Serie de TV
“The Goldbergs”
EEUU
2013
Sinopsis (Página
Oficial):
Antes de que hubiera
blogs para padres, trofeos de los que estar orgullosos y alergias al cacahuete,
hubo una época más simple llamada ‘los 80’. Para un geek de 11 años llamado Adam (Sean
Giambrone), que se encontraba en sus maravillosos años, se enfrentó a ellos armado con una cámara de
vídeo para capturar toda la locura que le rodeaba. Los Goldbergs son una familia amorosa como
cualquier otra, sólo que una familia que grita... mucho. Mamá Beverly (Wendi McLendon-Covey) es una clásica ‘Smother; una matriarca sobreprotectora y
autoritaria que gobierna esta camada con 100% de autoridad y sin ninguna clase
de excesos a sus límites. Papá Murray (Jeff
Garlin) es rudo, tiene mal genio… pese a que intenta ser un padre que no
grite. Su hermana Erica (Hayley Orrantia)
tiene 17, es muy animada y terrorífica si alguien trata de lidiar con ella.
Barry (Troy Gentile) tiene 16 y es
un adolescente excesivamente emocional. Adam (Sam Giambrone) es el más joven y el futuro director armado con una
cámara en la mano. Completan la familia el querido abuelo Al ‘Pops’ Salomón (George Segal), el hombre salvaje del
clan y un desvergonzado donjuán, que es el maestro de Adam en los caminos del
amor. Cuando Pops compra un nuevo coche deportivo y ofrece su Caddy a Barry,
que ya es suficiente mayor para conducir, esta familia (ya muy nerviosa) se
sitúa al borde del caos.
Vuelven los 80…otra
vez… pese a que “The Carrie Diaries” sea
la única comedia de esta década que haya querido escarbar en un territorio tan
reivindicado por una serie de culto como “Freaks and Geeks” o la
reciente “The Americans”. Realmente
el piloto de “The Goldbergs” queda
definido en sus créditos finales donde Adam
F. Goldberg nos recuerda la inspiración real con las grabaciones que
originaron la comedia. ¿La realidad superó la ficción? ¿Es todo un ejercicio de nostalgia propia por encima del divertimento general? Lo cierto e inevitable es que esta serie tiene dos brutales lastres que prácticamente arruinan cualquier
intento de supervivencia: “Aquellos
maravillosos años” y “Modern
Family”. La suma de ambas estructuras parece ser la respuesta del libreto
del piloto y de lo que veremos en su primera temporada. Cuentan aquellos
que han crecido en los suburbios de Filadelfia durante los 80 que la serie se
ha currado de sobremanera la ambientación y el ambiente con mal gusto pese a
algunos anacronismos... aunque, ¿no tenían un copioso material original de vídeo para recrear perfectamente lo vivido por el propio Goldberg?
¿Su truco? Nostalgia
con referencias a la cultura popular a porrillo [abrimos con “Kárate Kid” y tenemos una banda sonora
ochentera con ‘Centerfold’ de The J. Geils Band y ‘Can't Fight This Feeling’ de REO Speedwagon con referencias al
universo de los Gobots], gritos, gritos, gritos, gritos, gritos, gritos, gritos,
gritos, gritos, gritos, gritos, gritos, gritos, gritos… y más gritos y algo de
comedia con un notable sketch final y un desigual reparto de gags y chistes. Me gusta la idea de que hayan creado un lenguaje propio al padre
basadas en expresiones que tiene ser subtitulado para entender el concepto. El
piloto, además, tiene algunos buenos golpes de humor y momentos, tal vez
empañados por una manifiesta manipulación emocional e instantes sensibleros
para acercar al público a esos personajes tan gritones. También consta que un chiste sobre rebozarse por los pechos de una
niña propiciado por un diálogo del protagonista y narrador de unos diez años de
edad no habrá sentado nada bien a liga de mamás-ultra-conservadoras de EEUU.
Pero que nada… nada…
Y es que “The Goldbergs” tiene la difícil (e
imposible) tarea de quitarse el tufo a revisión bastarda con judíos de las
inolvidables vivencias de los Arnold y competir dentro de la parrilla con los
esquemas (en neurotic-mode) de “Modern Family”. Esperemos que el
piloto sea simplemente una presentación y que se atrevan a formular un
crossover vía máquina del tiempo de los Goldberg, los Arnold, los Dunphy y los
Pritchett… o al menos aumente el grado de locura inversamente proporcional a
los gritos, porque si uno quita la nostalgia y la ambientación a la serie le
queda una comedia del montón... con doscientos millones de gritos. ¿Otro ejercicio de maquillaje emocional para
tapar sus numerosos defectos? Eso sí, queda patente que en esa casa necesitaban
ayuda psiquiátrica por lo que recomiendo “The
Goldbergs” a todos los estudiantes/interesados de psicología y fans del
comportamiento humano más abrasivo.
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