La esperada segunda temporada de “Stranger Things” se ha estrenado para que el universo entero se paralice entre maratones y todo tipo de adictivas respuestas virales. La serie de Matt Duffer y Ross Duffer se ha convertido en un acontecimiento desde su estreno y quizás su halo de éxito haya desbordado cualquier tipo de expectativa. ¿Dónde está el techo creativo del espectáculo de Netflix? “Capítulo uno (Chapter One): Madmax” llega para justificar los motivos del regreso de la pandilla que conquistó el corazón de la audiencia y, además, de todo ese cosmos repleto de guiños, nostalgia y homenajes a la década de los 80. Es hora de regresar a Hawkins, Indiana, para dirigimos a 1984 en nuestra propia máquina del tiempo en formato streaming. La idea del regreso de la propuesta de los hermanos Duffer pasa por saber qué ha ocurrido tras aproximadamente un año de los hechos que marcaron la vida de nuestros protagonistas. Las secuelas y los ecos siguen presentes pero también existe una clara intención de rendir cortesía hacia Barb y que sea parte del eje dramático y de acción de Nancy Wheeler y su trama para estos nuevos nueve episodios. En cierta medida, podríamos sintetizar la primera temporada de “Stranger Things” como una triple película de terror que se entrecruzaba y, ahora, toca establecer sus respectivas secuelas y toda su mitología y posibilidades, teniendo en cuenta que estamos ante uno de los productos estrellas de Netflix. Repasemos “Capítulo uno (Chapter One): Madmax” y corramos el telón del misterio que nos aguarda y espera…
El título del episodio sirve para presentar a un nuevo personaje dentro de esta temporada. Se llama Max (Sadie Sink) y va a conquistar el corazón de alguno de nuestros protagonistas con números de récord y respuestas a notas furtivas. Se trata de una chica nueva en la ciudad y su récord en el ‘Dig Dug’ es toda una declaración de intenciones. No es que las novedades para esta temporada, en lo que nuevos personajes se refiere, sean plenamente carismáticas ya que Max encaja en la habitual chica con problemas con su ‘hermanastro’ (o lo que sea) algo abusivo que ejerce como un claro antagonista. Del mismo modo, Bob Newby sirve para traer ese guiño a los 80 implícito en la presencia de Sean Astin… pese a que ese antiguo empollón, ya crecidito y enamorado localmente de Joyce Byers, no tenga demasiada vuelta de tuerca con la que sorprendernos. Incluso el Dr. Owens (Paul Reiser) no tiene la maldad ni el carisma de aquel al que sustituye… La segunda temporada de “Stranger Things” va por otros derroteros, eso está claro. Hay una gran amenaza en la sombra de la que únicamente tenemos constancia a través de los episodios que sufre Will Byers aka Zombie Boy. Y, sobre tal proposición, se van estableciendo diferentes parcelas entre aroma a arcade, estrenos cinematográficos como “Terminator” y bicicletas y walkie talkies entre algunas revelaciones y conexiones musicales. Es obvio que la serie de Netflix no puede vivir sin Once y parte de los arcos argumentales pasan por descubrir su paradero después de 352 días de su desaparición. En cierto modo, la esencia de “Capítulo uno (Chapter One): Madmax” es ver reflejadas todas las heridas en los protagonistas tras esos extraños incidentes y la grave amenaza que se encuentra sobrevolando Hawkins… y envenenado todas las calabazas tras un maligno influjo.
“Capítulo uno (Chapter One): Madmax” es un episodio que también desea asentar el futuro del espectáculo y prueba de ello es la secuencia introductoria a golpe de acción, persecución policial y cierta estética punk. ¿Vamos a ver los poderes de Ocho y las posibilidades que tal estipulación argumental ofrece o aquí está el germen de la tercera temporada de la serie? Sea como fuera, la idea es que veamos que las visiones de Will son algo más que un trauma o recuerdos de ese aniversario a punto de cumplirse. Hay un auténtico mal y entidad destructora que intuimos desde los pósteres promocionales e incluso en las instalaciones del gobierno donde se llevaron a cabo los experimentos —y actualmente sirven de centro de operaciones para el Dr. Owens y los suyos— se nos confirmará que esa amenaza, surgida de la otra dimensión, sigue siendo purgada para evitar su propagación. Por su parte, Mike no ha perdido la esperanza de que Once escuche cada vez que habla por su walkie talkie… Mientras que Nancy y Steve viven su adolescencia —y se enfrentan a los traumas por la culpabilidad respecto a lo que le ocurrió a Barb— las mecánicas de tensión sexual siguen siendo un tanto evidentes con la presencia de Jonathan. Y, aquí, surge la figura de los padres de ese icono, similar a Laura Palmer (salvando innumerables distancias) para parte de los seguidores de la serie. Pensemos en que la desaparición de Barb no ha sido resuelta para el mundo ‘terrenal’ y que la cruzada de esos padres es encontrar a una hija pagando un alto precio económico como personal. Es evidente que “Stranger Things” necesita sus mecanismos para poner en marcha la temporada y “Capítulo uno (Chapter One): Madmax” sirve para integrar a esos personajes y bichos raros en los huecos necesarios. Lo que importa en este territorio televisivo es lo extraño. ¿Elegiría usted la normalidad de Kenny Rogers o la extravagancia de David Bowie? Quizás aquello que podamos criticar al espectáculo de Netflix es que a veces sea mas Rogers que Bowie y, precisamente, se dirija claramente hacia los estándares que marca tanto el mainstream como su condición de clásico popular. Los protagonistas tienen clara ya su elección y el estrés postraumático es el material de Matt Duffer y Ross Duffer para tantear con capas dramáticas antes de que emerja la gran revelación y cliffhanger: Once se encuentra escondida en una cabaña en el bosque bajo la protección de Hopper, que ahora mismo constituye la única entidad familiar y conexión con ese mundo que tuvo que dejar atrás. ¿El misterio ya está puesto en la mesa para ser devorado por los espectadores?
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