viernes, 31 de octubre de 2014

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[•REC] 4. Apocalipsis: Horripilante naufragio

“[•REC] 4: Apocalipsis”
Director: Jaume Balagueró
España
2014

Sinopsis (Página Oficial):

La acción comienza en el momento en que Ángela Vidal, la única superviviente de la terrible infección, es evacuada del edificio. Cuando por fin la situación parece estar controlada, el caos vuelve a desatarse y la semilla del mal renace adoptando nuevas y terribles formas.

Crítica Bastarda:

En “[•REC]” (2007) Jaume Balagueró y Paco Plaza plantearon el ‘found footage’ como un ejercicio de supervivencia creativa, como la esencia de la película de terror rodada de la nada. Y, en ese impactante sobresalto invisible, vivía la cámara por encima de todo, arrastrada hacia lo cotidiano: el programa de televisión, la comunidad de vecinos, una peligrosa infección que llama a la misma puerta de tu casa… Ciertamente esa frase que utilizaron los medios para describirla («El tren de la bruja») acabó como su propio eslogan y declaración de intenciones. En “[•REC]”, la cámara no acababa siendo un recurso para los protagonistas y supervivientes —que tenían que ‘verse’ las caras con la niña Medeiros (y bruja del cuento)— sino un elemento para que los espectadores acabasen formando parte de ese circular convoy (del horror) y otra realidad. “[•REC]²” (2009) rompía de nuevo la dinámica del subgénero. Mientras que en “Holocausto caníbal”, “El proyecto de la Bruja de Blair” o “Cloverfield” se intentaba dotar de realismo mediante el mockumentary o el documento fosilizado encontrado [«Lo que van a ver a continuación ha sido encontrado en… y es real»], la continuación de la saga abría otros espectros. Daba respuestas pero generaba nuevas preguntas. No quedaba claro en ningún momento por qué el espectador está viendo imágenes que al parecer nunca abandonaron el lugar… hasta la presente “[•REC] 4: Apocalipsis”, en la que Balagueró ha decidido hundir y dinamitar las mismas en medio del mar como parte de un horripilante naufragio y sinsentido cinematográfico. 


Paco Plaza trató en la injustamente menospreciada e infravalorada [•REC]³: Génesis (2012) dotar de sentido el cambio de perspectiva, revelarnos que el ‘found footage’ es ya pasado con esas ‘black mirrors’ —que tan sobresalientemente ha glorificado Charlie Brooker— que han marcado la evolución de la sociedad. Incluso Paza utilizaba un álter ego (Atún, Sr. B, Borja Glez. Santaolalla) para representar a golpe de steadycam y referencia de ‘cinéma vérité’ —en ese notable prólogo que abría la película— que la perspectiva propiciada por esa supuestamente intocable cámara ya no lo era todo y era cuestionada por el héroe de la historia. Quebrado y roto el punto de vista, llegamos al enfoque de Balagueró en “[•REC] 4: Apocalipsis”, donde su póster nos avecina un homenaje a la genial (e insuperable) “Braindead” de Peter Jackson, como previamente lo hizo Paco Plaza dejando un ‘mal sabor de boca’ en su desenlace. Balagueró revisa el ADN de la franquicia y se acerca a la apropiación de algún matiz de la comedia de terror que rodeaba a “[•REC]³: Génesis” gracias a esa anciana (María Alfonsa Rosso), pero su planteamiento queda simplificado en esas cintas que guardaba la cámara que portaba el personaje de Manuela Velasco: no habita ninguna continuidad salvo el homenaje como simple recurso de un giro de guión anodino y tan previsible como insultante. 


Balagueró se ha llevado la saga de ‘[REC]’ al medio del océano para hundirla, para dejarla atrapada como a su virus en esos pasillos por los que hemos caminado demasiadas veces antes de llegar allí. Sabemos que es el fin y se nos anuncia una gran apocalipsis pero, en realidad, estamos ante el entierro marítimo de una simple fotocopia con olor rancio a sardina congelada, ante una mueca grotesca y sobreactuada. No hay riesgo ni espíritu… ni angustia. Ya no queda nada en esa deriva repleta de inverosimilitudes en las propias reglas de su universo. “[•REC] 4: Apocalipsis” trata de aferrarse al icono (Ángela Vidal) y al homenaje (Nic, Ismael Fritschi) para hallar el camino y margen de esa conexión entre el pasado (las míticas cintas) y el presente de la saga, donde el tópico ya no funciona. ¿No hubiera sido más satisfactorio y macarra que un vasco sobreviviera al virus? ¿Que los personajes fueran conscientes de que están atrapados en un crossover de una cinta de The Asylum como Titanic 2 y la secuela del remake americano de la franquicia titulado Cuarentena terminal? ¿Que, en definitiva, el peligro fuera riesgo que desembocara en una orgía de sangre, vísceras y originalidad? Pensábamos que en este punto y horizonte, no había nada que perder… pero Balagueró ha cambiado el piloto rojo de una cámara —que ha ido evolucionando película a película— por un ensangrentado ‘ojos de buey’. No hace falta asomarse al abismo de la tormenta para descubrir que tanto dentro como fuera ya no queda más que una sombra con cierta compostura y pose, con hemoglobina de pega inferior al sonrojo que provoca en gran parte de la audiencia la propia película. La mala experiencia y viaje sabemos que nunca llegará a buen puerto porque el film es el propio funeral de “[•REC]”, en el que la franquicia decide morir conscientemente ahogada en su propia e inodora histeria. Sudor y vergüenza ajena aparte, el éxodo de esas cintas —que dieron sentido a sus dos primeras partes— han quedado como la precuela de “The Bay” de Barry Levinson o un especial de Halloween para “Bob Esponja”. Para darle al STOP o volverse hater cual mono(rata) rabioso. Usted elige a quién comerse… pero no pare de chillar hasta dar con su objetivo.


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