El final del viaje de Louis C.K. bien pudiera remitirnos al cierre de “Mad Men” y esa aventura iniciática de Don Draper para reinventarse y conseguir ser aquel hombre con el que soñó crear Dick Whitman. Louie no puede crear ya nada ni nadie, tiene que someterse a esa depresiva vida que le queda por recorrer. Está medio muerto… Ya es demasiado tarde. ¿Podrá ser ese hombre que necesita el mundo o solamente lo consigue cuando sube al escenario? Esos límites entre su vida personal y profesional van despareciendo… Repitamos. A sus 47 años ya es un viejo del oficio y el discurso orbita sobre esa pasada reunión con un directivo de CBS para proponerle la posibilidad de presentar ‘The Late Show’ ante la inminente jubilación de David Letterman: «Estás dando vueltas en torno al fracaso en una órbita cada vez más inestable». Y, temporada a temporada y capítulo a capítulo, seguimos ese círculo vital del protagonista cada vez más vacilante e inseguro. “The Road: Part 1” y “The Road: Part 2” realmente nos muestran el principio del fin y de la decadencia del comediante, volviendo a la carretera, a peores moteles y lugares que pensaba había dejado atrás. Solamente queda la comedia y, por supuesto, él. Louis C.K. continuará el camino aunque no estemos allí para continuar y seguir sus pasos. ¿Es el final? ¿Un ‘THE END’ como la vida misma? Conocemos a una persona y desparece, nos imaginamos dónde estará y qué fue de él… Repasemos “The Road: Part 2”.
En este season 5 finale no hay tampoco una conexión con “The Road: Part 1” salvo ese despertar a golpe de azafata. Todo ha cambiado. No hay cartel, no hay fama. En Oklahoma City le espera la hija del dueño del club que le ha contratado. La joven se encuentra completamente desconectada del mundo que la rodea… ¡e incluso del volante del coche que conduce! Únicamente importa su smartphone para estar vinculada con ese otro mundo… donde los ‘sickies’ son los mexicanos y donde nada importa o puede inmutarla. “Louie” va a jugar bastante con esa mirada perdida e incluso con el estimulo que consigue despertar la sonrisa de esa chica. Los problemas crecen. Kenny (Jim Florentine), su compañero de cuarto, se presenta sin camiseta humillando la virilidad de Louie, le ofrece whisky antes de mediodía e incluso ofrece sexo anal a la hija del dueño del club. Todo el conjunto le resulta despreciable a Louie, que acaba en su cuarto encerrado como ese ser insatisfecho con todo lo que rodea. Tampoco sobre el escenario la cosa mejora. Louie encuentra también indigno de la profesión el catálogo de chistes de pedos, sexo y misoginia de Kenny para contentar a la audiencia. Populismo… Ya hemos tenido algo de esto en el show. A Louie únicamente le queda recordar su ciudad y sus locuras, como si diera la impresión de que instintivamente quisiera regresar a Nueva York o incluso no encajara en esta época en la que le ha tocado vivir y que no comprende y se niega a comprender.
En “The Road: Part 2” vamos a tener bastantes réplicas con su compañero de habitación y van a alcanzar un clímax cuando Kenny, ni corto ni perezoso, decide imitarle y reírse de su depresión sobre el escenario. Incluso es el único momento en el que la hija del propietario del club rompe a reír… Louie ha perdido la batalla y no pertenece a ese mundo. Hay incluso un juego a la dirección de sus actuaciones, cortando sus monólogos en la introducción, sirviéndose de un plano general que revela la diferencia de risas en el público respecto a las gracietas de Kenny. Además, en el minuto 11:12 se va la cámara de ese plano general, completamente desestabilizada en la grabación. Louis C.K. deja el supuesto error de filmación, como si representara esas «vueltas en torno al fracaso en una órbita cada vez más inestable». Y es que la apatía y mal humor de Louie esconden una gran depresión. Su viaje encuentra un sentido cuando escapa de Kenny y una cita con un par de groupies para hallar un mercado en la ciudad en un día gris y con leve lluvia. En ese lugar halla una tienda de campaña que le invita a viajar en el tiempo, aunque no sepamos si Louis C.K. se ha visto inspirado por el series finale de “Boardwalk Empire”. Louie encuentra las respuestas en esa época del pasado de EEUU, donde todo era más simple: guerra, amor, muerte y vida, donde la masculinidad la aportaba un simple traje y unos buenos modales. Lamentablemente ese tiempo ya pasó aunque puede permanecer en su recuerdo con esa fotografía que sintetiza su sentimiento vital: le hubiera gustado vivir en otra época y no en este presente en el que no encaja.
Y “The Road: Part 2” llega a la catarsis del personaje principal con un concepto similar al de Don Draper en el final de “Mad Men”. Sus lágrimas y ataque de ansiedad, tras sincerarse tanto Louie como Kenny el uno con el otro, lleva al protagonista a darse cuenta de que él es el gilipollas e imbécil integral. ¡E incluso admite que los chistes de pedos son lo mejor! ¿De verdad Louie? Kenny los defiende como sus bebés… y Louie cae de esa nube de esnob neoyorkino para hacer las paces con su compañero con una botella de Jack Daniels. Como esto es “Louie” cualquier camino que tome nuestro antihéroe está condenado al fracaso y a la desgracia, al contrario que el resurgir final de Don Draper. Louie acaba vomitando en el baño y abrazando el inodoro. ¡¿Esa es su posición de loto?! Kenny no puede aguantarse y tiene que utiliza la taza para cagar y dar rienda suelta a sus ‘bebés’. Lo normal hubiera sido que Kenny jiñara en la bañera… pero éste decide utiliza el tanque quitando la tapa. Consigue colocar su culo pero cae fuertemente sobre el pavimento del baño golpeándose muy duramente su cabeza y sien. Queda en el suelo bocarriba, lanzando unas palabras póstumas y relato de sus hechos mientras la sangre rodea su cocorota. En el hospital el doctor confirma a Louie que no lo consiguió ya que perdió mucha sangre… Ha muerto. Volvemos a “Pot Luck” (5x01) y hemos pasado de un alumbramiento (cubierto de esperma) a la muerte “The Road: Part 2” (5x08) por cagar en el lugar equivocado. Los chistes de pedos no tienen ni puta gracia. Ni la tendrán. Todos lo sabíamos… Y si esa pareja de lesbianas volatizó a base de insultos e increpaciones a Louie, el dueño del club no va a ser menos. Louie se queda sin trabajo y la mirada absorta de la hija del propietario del local formaliza ese sketch de humor negro final. ¿La vida es lo más absurdo que alguien se puede plantear… desde el nacimiento hasta la muerte? ¿Es ésa la lección que nos ha dado esta temporada de ocho episodios de “Louie”, que comprime todos sus anhelos, miedos y angustias? Al menos a Louie le queda un camino: volver a casa y tener a su hija pequeña esperándolo para contarle una historia sobre esa foto y su viaje en el tiempo… Da lo mismo la incoherencia porque, al menos, es más gratificante imaginar un pasado dramático y absurdo que vivir en este presente donde la gente muere por tratar de cagar o los bebés son rociados por esperma antes de nacer o comparados con flatulencias. THE END? Ha sido una temporada extraña en su sentido formal, con Louie tratando de comunicarse con el mundo, con su hermano, con sus hijas, con gente de su pasado o con esa posibilidad romántica que ha quedado ya demasiado atrás. ¿Estamos ante un ‘The End’ por la vía emocional narrando el completo ciclo de la vida? La vida, tal y como muestran esos créditos, es un viaje en el que no sabemos qué nos depara… pero en el que uno nunca debe jiñar en la parta alta de la taza del váter. Lección vital y existencial por ‘excremencia’… Descanse en Paz.
A continuación, las reviews de la quinta temporada de “Louie”:
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