Antes de que empiece la tercera temporada de una de las
series actuales más populares del planeta llega el momento de hincar el diente
y destripar a Rick Grimes, compañeros de viaje y familia en su segunda
temporada como recordatorio:
~ El siguiente texto contienen vísceras
y destripamientos a discreción. No lo lea si no ha visto la segunda temporada
al completo ~
El caso de la popular serie de la AMC es uno
de los más extraños y perturbadores que se han vivido desde el otro lado de la
pantalla. Tan milagroso y anti natura como el revivir de un cadáver para
devorar las entrañas del ser vivo más cercano. La serie se ha convertido en un
caminante, en un zombi capaz de andar perdido y a la deriva para cazar nuestros
cerebros en el momento más inoportuno. Precisamente cuando bajamos la defensa y
pensamos que una serie así, como un caminante lento, feo y putrefacto, va a ser
incapaz de cogernos del pescuezo para arrancarlo con sus mugrosas uñas y
dientes.
Si se analiza una serie tan mutante como “The Walking Dead”, y en especial esta segunda temporada que nos acaba de dejar (para
volver a la vida próximamente), lo justo sería ubicarla en un microscopio con
todas las muestras que abarca el virus que retrata. Su infección fue engendrada
en el episodio piloto dirigido por Frank Darabont que contagió a
millones de personas. Muchos de esos infectados quedaron decepcionados con esos
6 episodios que formaban una primera temporada irregular, mal guionizada y con
numerosas heridas mortales. El hecho clave fue el despido (según las fuentes de
la productora) o el abandono (por diferencias irreconciliables sobre recortes
de presupuesto) de su propio creador. ¿Muerto el perro se acabó la rabia? Es
cierto que hasta el tiro en la sien (contractual) sobre Darabont gran
parte de esos infectados supervivientes quedaron anestesiados con el motor de
narración de esa primera parte de la temporada. La interminable y angustiosa
(en ambos sentidos) búsqueda de la pequeña Sophia, el conflicto sobre la
fe y el destripe (sentimental) de personajes sin muchas aristas provocó que
gran parte de las cabezas de los sobrevivientes y fieles espectadores se
llenaran de dudas. ¿Realmente la ficción había asimilado su condición de serie
o aquellos que la destriparon y desgarraron tras su primera temporada tenían
razón? ¿Era “The Walking Dead” una serie muerta más allá de su piloto?
“Pretty Much Dead Already”, séptimo
capítulo de la segunda temporada, marcó la ruptura tanto a nivel de producción
como de fondo y forma de la serie. Emitido a finales de noviembre cosía los
desgarres narrativos anteriores y dibujaba un punto y aparte, que se retomaría
a principios de febrero con “Nebraska”, para lanzar un disparo entre ceja y ceja,
tanto a esos espectadores adormilados como al propio Darabont. Comenzaba
una nueva serie, una nueva “The Walking Dead” bajo la batuta y control
absoluto de Glen Mazzara y el creador de los cómics, Robert Kirkman.
Atrás quedaron los conflictos sobre la fe, la esperanza, salvación y redención
que proporcionaba esa calmada granja propiedad de Hershel Greene y sus
hijas. Lo importante en ese punto fue volver al conato de western apocalíptico
con zombis que se apercibía en el piloto y a desarrollar vías de tensión
propiciadas por seres vivos sobre los muertos revividos. El cambio de la serie
fue así tan significativo que la crítica norteamericana se vio obligada a
revaluarla (positivamente) y apreciar los méritos de una recta final repleta de
acción, tensión, supervivencia extrema, duelos y enfrentamientos por el poder,
traiciones mortales y explosiva emoción con gore y caminantes a discreción. Es
cierto que no tiene competencia actual (¿hay alguna otra serie de zombis en el
horizonte salvo un remake americano de “Las chicas de oro”?) y que esa
futurible tercera temporada precede a lo que podría definirse como un prólogo.
Se ha convertido precisamente en la más esperada con los fichajes que
encarnaran a dos personajes primordiales en el cómic de Kirkman: el
gobernador (tal vez el ocupante de ese helicóptero con el que se formó una gran
horda con la que tuvieron que verse las caras Rick y su grupo para
cerrar la temporada), pero sobre todo Michonne, que salva a Andrea
en el último capítulo, “Beside the Dying Fire”, y que será una de los protagonistas
indiscutibles de la adaptación a la pequeña (pero grande de miras) pantalla.
Los terrenos en los que pretende moverse la serie son
claramente morales pero también políticos con esa frase demoledora final de Rick
Grimes: «Esto no es ya una democracia». El grupo tuvo que huir de la granja
que ha sido el escenario de la práctica totalidad de esta segunda temporada por
la invasión de una gran horda de caminantes. En principio esa granja quería ser
una base de acción para misiones en la onda “Lost” o “Terranova”
pero acabó convirtiéndose en asfixiante y claustrofóbica para muchos
espectadores.
Las víctimas de personajes principales también se han
sucedido y dos pesos pesados como Dale y Shane han caído víctimas
de diferentes manos. El anciano de la tribu y foco moral fue ejecutado por su
propio grupo a modo de eutanasia. Lo de Shane se venía venir e incluso Kirkman
confirmó que debería haber sucedido durante la primera temporada pero los
escasos episodios no lo permitieron. El juego, no obstante, que ha alcanzado
ese duelo de pode entre Rick y Shane (no sólo por el control del
grupo sino por el familiar que propiciaban Carl, Lori y el hijo
que lleva en sus entrañas) ha generado numerosos picos de tensión y
satisfactorios clímax. Con su muerte (anunciada antes de emitirse en una pifia
sobre el lanzamiento del DVD de la productora) el destino de los nuevos
antagonistas pasa por ese nuevo escenario en que se desarrollará la tercera y
parte de la cuarta temporada. Pero el gran e interesante mérito es que el
propio Rick ve que su mayor enemigo puede llegar a ser su propia mujer. Lori
(Carl en un grado menor) se ha convertido en uno de esos personajes
detestables para la audiencia contraponiéndose al almíbar familiar inicial con
el que parecía estar destinada.
Con el finiquito existencial de dos secundarios de la granja
en el último ataque (Jimmy y Patricia) el grupo ha quedado
unificado en 10 personajes… con Andrea dada por muerta y salvada por la
misteriosa Michonne. Hershel y sus dos hijas, Maggie y Beth,
forma una nueva unidad familiar junto a Rick, Lori y Carl.
Glenn como novio y pareja de Maggie, además, añade nuevos
componentes emocionales. T-Dog parece destinado a ser carne de
exterminio en la próxima temporada porque Daryl y Carol es una
extraña pareja que merece la pena retener. El Dr. Edwin Jenner en el
Centro de Control y Prevención de Enfermedades desveló a Rick uno de los secretos revelados ahora de la serie. Los vivos y muertos están infectados y
unidos por el virus. Se le olvidó decir que también los espectadores.
y sobre todo el peor spolier de la historia de la television sobre adaptacion, SPOILER que los vivos ya estan contagiados con el virus walker
ResponderEliminarHola Anónimo!
EliminarEs lo que tienen las adaptaciones... y dilatar el suspense.
Saludos!