Prison of the Dead: Prison of the BODRIO

“Prison of the Dead”

Director: David DeCoteau

EEUU / Israel / Sudáfrica

2000

Sinopsis (Oficial):

La célebre prisión de Longfort se cerró y selló hace doscientos años. Desgraciadamente, nadie se molestó en decírselo a los internos, por lo que fueron enterrados vivos... Pero después de dos siglos de silencio, en sus pasillos vuelve a oírse el sonido de unos pasos. Hasta Longfort llega un equipo de especialistas dispuestos a resolver algunos misterios, como saber el por qué la prisión fue sellada y los internos dejados a ese horrible destino: una muerte lenta por la sed y el hambre. Aquellos que dieron las órdenes hace tiempo que están muertos... pero pronto los desventurados científicos descubrirán que algunas cosas es mejor dejarlas enterradas... 

Crítica Bastarda:

Me da miedo revivir y adentrarme en los infiernos de este pedazo B-O-D-R-I-O que choca frontalmente con las retinas del espectador, cual patada giratoria de Chuck Norris para situarle en la estratosfera... completamente perdido y a la deriva, esperando una muerte impredecible repleta de agonía y sufrimiento. Recapitulemos: estamos ante la crónica de una boñiga cinematográfica anunciada gracias a uno de los pósteres más cutres de todos los tiempos para una cinta de Serie B (o no), que arranca en sus créditos iniciales con un tema jungle-techno-cutre que no sabes si es el comienzo de una broma macabra o una sesión gótica para la fiesta de Halloween del Space. Si alguien sigue con vida todavía, comprobará que la prisión de la sangre y la llave de la garra son dos asuntos tróspidos que divagan junto al latín y la estupidez humana en este hemiciclo con hedor a alcantarilla hecho film, en el que su esencia se respira con fragancia a detritus junto a esos personajes que una pantalla evita que podamos asesinar con nuestras propias manos. «Todo esto tiene la misma credibilidad que cualquier capítulo de “Embrujadas”», nos sueltan… y efectivamente se agradece que “Prison of the Dead” se considere un auténtico delirio argumental conjuntado con un sinsentido etimológico. En la película decían muchos ‘SUTRAS’ pero yo entendían ‘PUTAS’. «¿Estaba en “Puticlub of the Dead”?», me preguntaba constantemente. Hasta llegar a esas peleas en slow motion al final pasando por esos ojos rojos que te la cojo… ambientados por música gregoriana interpretada por pedos y eructos, la película se reconoce a sí misma como una gran broma… y un santificado mojón. Amén.

Es normal que muchos consideren el engendro como una de las mayores aberraciones cinematográficas de la historia del cine y desde su arranque —de tonos pijos e incluso sofisticados— hasta una broma macabra con una maldición real, tenemos un cúmulo de posesiones y apariciones de verdugos que no tienen el valor de asesinarnos como sufridores de esta masacre fílmica. ¿Por qué a los protagonista y no a nosotros? ¡Por favor, llévame a mi al infierno antes que a esos desgraciados y muertos de hambre! ¡POR FAVOR! No es que los giros argumentales sean lo peor, es que en sí mismo “Prison of the Dead” es lo peor. Lo peor de lo peor. Sin causar miedo y un aburrimiento mortal, una panda de amigos que indagan en lo oculto se confirma como el club del postureo víctima de los peores efectos especiales del siglo XI. De hecho, que la película figure entre una de las mayores equivocaciones que se han gestado en la historia del cine no extraña a nadie. Se ha ganado con un pulso iracundo y fecal su condición de clásico del cine mierder.

Que si es un castillo improvisado en unos decorados superados por cualquier producción del cine porno low-cost, que si la famosa cárcel es un sótano de mielda en el que no caben ni tres alfileres, que si utilizan una tabla Ouija para alcanzar el clímax de un argumento tan idiota o que si los orgasmos que pueda producir a alguien este engendro deberían estar penados por la muerte o la cadena perpetua (o con el matrimonio de David Decoteau)... En resumen, todo es tan gratuito como lanzarse desde la torre de un castillo a una muerte desde luego más placentera que revivir en la cabeza alguna de las imágenes de “Prison of the Dead”. Están avisados, salvaguarden su alma y no vean esta película y defecación fílmica.

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