THE END. El series finale de “Mad Men” nos ha dejado ante todo emoción pero, además, una gran coherencia y sentido de conjunto, como si Matthew Weiner ya nos hubiera revelado la conclusión de su serie desde el primer minuto del show. En cierto modo, los títulos de crédito sintetizan toda la vida y milagros de Don Draper en ese contexto sociopolítico que abarca desde los años 50 al comienzo de la década de los 70 en EEUU. El sueño americano representado como grandes rascacielos que proyecta ese cosmos publicitario, tan consecuente con el capitalismo y el letimotiv, del estilizado drama de AMC. El conflicto de Don Draper siempre ha girado sobre sus intentos de hallar la reinvención perfecta desde que decidió dejar de ser Dick Whitman. Abrazó el sueño americano y encontró ese desencanto que hábilmente diseccionó Sam Mendes en “Revolutionary Road”. Tanto en el film como la serie de Weiner la idea simplemente plasma parte de esa generación clónica que quedó en subconsciente norteamericano tras la Segunda Guerra Mundial: casaros, tened hijos, vivid en urbanizaciones, buscad un trabajo con la esperanza de ascender, de ser alguien, de ser especial, de estar tocado por una varita, por la magia… Bien, todo truco de magia cuando es analizado y revelado pierde su encanto y, efectivamente, magia. Y Don Draper siempre quiso ser el más creativo mago de la publicidad. Necesita ese gran truco final que le convierta en historia. Centrémonos en “Person to Person”, decimocuarto y último capítulo de la séptima y conclusiva temporada de “Mad Men”. Series finale… y THE END.
Don siempre ha arruinado todo en su vida y esos créditos tan esclarecedores nos han revelado desde el episodio uno que el mundo alrededor de Míster Draper se desmoronaría, que caería hacia un abismo (existencial) pero volvería a ese sillón siendo de nuevo una versión reinventada, más sólida y perfecta. “Mad Men” no se trata del fin del sueño americano —y por extensión de las ideas y aspiraciones de Don Draper— sino de su transformación y nueva revolución a partir del adiós del movimiento hippie. Que en “Person to Person” volvamos a tener una referencia a Charles Manson nos deja de nuevo el discurso blanco y en botella. Esas intenciones traslúcidas de Matthew Weiner son plasmadas con su habitual savoir-faire e incluso habita cierta burla con ese ‘suicidio’ anunciado a lo largo de todo el series finale. Que Meredith, que será despedida ante el no-retorno de Don a McCann, pero dejará una perla para el recuerdo en su diálogo con Roger Sterling:
—Bueno, espero que él esté en un lugar mejor.
×No está muerto. Deja de decir eso.
—Hay una gran cantidad de lugares mejores que estar aquí.
En realidad, Don Draper tiene que caer del todo, tocar con sus dedos el fin del abismo y desintegrarse completamente. Toda esta parte de la temporada ha sido articulada por puertas que se cierran, por un gran compendio de recuerdos y personajes que pasaron por la vida (y cama) del protagonista. Don Draper tiene que perderlo todo para volver a encontrarse consigo mismo. Nuevo día, nuevas ideas, un nuevo… Don Draper. “Mad Men” siempre trató sobre la reinvención y, por supuesto, la publicidad. Weiner va a integrar en “Person to Person” todos esos conceptos para que explosionen poco a poco en la cara de antihéroe, para que palpe la negrura y espesor de la completa soledad y perdición. Ya no queda nada, solamente él… No hay un lugar al que regresar y Don trata de comunicarse con el mundo que le rodea, conecta con esas mujeres importantes y fundamentales en su vida en esas llamadas ‘de persona a persona’ que dan título al episodio final… Lanza su S.O.S. a ese cosmos que le devuelve el gesto con un empujón. Su posicionamiento no es el más propicio para integrarse definitivamente en esa sociedad que le considera un outsider. El «Don, vuelve a casa» de Peggy es la póstuma llamada de auxilio de ese otro mundo que sí necesita a Don Draper… aunque en el series finale el protagonista se encuentre en el más terminal anticlímax que ha vivido durante toda su vida. «Eché a perder todo. Yo no soy el hombre que crees que soy. Rompí todos mis votos. Escandalicé a mi hija. Tomé el nombre de otro hombre y no hecho… nada de él». Toca reinventarse o morir… aunque sepamos que todo ese ‘suicidio’ es claramente alegórico.
El episodio anterior, “The Milk and Honey Route” (7x13), Don nos reveló que nunca podría volver a ser Dick Whitman y hacer frente a ese miedo que le ha perseguido toda su vida. Al fin y al cabo, siempre fue y será un cobarde. Ese avión sobre el Empire State que le hizo levantarse de esa reunión de directores creativos alienados de McCann Erickson fue el punto de giro para buscar ese horizonte lejano y tierra prometida. El sueño americano quedó convertido en una simple y rutinaria maquinaría. Don sobrevoló todo el país, fue perdiendo todo aquello que le quedaba y le definía y no nos extraña que abramos con él en el desierto en Utah, pilotando un coche de carreras con casco y gafas. Don puede reinventarse en lo que quiera pero se encuentra caminando en círculos y ese posible récord velocidad en tierra sabemos que un anzuelo y macguffin. Don siempre ha utilizado a su hija como confidente desde que quebró su confianza y en su última conversación deja caer esa bomba termonuclear sobre la conciencia de su padre: a Betty le quedan como mucho unos seis meses de vida. Muchos imaginábamos que “Person to Person” pudiera marcar una elipsis respecto a la muerte de la ‘primera’ esposa de Dick Whitman, que no de Don Draper. A Matthew Weiner le interesa más el planteamiento de puertas y cierres, de la soledad de su protagonista y de su defunción para renacer, como siempre, de sus cenizas como alegoría de la reinvención del sueño americano. Los planes para cuidar a Gene y Bobby no pasan por Don porque él nunca estuvo allí, aunque nos dejaran en algunos planteamientos escénicos ese juego de sustituciones en la cocina de Betty Francis. Su hermano William es la solución para no separarlos y, así, no provocar un enfrentamiento entre Don y Henry por la custodia. Es el último deseo de Betty y la madurez de Sally cada vez es más obvia y recurrente. La llamada de Don a Betty es uno de los momentos más melodramáticos de toda la historia de “Mad Men” y es imposible que a un ser humano no le fluya una lágrima (o una riada de lloros) ante esa despedida y ejercicio de concisión narrativa. Ese elemento causa la caída definitiva de Don en esa espiral de perdición habitual: soledad, alcohol, mujeres… Su adicción al hedonismo, su destrucción. Su única salvación es Stephanie, la hija de Anna Draper. Fue una referencia constante en el arco argumental del comienzo de la séptima temporada y es precisamente esa única mujer del pasado de Don que queda con vida. El hijo de Stephanie lo tienen los padres de su padre y ambos se encuentran naufragando y sobreviviendo, pero los problemas del personaje que interpreta Caity Lotz no son nada comparados con el vacío existencial de Don. El anillo de Megan tendrá que dárselo a otra porque ambos se irán a un retiro en la costa de California con sesiones, seminarios, taichí y yoga. Muchos nos imaginábamos a Don Draper cerrando el show a lo Jordan Belfort al final de “El lobo de Wall Street” y ejerciendo como gran gurú pero ese escenario desea construir algo mayor en ese lodazal de escepticismo. Las terapias de grupo acaban ayudando a Stephanie y generando un choque y desencuentro con Don ya que éste quiere moverse hacia adelante y pasar página de todo. Stephanie no lo ve así ni considera que tenga razón ya que siempre buscará el reencuentro con su hijo, abandonando a Don y dejándole sin coche. Don lo ha perdido todo. Ya no le queda nada… y no ha encontrado en esa comuna la respuesta que buscaba. Esa llamada terminal e incluso póstuma deja caer otra clase de bomba y recurso reiterado: el regreso de Don y la palabra Coca-Cola. La marca siempre ha sido una constante en todos los episodios y sabemos que no es casualidad, aunque Don abraza su ataque de pánico, tiembla, cae… y no puede levantarse ya por sí mismo. Necesita ayuda… ¿La encontrará?
“Mad Men” no solamente es Don Draper y “Person to Person” va a narrarnos los desenlaces y expectativas en la vida del resto de protagonistas. En “The Milk and Honey Route” (7x13) resolvieron todo sobre Pete Campbell y su despedida con Peggy Olson era esperada. Ambos van a ser siempre amigos pero aquel que fue el padre de su hijo perdido suelta esa verdad que no quería escuchar: llegará a ser un director creativo para 1980. La insatisfacción de Peggy en ese reino empresarial quedará patente en un desencuentro de oficinas y el guión va a entrelazar los destinos y aspiraciones de esas dos mujeres que siempre trataron de ascender en ese complicado mundo de hombres. Joan es feliz con Richard (y su cocaína) y no tienen que casarse para disfrutar de una jubilación anticipada para un personaje insaciable. Y precisamente el Rolodex de Joan y una cena con Ken nos lleva a esa reactivación latente en una mujer que quiere crear su negocio propio y ve una oportunidad y mercado. Cuenta con Peggy e incluso Matthew Weiner desea dejar atado todo con la inclusión de Kevin en el testamento de Roger, que se lanza a su nueva relación y futuro matrimonio con Marie. Incluso nos confirman que Greg tuvo gemelos con alguna enfermera para insistir en que nadie estará molesto por la situación y ya reconocida paternidad de ese bastardo millonario. Con la inminente colaboración de Joan y Peggy y construcción de una productora surgen dudas. Peggy confiesa a Stan sus planes con Joan para construir una compañía y el discurso aparece entre la ambición y el fracaso. Peggy no quiere responder ante nadie pero la dicotomía que ratifica la trama Joan nos introduce en el drama laboral clásico: ¿trabajo o familia (o vida personal)? Digamos que conciliar ambas es imposible y Richard lo sabe porque él hizo lo mismo. Se trata de un adiós y ruptura formulada sobre el talento y concisión narrativa de Weiner en la que Joan decide coger esa llamada de su futuro negocio y no retener al hombre posiblemente de su existencia. No se puede tener todo en esta vida y Peggy se dará cuenta de ello al elegir a Stan, tras su declaración telefónica de amor, en una de esas secuencias estructuradas por el clasicismo y que bien pudo rodar Billy Wilder como clímax de una de sus comedias en los 60. Beso pasional de oficina y el amor como ejercicio de conciencia y complemento de pareja. Peggy obtuvo lo que siempre soñó: un stop a su adicción al trabajo.
Con todo arreglado, llega la catarsis de Don, al ser levantado por una mujer de ese retiro, siendo conducido a una sesión y círculo. Don no se sentará en esa silla para hablar porque otro hombre llamado Leonard plasmará toda la esencia de sus conflictos. Frase por frase el alma de Don encuentra la epifanía en ese hombre invisible que recibirá su abrazo teñido de lágrimas. Don ya sabe cómo reinventarse y renacer y “Person to Person” se somete a una secuencia clásica de montaje para revelarnos qué ocurrirá con todos su personajes y que el espectador ponga el resto gracias a su subconsciente y propia imaginación. Pete, Trudy y Tammy salen de una limusina y se dirigen a un avión de Learjet para iniciar ese nueva etapa en sus vidas. Joan transforma su piso en su nueva oficina y a su niñera como su secretaria. Holloway-Harris es el nombre de su empresa que refleja la conexión con su madre y pasado y esa duplicidad necesaria. Joan siempre será Joan o dos veces Joan. Roger y Marie cenan en un café de París y vemos que el protagonista ya sabe hablar perfectamente francés mientras que será Sally aquella que lave los platos y se haga encargada de esa cocina como relevo generacional de su enferma madre, que fuma un cigarrillo sentada en una silla. Es la nota triste pero necesaria. No hay dulce muchas veces en un final feliz. Peggy deja de trabajar en su escritorio cuando Stan la abraza. Su sonrisa es el equilibrio soñado y precisamente nos vamos con la reinvención de Don a golpe de ‘Ommm’. Ese lejano horizonte que buscaba era, en realidad, ese retiro. Don hallará la sonrisa como el resto de personajes y compañeros de viaje durante todos estos años. Su posición de loto e impecable camisa blanca nos remite de nuevo a los créditos del show ya que Weiner no necesita ser explicito para confirmar que la gran idea llegó. Nuevo día, nuevas ideas, un nuevo… Don Draper. Enlazamos con el conocido y famoso anuncio de publicidad de Coca-Cola para que Don nos enseñe y revele al mundo cómo canta su nueva alma en perfecta armonía. Finalmente encontró lo que buscaba y ahora podemos entender la serie como esa luz que originó que la bombilla en la cabeza de Don Draper se encendiera definitivamente y se encontrara con la mejor versión de su propia invención. Siempre fue Coca-Cola ese cielo y nirvana soñado, esa conciliación entre la paz interior y sus sueños como ese hombre que quiso construir con Don Draper. Ya lo ha conseguido. Ommmmmm. THE END.
✍ (7x12) Lost Horizon: La ballena blanca
✍ (7x11) Time & Life: El fin está cerca
✍ (7x10) The Forecast: El futuro
✍ (7x09) New Business: Todo se ha ido…
✍ (7x08) Severance: Comienza el largo adiós de Don Draper
✍ (7x07) Waterloo: Hasta 2015, Don Draper
✍ (7x06) The Strategy: La nueva familia norteamericana
✍ (7x05) The Runaways: La Caja
✍ (7x04) The Monolith: Es hora de evolucionar Don Draper
✍ (7x03) A Field Trip: ¿Todo el mundo odia a Don? ¿A Lou? ¿¡O a Betty!?
✍ (7x02) A Day's Work: Este será nuestro año
✍ (7x01) Time Zones: Comienza la séptima y última temporada de Mad Men
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Un excelente final para La mejor serie de TV de la ultima decada - Que mejor final para Mad Men que el comienzo de una nueva era... Que mejor final para el mejor antiherooe de la tv que reencarnarnarse de nuevo creando la campaña de publicidad mas legendaria de la historia... un single que se repite cada navidad... solo podia haber salido de la cabeza de Don Draper :D -
ResponderEliminar- es un total homenaje a la industria publicitaria. -
http://www.trejoscomics.blogspot.com/
Cuando piensas en cualquier final que hayas visto y te quedas tan conforme tan en paz como el mismo Don comprendes que nunca dejo de ser la gran serie que fue desde el primer capitulo. Fue una suerte poder disfrutarla en los últimos tres años que la sigo y llegar a este final.
ResponderEliminarSaludos.
http://elblogdekasehaya.blogspot.com/2015/05/mad-men-se07ep14-person-to-person-la.html
Gran final!
ResponderEliminarAquí os dejo mi opinión, por si tenéis curiosidad ;)
http://seriesanatomy.blogspot.com.es/2015/05/always-coca-cola.html
Saludos1
¿No veis en el spot de Coca-Cola yuxtapuesto a la transformación de Don un final cargado de ironía? Don siempre ha sido un inmaduro entregado a una huida sin fin y queda claro en su último encuentro con Stephanie. Ella -californiana y hippie y única capaz de comprender a Don hasta ahora- cree que se equivoca y marcha a rendir cuentas con su pasado. Don no. La niña Betty maduró finalmente, pero para Don no hay redención posible.
ResponderEliminarLa transformación de Don siempre ha sido la transformación de América. Ahora, de los valores materialistas a los posmaterialistas. Lo importante es que la rueda del capitalismo y la publicidad sigan girando. Y con ellos todos los problemas de los protagonistas de este magnífico culebrón. No importa qué final se nos muestre para contentarnos, sabemos que es mera imagen.
La ambigüedad e ironía de este final apunta a la esencia del movimiento hippie. Una (falsa) revolución que afianzó aquello que presumía combatir.
El final no me ha dejado tan en paz como al mismo Don, desde luego que no. Ojalá Meredith tuviera razón.