Serie de TV
“Vinyl”
EEUU
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Creada por Mick Jagger, Martin Scorsese, Rich Cohen y Terence Winter, esta nueva serie dramática está ambientada en la década de los 70 en Nueva York. Se trata de un paseo a través del sexo-y-las-drogas de la industria de la música en los albores del punk, disco y hip-hop. El espectáculo se centra en el punto de vista de un presidente de un sello discográfico, Richie Finestra ―interpretado por Bobby Cannavale―, que está tratando de salvar su compañía y su alma sin destruir a todo el mundo en su camino. Los personajes regulares de la serie también cuentan con actores como Olivia Wilde, Ray Romano, Ato Essandoh, Max Casella, PJ Byrne, JC MacKenzie, Birgitte Hjort Sørensen, Juno Temple, Jack Quaid, James Jagger y Paul Ben-Victor. Scorsese, Jagger y Winter son los productores ejecutivos junto con Victoria Pearman, Rick Yorn, Emma Tillinger Koskoff, John Melfi, Allen Coulter y George Mastras. La primera temporada está compuesta por 10 episodios.
Toda serie (y leyenda televisiva) ha de tener un comienzo y se puede confirmar que “Vinyl” no ha supuesto el mismo maremoto que provocó en su momento “Boardwalk Empire”. Allá por 2010 Terence Winter debía coger el legado de “Los Soprano” y utilizar el bestseller ‘Boardwalk Empire: The Birth, High Times and Corruption of Atlantic City’ para construir un nuevo clásico para HBO. La cadena de cable en aquel entonces necesitaba volver a ser el santo y seña de la seriefilia y tratar de disputar el trono a “Mad Men”. Es cierto que el espectáculo dedicado en cuerpo y alma a esculpir un icono como Nucky Thompson, pese a su infinidad de premios y reconocimiento, acabó siendo un drama minoritario y de culto. Podemos entender “Vinyl” desde su piloto replegado sobre aquel que también dirigió Martin Scorsese para “Boardwalk Empire”, dejando su sello esta vez en lo que pudiéramos definir como un largometraje al servicio de la idea que planeta. Previamente, deberíamos establecer una evolución en las colaboraciones de Winter y el director de “Uno de los nuestros”, instaurando en la excelente “El lobo de Wall Street” una pieza idónea sobre la que pivotar el concepto de la serie y reflejarse. No es que Richie Finestra tenga parecidos visibles con Jordan Belfort, salvo esos excesos y drogodependencia con especial interés por la cocaína, pero incluso la utilización de Bobby Cannavale (conocido por su gran papel de Gyp Rosetti) vuelve a remitirnos a esa sensación de reciclaje y reconstrucción por parte de un par de genios que desean sorprendernos. Tal vez “Vinyl” llegue en mal momento al contar ya con una falsa competencia que pudieran establecer “Nashville” o “Empire” o, simplemente, le pedimos un imposible que es incapaz de ofrecernos. Evidentemente HBO está en otra liga y en este caso ―y para mal― también en lo que audiencias se refiere. ¿Viviremos un caso similar al de “The Brink” volviendo a tener una cancelación tras su renovación o en el fondo estamos ante la propia alegoría y falta de interés que genera completamente tal sobredosis de calidad sobre nuestra pantalla?
A pesar de tener carácter y mucha personalidad a “Vinyl” le falta crear el suficiente carisma y atracción al otro lado de la televisión que una producción con su clase mereciera. Puede que aquí entremos de lleno en sus carencias, en la necesidad de apuntalar a un antihéroe condenado a la autodestrucción por mantener su sueño y epifanía de sentir ese éxtasis que supone la música para completar su gran vacío y superar su conflicto interior. Richie Finestra halla la señal que tanto estaba buscando al cierre de su completo piloto, aunque reconstruir su presente para consumar su visión de futuro no es un camino fácil. Su turbulento pasado da la impresión de arrastrarlo a esos recuerdos y fantasmas que delimitan un cada vez más enrevesado pasaje plagado de culpabilidad y, sobre todo, situaciones y compañías equivocadas. Importa más el sentimiento que la propia estructura de esa canción e himno que invita a la nostalgia y, tal y como refleja “Cyclone” (1x06), la serie de HBO puede gestar grandes homenajes a figuras del misticismo musical y popular como a David Bowie. Esas capas respecto a la industria discográfica ―y la otra cara del mundo del rock gracias al microcosmos que personifica ese sello discográfico (American Century Records)― van amoldándose a un espectáculo con múltiples ramificaciones y personajes, cuyo trono ocupa Richie Finestra. El protagonista sabe que la venta de su compañía no es el camino correcto para marcar su redención pero da la impresión de que cada paso que trata de dar queda atorado en ese concepto metafórico respecto a su pasado. Su vinculación con un asesinato o con la mafia aportan también una porción de suspense y que el antihéroe trate de compensar con su adicción esa subida de adrenalina y tensión constantes.
La serie cuenta con la participación de James Jagger (su padre es productor de la serie) para interpretar al líder de una banda que conforma ese toque de ficción para trazar una línea hacia la mitología y orígenes del punk, para que “Vinyl” sea bastante más que drogas, sexo y mucho más que rock & roll. Tal vez toda la experimentación (el show incluso puede bascularse hacia el lado más salvaje de “Miedo y asco en Las Vegas”) nos remita a su propia banda sonora y un juego de conexiones referenciales, como si fueran espirales moduladas sobre infinitas líneas y ese concepto que tratara de amoldar el desconcierto. Da la impresión de que el orden lo aporta la calidad y los libretos que tratan de dar autenticidad a una época e industria en la que no nos extraña esa vinculación con el crimen organizado para dotarlo de la apropiada mitología. Los personajes parecen acabar siendo espectros un tanto desagradables que tratan de escapar de la dura realidad ―y sus ataduras personales y/o familiares― a través de los reflejos de la cultura popular. “Vinyl” cuenta con la suficiente energía desde sus créditos aunque considero que necesita algo más para cautivar a una audiencia (digamos) generalista y más amplia. Tal vez el humor negro sea la clave o todo sea cuestión de carisma. “Alibi” (1x10), season finale, marca el clímax utilizando diferentes mecanismos de tensión para amoldar ficción (Nasty Bits) a los New York Dolls ya presentes en el piloto del show en ese concierto que representa la alegoría de un disco sobre el gira la serie. La puntiaguda aguja da el apropiado cuño al poder de Corrado Galasso ante la ‘traición’ de Zak Yankovich y el doble juego de Finestra siendo el informador de la policía para volver a cerrar el círculo sobre los negocios turbios de la mafia; acabando en el proceso con el testigo (Joe Corso) que pudiera posicionar al antihéroe en la escena del crimen de Buck Rogers. En la despedida de la primera temporada del show de HBO no podía faltar una sobredosis (ni Yoko Ono) y una gran catarsis sobre el escenario dando a entender que las grandes memorias del rock & roll siempre tienen una contracrónica que las desmitifica. Alibi Records es una realidad y Nasty Bits una realidad retroalimentada por la polémica y un preparado arresto policial. Finestra sigue atrapado entre dos mareas aunque ahora ha conseguido estabilizarse y ya sabe cuál es el destino de las ratas en una organización criminal… Así que a golpe de algo de caos (y espray en mano) con banda sonora de MC5 (‘Kick Out the Jams’) y al grito de FUCK THIS PLACE UP acaba una primera temporada que desea establecer en las miradas de Finestra y Yankovich un pilar sobre el que asentar su futuro. ¿Es suficiente? Tal vez aquella frase seriéfila en “He in Racist Fire” (1x05) defina a la propia serie: «Di lo que quieras, tu coño no miente». Y el ‘sexo’ de esta serie necesita causar un irrefrenable frenesí en una gran horda de televidentes porque, a veces, poco importa la ‘intelectualidad’ o las referencias culturales/musicales. Importa el acto erótico del amor entre ambos lados de la pantalla y muchas veces el show de HBO da la sensación de que toda esa lascivia y pasión no atraviesa la misma. ¿Lo conseguirá a su segundo ‘álbum’ o la primera impresión es la que vale?
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