Llegamos a la medianoche de “Hunted”: “Kismet”, cuarto
capítulo de los ocho que compondrán esta primera temporada, marca revelaciones
de aquello que está por venir. No es que la serie de la BBC sea
la ficción de espionaje definitiva ni tampoco es perfecta. Mucho menos notable…
Otra cuestión es si su entretenimiento es efectivo y si Melissa George da
la talla. Precisamente ahí la serie de los creadores de “Spooks” ha acertado
sobradamente. El éxito de audiencia que está teniendo “Hunted” en Reino
Unido puede dar forma a ese proyecto que pretendía Frank Spotnitz, trasladando
el thriller por diferentes capitales europeas con cada nueva temporada. En
estos tiempos de novedades tambaleantes y fallidas hay que apostar por el
entretenimiento y “Kismet” confirma que estamos ante una interesante
serie a tener en cuenta.
El pasado de Sam Hunter sigue en la recámara y bastante frío. Esos
flashbacks impactantes y recurrentes se repiten sin ninguna novedad. Se
entiende que su madre estaría vinculada con Hourglass… El aniversario de la
muerte de la madre del pequeño Edward Turner, con visita al cementerio
incluida, despertará los sentimientos enterrados de ambos. También los de Stephen,
que no ha aceptado todavía la pérdida de su mujer… Pero también aparece una
nueva variable en la ecuación: Lewis Conroy, socio del patriarca de los Turner.
Sam sigue con una bicicleta de noche, a un ritmo que no llegaría Lance
Armstrong dopado hasta trancas, a Turner para descubrir un asesinato de Vincent
Cage, un profesor de economía que amenaza con ir a la policía en lugar de
ayudarle a conseguir los 30 millones que necesita para su oferta. Lewis ve a
Sam a través de la ventana, pero ésta huye gracias a la aparición de Aidan. Jack
Turner sospecha de Sam pero su ayudante Bingham no encuentra la prueba del
delito. ¿Lo hará Lewis, que invita a Sam a cenar en su casa esa misma noche?
Hourglass es la clave. Tanto Deacon como Rupert Keel saben, por eliminación, que Aidan es el topo…
pero a Keel le interesa más el porqué que el cómo. Decide invitar a Natalie del
MI6 para ofrecerle trabajo a cambio de revelarle quién es el espía-espía que ha
colocado el gobierno en Byzantium. Natalie lo niega y declina la oferta. Aidan
descubre el cuarto oculto de Sam y toda su paranoia por conocer la verdad que
remite a una palabra: Hourglass. En cierta medida el frío espía también quiere
revelar quién le traicionó. Está expuesto y necesita hallar la verdad para
recuperar la confianza de Sam y tal vez de Byzantium. Una analista de la
misteriosa compañía le facilita información sobre Hourglass: se trata de un
asunto que procede de la Guerra Fría. Los rusos estaban espiando a un agente
del MI6, llamado George Ballard, que es el jefe de Natalie y al que conocimos
al cierre de “Hourglass”, archivando la documentación en el apartado
homónimo para el MI6. Ballard es un personaje discreto y un auténtico
profesional del espionaje. Se tiene constancia de que guardaba documentación
durante décadas hasta que en 2004 pasó algo… Fue transferido a Londres y los
rusos dejaron de espiarlo. ¿Por qué?
El acercamiento de Ian Fowkes a Dave Ryder, el socio de Turner, ha dado sus
frutos… y también ha divisado el maletín que, como el Guadiana, aparece y
desaparece. ¿Por qué, entonces, sigue sin ser reconocido por el rastreador que
colocó Zoe Morgan? De Zoe, por cierto, conocemos algo más de su vida y amores:
mantiene un amorío con un paralítico mientras que Deacon reza por Hasan… aunque le cayera fatal. Vamos a
descubrir por qué Jack Turner es tan rico: creó junto con Lewis un programa
llamado Kismet que reaccionaba a las noticias y accidentes para ayudar a los
inversores. Jack ha provocado todo tipo de desastres para hacer fortunas y es obvio
que algo va a ocurrir esa misma noche, ya que el plazo para conseguir los 30
millones se expira en apenas horas. Fowkes hace trabajos para el ayudante de
Ryder, Gary: primero endosan la prueba del crimen a un chulo para que lo
descubra la policía a la que soborna Turner y, después, Gary prepara el
sabotaje para volar por los aires un edificio de Concert & Co. Sam seda a Lewis,
que la reconoció la pasada noche… aunque Sam negase todo y sedujera a su
víctima como medida de choque. Con Lewis dormido, Sam y Edan unen piezas en la
empresa de Lewis Conroy. Sam llega a tiempo para fingir que estuvo con Lewis y
que tenía coartada, mientras que Edan llega demasiado tarde a Concert & Co
justo cuando vuela por la aires. Sí, fumar mata. Para completar el cliffhanger,
Sam es asaltada por el asesino a sueldo de las jeringuillas que se había hecho
pasar por el doctor especialista en contaminación de agua. Con una aguja a
punto de entrar en el globo ocular de Sam se acaba “Kismet”. ¿Qué
ocurrirá? Inteligentemente en el avance del próximo capítulo no vemos ninguna imagen
de Sam…
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