martes, 3 de diciembre de 2013

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Boardwalk Empire: Cuarta Temporada

Una frase de la cuarta temporada de “Boardwalk Empire” pudiera ser un mensaje a su propia audiencia: «Te pasas toda la vida sin percatarte de cosas que tienes delante». Antes de que aparezcan armas automáticas para reventar mi cuerpo bastardo es momento de analizar la última entrega de la serie de HBO, enlazando, comentado su discutida tercera temporada —la mejor para unos, la peor para otros y con una irrefutable recta final compuesta por grandes capítulos— y rememorando en flashback tanto el comienzo de la ficción de Terence Winter como ese cliffhanger que cerró la segunda y marcó el universo de Atlantic City. La muerte de Jimmy Darmody siguió presente con más fuerza en esta entrega y el círculo deseaba cerrarse tanto sobre Gillian Darmody y Richard Harrow. Es irrebatible que la serie de HBO tiene el gran poder para construir grandes seasons finales y, pese a la bajada de espectadores y ser apartada de los premios ‘gordos’ de Globos de Oro y Emmys, es la serie mejor producida en la actualidad. Prueba de ello son las nuevas 4 estatuillas técnicas y el reconocimiento a Bobby Cannavale como marca de distinción de una ficción que, por fin, muestra su grado de madurez y ese cruce soñado y eslabón perdido de The Wirey Los Sopranosobre el completo abanico del crimen organizado de EEUU de los años 20. En esta entrega los secundarios han tomado el protagonismo y nos centraremos más si cabe en personajes como Gillian, Richard, Nelson Van Alden o Chalky White, ejes primordiales de la temporada junto al ascenso de Al Capone como venidero foco de atención de una serie que se va a reformular de ahora en adelante en algo completamente distinto a lo ofrecido anteriormente.

Si bien “Boardwalk Empire” nació para regenerar tanto a la HBO, de la mano de Martin Scorsese, como ser la más firme rival de Mad Men(en su momento y desbancándola en los Globos de Oro y restando mucho de su protagonismo en los Emmys) finalmente se ha establecido como canon incuestionable de calidad. Su posicionamiento para su cuarta temporada ha sido en primer lugar dar un cierre (tal vez final) a esa tragedia griega que componían tanto Gillian Darmody como su hijo y, en segundo escalafón, establecer las pautas para ese convulso Chicago de finales de los años 20 dando margen a la figura de Al Copone y añadiéndole el factor Van Alden. El sentido familiar con Raph (recuperando a Domenick Lombardozzi de “The Wire” y poniéndole un pelucón), la tragedia de la pérdida de Frank y la relación de amor/miedo/odio de Van Alden y Al instauran un nuevo e interesantísimo foco con un prófugo Eli Thompson para la venidera quinta temporada. Con el relevo generacional de Johnny Torrio sobre Capone también olemos las armas automáticas venideras y una guerra sin cuartel. No obstante, “Boardwalk Empire” se extiende por todo Estados Unidos y el escenario actual es sencillo en Atlantic City: Nucky Thompson y Masseria deben entenderse y el Club Onyx, regentado por Chalky, será el escenario de fondo de una la temporada que se despega de Luciano, Rothstein o Lansky para apropiarse de ellos más adelante. 


La imagen que nos deja el season 4 finale (“Farewell Daddy Blues” – 4x12) pudiera ser la de Richard Harrow viajando a lo “La rivière du hibou (Owl River)” (1962) a un reencuentro onírico e imposible. La máscara ha quedado al descubierto, el rostro completado y la libertad alcanzada a un precio demasiado alto. Y es que en el fuego cruzado para apartar a Gillian de su nieto y encontrar una familia y futuro para Richard se haya su propia perdición. Con la exhumación de Jimmy Darmody —y ese extraño vodevil que protagoniza Gillian junto a un hombre de negocios (Roy Phillips) que el cine mudo pre-code de la época estaría encantando de adaptar— llegamos a la condena de los personajes. Gillian saldrá gracia a la intervención de Roy del infierno que supone su adicción a la heroína pero todo formará parte de un engaño para que confiese el asesinato de ese joven que hizo pasar por su hijo y ahogó drogado en una bañera. La luz se tornará en oscuridad y Richard pondrá un precio a su nueva familia para realizar un trabajo para Nucky Thompson a cambio del paradero del cuerpo de Jimmy que dejé ¿para siempre? y entre rejas a Gillian. Seguimos desde el comienzo a ese errante Harrow, viajando a través del Medio Oeste para reencontrarse con su hermana y consigo mismo, hasta su pérdida de ‘pulso’ que desestabilice la guerra entre Chalky White y Valentin Narcisse. La hija de White y Purnsley serán víctimas de ese juego de poder con esa figura de Harlem que tiene que cambiar las palabras finalmente por los actos criminales paridos por sus propias manos. El enlace del Cotton Club al Club Onyx en la figura de Margot Bingham aporta ese toque noir sobre la femme fatale y una perfecta banda sonora a los fines de la serie… y también rellena los huecos de tragedia con un cambio de roles y un exilio ¿definitivo? de Chalky. La duda es saber si Gillian acabará en una variación musical de “Chicago” de Bob Fosse…


¿Y del resto? Tendremos una evolución del «Quiero dejarlo» con el que se confesaba Nucky a Sally Wheet, su nueva confidente y amante ¿definitiva? encarnada por Patricia Arquette, en “Havre de Grace” (4x11) a la maldición de continuar con el negocio sacrificando la libertad en pos de la familia en el season 4 finale. La trama de Florida como la aparición de Sally, la dueña de un bar clandestino, engendrada por unos terrenos será uno de los temas troncales de la temporada. Nucky encuentra la forma de traer alcohol y satisfacer las demandas de todos sus socios aunque aparecerán contingencias familiares/profesionales en esa relación entre Luciano, Rothstein y Lansky que van trabajando de manera independiente o se aferrarán a Masseria en el caso del italiano. Atrás quedó Nucky y el matrimonio con Margaret, que reaparecerá en la recta final para formar una trama ‘criminal’ (a su modo, claro) y asociación con Rothstein para mostrar la moralidad sin escrúpulos de sus actuales jefes y hombres de negocios presuntamente legales frente a su ex marido mafioso. Sin demasiada diferencia, Rothstein ejerce de balance y trampolín hacia una mejor vida para sus hijos. ¿Acabarán juntos como una nueva y extraña familia? La familia sigue siendo otro de los focos sobre Nucky y, tras la pérdida de Margaret y sus pequeños retoños, se ha mudado al hotel Albatros... lejos del paseo marítimo. No quiere protagonismo sino invisibilidad, ser el hombre detrás de la cortina. Pero los problemas siguen ahí… y están dentro de su propia familia. Llega el F.B.I. y las caras de niños en los rostros de J. Edgar Hoover (Eric Ladin) y del Agente Knox (Brian Geraghty) que buscará el eslabón más débil de las filas de Nucky para destapar la conspiración nacional del crimen organizado. El primero en ‘caer’ será Eddie Kessler y el segundo su propia hermano Eli, que será chantajeado con un homicidio involuntario que comete su hijo en la universidad que tapará Nucky. La traición emerge de nuevo y todo acaba con una pistola del ex tesorero de Atlantic City sobre la frente de su hermano. Será Willie Thompson, el autor indirecto de la situación, aquel que evite que corra la sangre… de momento, claro,… y quede condenado también a ejercer de contrapeso moral/familiar sobre la conciencia de Nucky. ¿Su nuevo pupilo y mano derecha? ¿Llegará a conocer de verdad a su tío manipulador y mentiroso? «Nada va a llenar ese hueco que tienes dentro» le dijo su hermano Eli en ese clímax intenso y que en cierta medida únicamente Sally da la impresión de aportar algo junto a la familia que ahora debe proteger, pese a que su fuga a Cuba quedó abortada en el último suspiro…


Aunque el Agente Knox destapó la conspiración nacional del crimen organizado y esa red a través de múltiples estados. Pero el plan de Knox, rival de J. Edgar Hoover desde sus tiempos en la universidad, se viene abajo. Una cadena de acontecimientos que acaban con el arresto de Gaston Means destapan a la rata y Eli no puede conseguir a todas las cabezas criminales juntas en la misma habitación. Knox fracasa, Eli no traga con la ‘venta de seguros’ y el agente del FBI acaba muerto en una brutal, física y larga secuencia a manos del delator y traidor. El capo de la heroína, Narcisse, acaba también sometido al hombre blanco (J. Edgar) y será chantajeado para informar de todo aquello que haga Marcus Garvey, fundador de la Asociación Universal para la Mejora del Hombre Negro. Es curioso que Edgar, y por extensión el FBI, viera como el mayor de los enemigos en los años 20 la lucha por la igualdad social de los afroamericanos que esa red del crimen organizado que se había formado en EEUU y que en la quinta temporada comenzará a aflorar junto a cientos de balas proyectadas y presumiblemente una gran elipsis temporal. ¿Avanzaremos a 1926 y sus enfrentamientos con Hymie Weiss y Bugs Moran? ¿No es una broma del destino que Van Alden y Eli Thompson trabajen junto y ambos sean prófugos de la justicia por el mismo crimen y delito? La serie está correctamente posicionada y ha conseguido recuperar la completa atención e interés para ofrecer una quinta temporada que promete ser fundamental dentro de la propia ficción. Y ahí estaremos para disfrutar de ese nuevo trago.

P.D.: Mickey Doyle sigue vivo. ¡Hijo de fruta!

2 comentarios:

  1. Corrección: Mickey Doile sigue vivo... ¡¡¡¡y su muerte es un negocio de 1.000.000 de pavos!!!!

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  2. Me gusta mucho como esta serie retoma los años 20, los gánsters de la época, Al Capone y la aprobación de la Ley secacomo punto de partida de esta serie, creo que todo esto fue el complemento perfecto para que Atlantic City se volviera el lugar del pecado.

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