Los códigos en la historia del género siempre han sido reformulados pero “La cabaña en el bosque” desea exponerlos en vitrinas y condensar la complicidad del público desde una figura voyeur. Es momento de manifestarse y emerger, de golpear y destruir. Es momento de aplaudir la joya (meta)cinematográfica que propone Goddard.
El brutal, genial y bastardo revolver cinematográfico que propone el director de “Kill Bill” va más allá de una suma de referencias y un pastiche de tonos y homenajes. La lectura que propone Tarantino sobre la esclavitud me parece mucho más acertada que la académica de la sobrevalorada y presumiblemente oscarizada “12 años de esclavitud”, por ejemplo. Tarantino da la impresión de quitarse la espina de la adaptación de ‘40 Lashes Less One’ de Elmore Leonard y enfrentarse a su eterna constante en su propio género: Sergio Leone. No se engañen, “Django desencadenado” es puro Leone y puro Tarantino, pura pólvora incandescente prendida por la llama de Peckinpah, la auto-parodia-y-referencia y empapados de sangre de subgéneros. Es ese maldito y bastardo revolver cinematográfico que ansiaba la revalorización del género dentro de un blax-spaghetti–tarantino-ploitation imposible. El lado más salvaje e hiperbólico es la forma perfecta para retratar el pasado sanguinario y violento del pueblo norteamericano por parte del Yasuzo Masumura y Seijun Suzuki de nuestro tiempo, de ese generador eterno de odio, amor y debate, de ese creador que levanta esta vez una bandera roja, blanca y negra Django, es su héroe portador y, recuerden, la ‘D’ es muda… pero sus aplausos no.
La ganadora de la Palma de Oro fue objeto de polémica desde su estreno en Cannes. Si bien pudiera entenderse inicialmente el reconocimiento de Spielberg como un contrapunto político, enseguida la crítica especializada dio buena cuenta de la calidad y naturismo de la cinta de Abdellatif Kechiche, pese a las quejas de lesbianas iracundas que calificaron sus largas secuencias de sexo como parte de una aburridísima fantasía pornográfica disfrazada de transcendencia y calado dramático para heterosexuales. Nada, por el contrario, es gratuito en la película que protagonizan Adèle Exarchopoulos y Léa Seydoux. El azul es un color cálido y aquí representa el amor. La puesta en escena de Kechiche circula sobre un ciclo vital de la propia Adèle: la vemos soñar, comer, caminar, bailar sobre una cambiante banda sonora, conversar desde la vacuidad al arte al relacionarse con otras personas, volver a su hogar, crecer y, por supuesto, fornicar. La propia película parece repetir esa aparente monótona estructura como si estableciera una vinculación orgánica pero también habita una transformación azulada de la protagonista, vampirizada por ese amor que emerge en su adolescencia y con el que se sumerge en la madurez, en ese mar de deseo que al final sabe a amor y en el que ahoga sus penas. No elegimos de quién nos enamoramos. Nadie lo hace. Ya tampoco la crítica cinematográfica y millones de espectadores que han admirado la profunda y emotiva “La vida de Adèle”.
John Waters fue aquel que mejor resumió la premiada y oscarizada cinta de Michael Haneke: «Hace que “Saw” parezca una comedia romántica». El autor de “La cinta blanca” escribe su película sobre la imprenta de la vida, la muerte y el amor para formar un impecable y certero libro. No nos engaña. Nos muestra las páginas finales para revelarnos aquello que conocemos y se encuentra al final del camino: nuestra propia muerte. Pero, finalmente, cede a los sentimientos y escribe un epílogo por encima de la propia obra. Los planos serán palabras y los fotogramas hojas… pero el sentido físico y perceptivo de los mismos resonará en nuestros propios corazones cuando rememoremos una historia. Las cartografías emocionales de los provectos rostros de Jean-Louis Trintignant y Emmanuelle Riva se quedan en la distancia… como si el director no quisiera implicarse emocionalmente en la propia historia. Quiere ser un testigo como el espectador sin adornar ni manipular la representación que tiene delante. La muerte aquí es el vacío que dejamos, la eterna ausencia de los lugares que visitamos y donde yacimos. Brutal filme y uno de los mejores que ha filmado el imprescindible cineasta “Amor”, como bien indicaba Waters, también ¡duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele! ¡Duele!…
Fusilada a discreción por gran parte de público y pese a que pueda dar la impresión de ser un mero pretexto banal hilvanado en la sala de montaje, el guión de la controvertida película de Harmony Korine consta de 89 páginas. Nada es gratuito partiendo la cita de Jean-Luc Godard (Lo único que se necesita para hacer una película es una chica y una pistola) y “Spring Breakers” se ciñe a clip musical como código pero acaba por traspasar la superficialidad, pese a recurrir a elementos recurrentes como si fueran ‘samples’ de montaje, para conferir al conjunto un alma trascendente e inmortal. Podríamos señalar que Harmony Korine ejerce como DJ cinematográfico más que director de cine, mezclando imágenes, pinchando encuadres y reproduciendo fotogramas propios y ajenos, incitando a un paralelismo de trasgredir las reglas iniciado por “Al final de la escapada” valiéndose de su misma y escueta premisa. El resultado es una nueva canción sobre retazos de otras obras, un cover discutible y premeditado, tan reprochable como carismático, tan olvidable como eterno. Se acabaron los freaks, los vagabundos, las imitaciones del misticismo y el dogma. Bienvenidos al mundo de Disney pasado por la droga, el antifaz y el bikini, por James Franco lil-wayneizado y el fanatismo adolescente enfundando en las carnes de Selena Gomez y Vanessa Hudgens. Bienvenidos a un mundo amoral, corrupto y hedonista dispuesto a hincar el diente a aquello que considere virginal y apetecible. Bienvenidos a un mundo sin sentido basado en el dinero y en el que el underground es capaz de burlarse sobre el mainstream utilizando sus resortes y armas para ensuciarlo con una sonrisa que esconde afilados y resplandecientes dientes, idóneos para practicar una felación hasta a un arma de fuego cargada. Bienvenidos a ese cine de estética y pose que no cuenta nada… pese a que “Spring Breakers” nos cuente todo sin decirnos nada; a ese eterno devenir de la intrascendencia disfrazado de transcendencia. No malgastes tu saliva y balas y, simplemente, ríndete a las bitches del cine contemporáneo.
Criticada brutalmente hasta la nausea por la prensa especializada (sobre todo norteamericana), es momento de reivindicar esta poco convencional propuesta enmarcada dentro del cine de arte y ensayo, del artificio conceptual y puro avant-garde audio-visual. Olvídense de pedir algo más a un guión de 20 páginas (y tirando por lo alto) de diálogos, de impávidas interpretaciones gestuales y de una anti-revolución narrativa. Olvídense de una nueva “Drive” porque la cinta de Refn retrata la utilización del terror físico como sinónimo de ‘pasión emocional’ para sus personajes, incluido ese policía que representa a Dios y que haría feliz a Friedrich Nietzsche. “Sólo Dios Perdona” exorciza al guión y es poseído completamente por la imagen entre la pose, la vanidad y el ego del cine contemporáneo. Se trata de un juego artístico y conceptual para regenerar la típica historia de venganza y lucha como espejismo de una realidad sórdida y violenta, donde niñas pre-adolescentes son violadas e incluso asesinadas en un paraíso turístico internacional. La violencia es gráfica y ultra-estilizada en ese arrebato espiritual en mundo amoral, como columna vertebral de la justicia, donde el pasado y la búsqueda de la redención se ofrece como moneda de cambio a un altísimo precio. La película de Refn parece focalizada sobre la aceptación del precio del perdón para poner fin a la espiral de crímenes y sinsentidos como herencia de esa familia llamada raza humana; la violencia innata y los instintos primitivos de venganza únicamente pueden ser frenados por ese componente sobrenatural y espiritual que el propio título de la cinta se encarga de recordarnos: Dios o un enviado divino, un ángel exterminador. Es decir, una moraleja en la que no habita la moraleja: el ser humano está condenado a excederse de sus límites morales y ahogarse eternamente sobre su sed de venganza, como esa crítica que ajustició la propia cinta.
El último y nuevamente notable filme de Paul Thomas Anderson se difumina en una cadena de espectros, a modo de caleidoscopio, donde la multiplicación ha sido fragmentada sobre elipsis. La Naturaleza, el Amor… la Tierra, la Carne. La carnalidad y el pecado… pero el pecado como imposición por la religión… Cualquier tipo de religión. Aunque inicialmente el proyecto se enfocara extra-cinematográficamente sobre el padre de la Cienciología, el director de “Pozos de ambición” pretende hablarnos de la domesticación —e hipnosis— del individuo por parte de la religión en un momento concreto e histórico en plena conmoción y cambios del pueblo americano en los años 50 tras la Segunda Guerra Mundial. Nos ubica, eso sí, a través de una secta y su magnánimo líder y una errante alma, torturada por traumas de guerra y de amores imposibles que abren brechas y heridas sin aparente posibilidad de cicatrización… salvo para Dianética. “The Master” establece el cerco sobre la religión y el hombre. El hombre privado de ese supuesto paraíso inicial —estilo playero-marítimo para Anderson del Edén— para ser dispuesto en la dura realidad: la muerte, el dolor, la vergüenza y el trabajo. A Paul Thomas Anderson le interesa seguir el lado animal de ese ‘dragón’, cuya historia define perfectamente Lancaster Dood (Philip Seymour Hoffman), y los intentos de la secta y esa ‘Causa’ por domesticarle y que también sea su perro de presa. Con la ‘correa’ puesta y el conductismo como corrección del individuo, las paredes y cristales pierden la corporeidad. La irrealidad es posible y la curación parece viable… pero la naturaleza real del individuo queda amarrada a una mentira dentro de esa hipnosis fílmica que propone Thomas Anderson.
He aquí la historia del autor atrapado, de aquel que desea olvidarse del pasado y queda encerado en esa tela de araña que conforma el recuerdo. De aquel que trata de ser el cronista de la Ciudad Eterna y acercarse como si fuera la primera vez a los monumentos que la componen… pero queda confinado en sus propios recuerdos. Ya sea el primer amor, ya sea Fellini, ya sea por adentrarse en la dicotomía de lo sagrado y lo profano. Es normal que “La gran belleza” lleve la etiqueta (que no título) de ser “La dolce vita” del Siglo XXI pero considero que Paolo Sorrentino da la impresión de establecer un diálogo entre Marcello Rubini y Guido Anselmi en la figura de Jep Gambardella, en traer la melancolía y sus anécdotas personales para sacar a relucir la nostalgia que habita en el cinismo y el la crónica de lo mundano. El viaje a la imaginación que propone Sorrentino abarca desde la desilusión a la fatiga dentro de ese final que ejerce la muerte, el fin del camino y experiencia. Pero, antes, Jep Gambardella se replantea su vida… bajo esa membrana que palpita por el ruido y los murmullos, por los sentimientos y el silencio, iluminados por la belleza frente a la miserable observación. Porque más allá, efectivamente, está el más allá… nos recuerda en sus líneas finales el propio Gambardella, como parte de una crónica de un circo de excéntricos y de la vida como truco por encima del sueño. Y desde la cita de apertura de Louis-Ferdinand Céline la ilusión se torna en un viaje del día a la noche, en el que la propia película se convierte en monumento y el espectador en un turista que aprecia la (gran) belleza de la obra con vocación de ser eterna y productor de interminables infartos y desvanecimientos.
Muchas veces las listas deben estar para reivindicar cintas bastante maltratadas por público y crítica y consecuentemente haya gustado al autor de las mismas. Puede que ese sea el motivo para aupar al mejor estreno cinematográfico en España de 2013 a “El atlas de las nubes”, una propuesta capaz de generar debate y devoción bajo un manto de culto, expectación y polémica. Tom Tykwer, Andy Wachowski y Lana Wachowski han plasmado un conjunto que alberga la síntesis de lo increíble y lo provocativo, de la emoción y el mero desconcierto cimentando toda su estructura en la ambición y la repudia implícita de toda monumental obra. ¿No es así como divisamos la vida? ¿Cómo algo absurdo y carente de sentido que a veces queda engrandecido por su matemática coherencia y montaje interno al mismo tiempo que es sumergido en el absoluto caos? El juego de historias cruzadas en distintas épocas (y épicas) cubiertas de kilos de criticable maquillaje nos deja ciertas constantes y evolución en los personajes que va interpretando Tom Hanks. El bien (Halle Berry, Jim Sturgess, Doona Bae, Ben Whishaw) y el mal (Hugo Weaving, Hugh Grant) permanecen como inmutables elementos mientras que Hanks alberga la evolución del alma humana hasta convertirse en el más sabio de la tribu detrás de sus innumerables vivencias y errores bajo su epidermis existencial y pecados pasados. La re-implantación y reincidente estructura sirve —más allá de la ostentación montaje de Alexander Berner, la fotografía de Frank Griebe o un cuidadísimo diseño de producción y vestuario— para trazar una hábil circunferencia entre el ciclo vital y el ridículo del cualquier pretensión de exuberancia y heroica. Como esa sinfonía que da sentido a la obra y al mismo tiempo sienta un código sobre la invariabilidad como escenario (el ‘mapa’ de las nubes) como observadores de los intentos de variación del ser humano sin conseguir escapar de la misma premisa, rol, nudo y desenlace. ¿Nuestra historia ya está escrita desde que nacemos o somos capaces de alcanzar una redención? La moraleja del cuento imprimado por Tykwer y Wachowski es que únicamente traspasando ese ‘atlas’ que rodea al mundo y ser los observadores desde de la distancia, cambiaremos y alteraremos los roles del destino y la impuesta condena. Tan pos-apocalíptica como pedante y pretenciosa, tan ambiciosa como pos-revolucionaria la cinta emerge como un canto que seguirá resonando, guste o no, por toda la eternidad.
Pudieron entrar pero la limitación a 10 películas dejó fuera a “La noche más oscura”, “Mud”, “Stoker”, “El lado bueno de las cosas”, “Searching for Sugar Man”, “Bienvenidos al fin del mundo” o “Nymphomaniac: Parte 1” como condensación hiperbólica. Y no nos olvidemos de las dos mejor películas para trollear a Carlos Boyero: “Los amantes pasajeros” y “Sharknado”.
¿Ya Viste Mud, Trance, Place Beyond The Pines Y La Noche De Enfrente?
ResponderEliminar"Mud" la única y me gustó aunque no ha entrado en el top 10. Del resto solamente me interesa "La noche de enfrente".
EliminarSaludos y gracias por el comentario.
Ufff una peli protagonizada por Hanks delante de La gran belleza xD Habrá que verla aún así.
Eliminar!Por favor reseña "La noche de enfrente" necesito saber tu opinión aunque sea negativa!
EliminarEste blog actualmente es más de "La noche de... Walpurgis". ¿Se me entiende? Está en la lista pero al final y créeme que la lista es muy larga. Lo siento, ¿pongo el botón de 'Donar'?
EliminarSaludos!
Te falto pacific rim en tu lista, por lo demas muy de acuerdo con que son las mejores peliculas del 2013, saludos :D
ResponderEliminarWTF
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