Serie de TV
“Harlots: Cortesanas”
Título original: “Harlots”
Reino Unido / EEUU
2017
Sinopsis (Página Oficial):
Cosmo estrena en exclusiva una de las series femeninas que, sin duda, más dará que hablar este verano. Se trata de “Harlots”, un drama de 8 episodios ambientado en el Londres del s. XVIII que aborda, desde una perspectiva nueva, una de las profesiones más antiguas del mundo: la prostitución. La serie sigue a Margaret Wells (Samantha Morton), la propietaria de un burdel que lucha –con uñas y dientes- por sacar adelante a sus hijas: Charlotte (Jessica Brown Findlay), una glamurosa cortesana que busca su independencia, y Lucy (Eloise Smyth) la menor de las dos cuya virginidad se vende al mejor postor, en una ciudad y una época donde la prostitución no era precisamente legal, pero era una manera de sobrevivir. Las Wells rivalizan con otro burdel del Soho dirigido por Lydia Quigley, quien ofrece a sus clientes los mismos servicios pero con más refinamiento, sus chicas visten mejores ropas y viven en una casa mejor. Además de ser una espectacular serie de época, con una fotografía impecable, y de relatar historias de mujeres reales como nunca antes se habían contado, una de las claves de la serie es que está escrita, dirigida y producida por mujeres. Por lo tanto, las mujeres de “Harlots” no son intencionadamente glamurosas ni eróticas, no se busca esa finalidad. Como dice una de sus productora, Alison Owen: «La historia está contada a través de la mirada de estas mujeres y no con la mirada puesta en ellas: Lo importante es cómo ven el mundo y no cómo son vistas por los hombres». El guion está inspirado en las historias de mujeres reales recogidas en un escrito que se publicó en el Londres de aquella época: Harris’s List of Covent Garden Ladies. Una lista de nombres, características y cualidades de las prostitutas de entonces. La serie aborda, por tanto, desde una perspectiva original y única la forma que tenían aquellas mujeres de encontrar su independencia en una época en la que los hombres tenían el control absoluto de todo. Co-creada por Moira Buffini y Alisson Newman, “Harlots” se estrenó el pasado 29 de marzo en Hulu con destacables críticas en los medios más relevantes.
En plena campaña del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad contra la trata de mujeres y niñas con fines de explotación sexual, no sé hasta qué punto una serie como “Harlots: Cortesanas” sirve a la causa feminista o, por el contrario, es perfecta para dar otra perspectiva sobre la prostitución. ¿Corrompe su espíritu o es necesaria para que veamos un contraste entre los abusos sufridos por las mujeres y el ‘poder’ al que podían acceder en una época cercana (aunque distante)? ¿Es anacrónica o busca precisamente reflejos de un presente en el que la prostitución sigue siendo vista como una lacra social? La razón es que la nueva propuesta de Hulu, que en España ha emitido Cosmo, está encabezada por un reparto netamente femenino que dote de sentido su punto de vista. He ahí su realidad y su mérito. Los hombres gobiernan, no obstante, un mundo en el que el espacio para una mujer es simplemente ser su consorte a un nivel de nimiedad absoluta. O bien es su sufrida y acallada esposa o, por el contrario, su cortesana… e irónicamente esta segunda opción dota de mayor dominio e independencia a aquella que eligió llevar esa vida entre burdeles y grandes y poderosos señores de la época. ¿Quedamos, entonces, en que “Harlots: Cortesanas” es una serie feminista, femenina o contempla ambas opciones? Considero que, aunque nueve de cada diez mujeres que aparecen en la ficción son prostitutas —y meros títeres de un opresor mundo masculino—, la producción dese entablar una crítica sobre el papel al que destina la sociedad a las mujeres. La supervivencia es obvio que tiene un precio y subsistir parte del provecho de terceros (incluidas las propias regentes de los prostíbulos). En cierta medida, la esencia de la propuesta creada por Moira Buffini y Alison Newman es el núcleo del enfrentamiento entre Margaret Wells (Samantha Morton) y Lydia Quigley (Lesley Manville) y los motivos de sus encuentros (en el pasado) y desencuentros (en el presente). Ambas se hallan en un mundo voraz de hombres que siempre se han querido aprovechar de ellas pero, sin embargo, también existe una percepción sobre esas bordionas que han establecido en un modelo de negocio —cercano a la esclavitud— su eje para conseguir dinero y poder. Y sin dinero y poder en el Londres del siglo XVIII no eras nada ni nadie… Y ninguna se conforma con su actual posición. Quieren más, quieren la completa libertad e independencia.
Es cierto que “Harlots: Cortesanas” podría declinarse más por la faceta alrededor de las cortesanas influyendo a hombres importantes por parte del destino de las más ‘privilegiadas’. Por el contrario, la creación de Buffini y Newman decide centrarse, en mayor medida, en la vida de las meretrices dentro de los lupanares que regentan —y en los viven que trabajan—. La propuesta de Hulu queda enmarcada, además, por un halo de telenovela sobre claras mecánicas familiares y el enfrentamiento todavía latente de sus dos protagonistas más provectas. Ellas, en cierto modo, rigen el sino de las otras y establecen en su mismo conflicto (harán todo lo posible para que su descendencia y prole tenga un futuro) un nexo de unión que facilite el desarrollo de sus muchas tramas. El debate, no obstante, está servido. ¿Hablamos de elección o imposición? ¿Existía alguna otra opción en esa época? “Harlots: Cortesanas” tiene un aliciente fundamental que es no caer en el ridículo y/o vergüenza ajena que producen otras series femeninas de postín como “Las chicas del cable”. Aquí hay más autenticidad, ya sea por el elenco o por la calidad de unos libretos que logran sofisticar un culebrón repleto de giros de guion, conspiraciones, asesinatos y toda clase de cloacas morales con la esclavitud todavía presente. Quizás la serie tenga el mismo problema que “Girls”, ya que su reivindicación femenina bien pudiera convertirse contrariamente en un simple material de consumo y masturbatorio para un público masculino, pese a no buscar en ningún momento el erotismo o estilizar el sexo. En la historia, sin embargo, interesa ese frente ‘capitalista’ en la que el dinero hace libre (literalmente) a las personas en la época en la que se desarrolla la serie. Y conseguir ese ‘poder’ era la única vía de una mujer de tener cierta autonomía en un mundo en el que los hombres no permitían otra clase de ‘profesión’ para el sexo opuesto. Esa crítica no estaba exenta de las desventajas que presenta el espectáculo de Hulu aunque, sabiamente, el guion represente en el enfrentamiento de sus dos personajes femeninos principales la vía para esa permuta femenina (y feminista). La mujer, por el contrario y pese a todo, acaba siendo una mercancía que también reivindica su posición en las propias tramas de la propuesta. De este modo, es sugerente ver las conexiones entre ese pasado y ese presente en el que todavía existen campañas con lemas como «no inviertas en sufrimiento» en el que algunas mujeres siguen esclavizadas. Los tiempos no han cambiado en los márgenes de la profesión más antigua de la historia (salvo para un estudio de la Universidad de Harvard). “Harlots: Cortesanas” ofrece todo tipo de perspectivas, secuencias y personajes para dejar claras muchas diferencias entre algunas cortesanas como Charlotte Wells (Jessica Brown Findlay), que apuntaban hacia la protección de poderosos y nobles señores, o prostitutas que hacían trabajos rápidos en plena vía pública. Lydia Quigley, por su parte, ejerce como una villana prototípica de un culebrón en la que su maldad es tan elevada que es capaz de cometer todo tipo de crímenes amorales con tal de salirse con la suya. Margaret Wells tampoco va a quedarse quieta ni callada para que tengamos las suficientes cuotas de entretenimiento, suspense y drama. La serie de Hulu, en definitiva, no pretende ni demonizar aquello que supone su eje pero tampoco desea reducir su leitmotiv al influjo del hombre. Todo lo contrario, las protagonistas conducen las tramas y quieren su parte del pastel y están dispuestas a conseguirlo aunque tengan que transformándose como Lucy Wells (Eloise Smyth), dejándose arrebatar su virginidad a cambio de unas monedas para descubrir su propia identidad en ese mundo de hombres a los que también conviene dar su castigo y convertirlos en simples objetos de consumo. Donde las dan, allí las toman.
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