Con casi total probabilidad este sea el último post que dedique a “Fear the Walking Dead” en este bastardo blog. Tras “Sleigh Ride” (3x16), el spin-off de “The Walking Dead” ha demostrado nuevamente la dificultad para empatizar con sus personajes principales y la imposibilidad de construir un espectáculo interesante o sugerente construyendo/destruyendo todo continuadamente sin llegar a una evolución satisfactoria. Aunque en esta tercera temporada hemos visto a los escritores trabajar en escenarios y proposiciones más constantes y estabilizadas, todavía estamos muy lejos de la mejor versión posible y de que nuestros protagonistas encuentren un refugio seguro. Es cierto que Rick y los suyos no encontraron Alexandria hasta la recta final de su quinta entrega y puede que Madison y los Clark tengan que esperar a ese momento dentro del juego de réplicas y espejos. Sin embargo, creo que el season finale de esta temporada define a la perfección los problemas del personaje principal e implícitamente de la propia serie. En una fantasía vimos cómo Madison cocinaba un pavo de Navidad en la casa de Otto pero allí no está su familia. Incluso Nick y Luciana ignoran a la matriarca de los Clark y ésta se topa con hombres (des)conocidos a su alrededor como Daniel, Troy, Jake, Coop o Waker. Es precisamente la llegada de Victor Strand aquella que marca el caos y deliro hecho sangre. Todo va a quedar cubierto de un mantel rojo y violentamente líquido y el propio Strand se va a desmarcar de esa fiesta del horror. Esas imágenes fantasiosas realmente determinan que Madison va a estar rodeada de muerte y lápidas de todos aquellos que han pasado por su vida e, irónicamente, el difunto Travis da la impresión de ser el único que pude salvarla de su propia perdición. ¿Está tan condenada Madison como esta serie?
Hay cosas que nunca vamos a entender en esta serie. Después de poner patas arriba la presa que acabó siendo el escenario del clímax final, veremos cómo todos los intentos de sacrificio de Nick para salvar a su familia ni fueron un acto de inmolación ni salvó a nadie. Todo lo contrario. Ese absurdo argumental propicia que veamos cómo existe una lectura sociopolítica de aquellos que querían controlar el agua de la zona y se darán cuenta de que el preciado líquido vital ahora recorre libremente por ese río que ha dejado de estar seco y con el que podrán sobrevivir muchas personas. Eso es la teoría porque en la práctica vimos que esa agua pudiera estar infectada al contener numerosos muertos… ¿Significa todo lo anterior que Madison no se ha conformado con acabar con todos aquellos que vivían en el rancho y en la presa y, ahora, va a aniquilar a medio México? Sea como fuere, la idea es volver a dividir a la familia y que desconozcamos el destino de Alicia o Victor. Incluso que Daniel Salazar parezca que rescata a Nick nos deja en un mar (o embalse desparramado) de dudas respecto al futuro de la serie. Sí parece que Walker y Crazy Dog van a ser aquellos personajes secundarios que propicien el crossover con “The Walking Dead”… En resumen, poco más que contar del desenlace.
Pensemos en que esta tercera temporada de “Fear the Walking Dead” los productores y escritores han tratado de hacer un espectáculo mucho más sólido y sugerente volviendo todo más loco y violento puntualmente. Creo que lo lograron aunque, no obstante, el resultado ha sido el mismo: multitud de secundarios y nuevos y viejos personajes a formar parte de gran e interminable cementerio alrededor de Madison Clark. En realidad, ella es el problema, el gran problema. ¿Todo lo que toca lo destruye o que veamos que la destrucción de la presa puede traer alguno bueno a sus caóticas acciones (y las de su familia) facilita un punto de giro? No sabemos si Madison se redimirá y formará una ONG junto a su familia. No lo sabemos pero es que tampoco creo que ya nos interesa conocerlo. Da lo mismo que introduzcan un toque de western o una parábola social porque el spin-off de “The Walking Dead” debería partir de personajes que aporten buenas historias. Y salvo Alicia y Nick poco o nada queda que contar… Ni la maldición de ese asesino superviviente como Daniel ni un siempre traicionero y sibilino Victor pueden salvar los muebles de un espectáculo conducido por una exterminadora de la talla de Madison Clark. No sabemos si la cuarta entrega también será temática y nos introducirán una multitud de nuevos personajes y tramas para destruir todo y volver a un eterno bucle y reseteo al final de la misma. ¿He ahí el precio a pagar para ver esta serie y amarla? Quizás el único escenario que ha quedado a salvo de las fauces destructivas de Madison y los suyos sea lo más sugerente. El Bazar (y su dueño) han ocupado el espectro más notable y postapocalíptico de una temporada en la que el show de AMC sigue tratando de buscar su espacio y hueco en el universo de “The Walking Dead”. Más que ideas faltan personajes provocativos. Y no hablo de psicópatas o villanos calculadores de turno sino de aquellos que han de guiar las tramas y los arcos argumentales. ¿Está todo tan muerto como el interior Madison? ¿Nos hallamos en ese cementerio en el que ya solamente permanece en pie la protagonista y exterminadora de la serie?
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