Aunque nos encontramos con una antologia de terror y temporadas independientes, es bueno momento recordar las credenciales que marcaron la primera parte de una de las series revelación del pasado año. Sus nominaciones a los Globos de Oro y el reconocimiento alcanzado por Jessica Lange han supuesto los trofeos obvios,
brillantes y visibles de la nueva serie de Ryan Murphy. Su finalización en EEUU es todavía
reciente y su paseo fantasmal por nuestros televisores en su emisión en España
no hace más que dejar, pese a posibles críticas, su vigencia catódica. Es
momento de repasar y hacer un contraste entre los logros, virtudes y defectos
de “American
Horror Story”, uno de los éxitos de público y crítica del 2011.
Para hablar de lo que fue la primera
temporada de “American
Horror Story”, no es necesario destripar los doce capítulos que la componen aunque sí
es obligatorio constatar las claves que la han catapultado entre el Olimpo de
muchos seriéfilos:
1) El arte del refrito: Los propios
creadores de la serie, Ryan Murphy y Brad
Falchuk,
querían hacer algo distinto. Murphy escapar del algodón de “Glee” y Falchuk apuntalar el género de terror,
aunque la inspiración, homenajes y/o conexiones abarcan desde La semilla del
diablo a El resplandor bajo la mirada conductora de “Dark Shadows” en la atmósfera. Pese a sus
múltiples referencias, “American Horror Story” ha generado su propio estilo desde
los créditos de
Kyle Cooper, la banda sonora que acompaña a cada capítulo o sus referencias a la
cultura popular, oscura y negra norteamericana de diferentes épocas con
asesinatos en serie en institutos de principio de los noventa, Richard Franklin
Speck o la Dalia
Negra.
2) Sin Competencia: “Dexter” y “The Walking Dead” van
por otros derroteros y, ¿se acuerda alguien de “Fear Itself” o “Masters of
Horror”?
3) Jessica Lange: Guste o no la serie tanto su
papel como su actuación son dignas de admiración. Constance
Langdon se
mueve entre la malicia, lo sibilino y bipolar y el amor maternal como bandera y
ceguera enfermedad crónica.
Mis reacciones ante los episodios
de “American Horror Story” y su seguimiento contradicen muchas veces el entusiasta y universal
punto de vista de los telespectadores. Esos mismos que la han aupado a ser una
de las series fijas para cualquier seriéfilo que se precie. Pero un objeto del
deseo es la audiencia y otro (del terror para el creador) es convencer a todo
aquel que se interesa, bien por el género en el que está encuadrada la serie de
FX o por ficciones televisivas que
apuestan por otro tipo de llamativas presentaciones. Guste o no, hay que
reconocer a Ryan
Murphy su
capacidad de marketing absoluta ya que ha conseguido realizar uno de los
mejores productos del género de terror y con impecable acabado que puede
generar la televisión de cable actual. El creador de la serie ha guardado un as
secreto en la manga que ha desvelado al finalizar la primera temporada y no es
otro que el de aumentar la vigencia de la serie e incluso de compensar la
compra de temporadas sueltas de la misma. “American
Horror Story”, con ese as desvelado, se ha convertido en una serie de cambios y
renovaciones constantes de cara a su desenlace definitivo. Tal vez un arma
demasiado potente escondida convenientemente para afianzar el efecto de una
longevidad pretendida… salvo que el terror de la segunda temporada espante
espectadores…
“American Horror Story” ha sido una serie de recursos, clichés y licencias inverosímiles (hasta para los fantasmas) durante su primera temporada para convertirse finalmente en una antología donde cada temporada tendrá un inicio un desarrollo y un final y supuestamente un elenco renovado. Todo lo anterior quiere indicarnos claramente que con el éxito que tiene actualmente la serie veremos desfilar seguramente a la plana mayor catódica y seguramente alguna estrella de Hollywood será seducida por este movimiento del creador de “Glee” y “Nip/Tuck”, a golpe de bisturí. Un muy buen invento, desde luego. Pero con todo lo anterior es necesario repasar en qué ha consistido realmente esta temporada, ver sus méritos y sus desmedidos recursos en algunas ocasiones.
El retrato en sí de esta primera temporada ha sido la reconciliación de la familia Harmon tras un aborto de la mujer, una infidelidad del marido con una alumna y una hija autodestructiva y suicida. Esa reconciliación es inviable en el mundo de los vivos y aparece el elemento que produce la catarsis: una casa encantada y asesina, que como curiosidad… ¡ha estado a la venta en nuestro mundo mortal al otro lado de la pantalla! Se llega al génesis fantasmal pero no se explica pese a contener numerosos flashbacks reveladores del pasado de los vivos y muertos. La maldición es quién muere en la casa se convierte un alma errante en la misma por toda la eternidad. No es válido con ciertos espectadores que nos hemos quedado patidifusos al ver en la batidora las siguientes referencias en un popurrí del terror: “House, una casa alucinante”, “The Amityville Horror”, “La semilla del diablo”, “El resplandor”, “Poltergeist”, “Entre fantasmas” y para colmo “Beetlejuice”. ¿Funciona? ¡Desde luego que sí! ¿A qué precio? Al de creerte que los fantasmas sea etéreos o asesinos a voluntad del guión, claro. En resumen, como la cobertura de los móviles en la gran y pequeña pantalla, que no depende del operador sino del guionista.
Esta noche comienza la emisión en EEUU de la segunda temporada y se confirmará el regreso de Jessica Lange y el éxito de una propuesta que recientemente la ineficaz, inocua y al borde de la cancelación “666 Park Avenue” ha fortalecido. La ración de gore y terror con la que juega regularmente “The Walking Dead”, que resulta inviable en cadenas que no sean de cable, ha propulsado que las series de género tengan un campo libre de exploración moral, ético e incluso estético sobre viejas formulaciones. La originalidad no manda, pero la nueva forma y carne ha dado un nuevo rumbo y sentido a proyectos que empiezan a expandirse de forma vírica. Nos quedamos a la espera de las sorpresas que nos deparará lo nuevo de “American Horror Story”. Pero eso ya es, claro, otra ‘Story’.
A mi me parece uno de los grande timos de la televisión actual, como casi todo lo que hace Murphy, que me parece un populista de mucho cuidado. La serie no tiene sentido ni coherencia interna la mitad de las veces.
ResponderEliminarHola David!
EliminarEs un refrito con muchos contras pero algo a favor: el popurrí de terror ha creado un monstruo mutante. El fiasco de "666 Park Avenue" deja claro que AHS nos guste o no o nos parezca incoherente (que lo suele ser a patadas fantasmales) se haya quedado sin posibilidad de competencia... Inflando obviamente más el hype.
Saludos y gracias por el comentario!