“Monster”, primer episodio de la segunda temporada de “Fear the Walking Dead”, ha llegado para que olvidemos los sinsabores de la última entrega de la serie original de AMC y nos centremos en su spin-off. Recuerden, la única forma de sobrevivir a un mundo loco es aceptando la locura… aunque ese nuevo escenario y precuela tampoco puede sorprender a los curtidos seguidores del subgénero; simplemente se limita a apuntalar conceptos entre conexiones y homenajes. Interesa más cómo los personajes abrazan esa locura y creo que la mejor secuencia del season 2 premiere es aquella en la que Madison Clark escucha ‘el canto de las sirenas’ sin que sepa realmente aquello que oyó. ¿El sonido se transmite de forma extraña en el agua? ¿En el fondo del mar nadie podrá escuchar tus gritos? ¿O, tal vez, es el chillido final al unísono respecto al final del mundo? En cierto modo, el espectáculo desea recordarnos que es un drama con cierto trasfondo metafórico sobre la actualidad sociopolítica siguiendo el legado de George A. Romero y los planteamientos pasan por explorar las heridas abiertas en los personajes y su implicación moral para hacer frente a la supervivencia. ¿Cuál es el precio? No es agradable sobrevivir en un Apocalipsis Zombie y el concepto de dolor simboliza el concepto trágico de la humanidad cuando los protagonistas se dan cuenta de que no podrán salvar a todo el mundo y que el acto de realizarlo tendrá consecuencias… Pese al inicial ritmo frenético en la apertura de “Monster”, “Fear the Walking Dead” sigue teniendo ese desarrollo lento que la aportación de Abigail, como vehículo, para solaparse a la narración y el propio estado de la serie. ¿Dará, al menos, las pertinentes y necesitadas respuestas que necesitamos? Repasemos el season 2 premiere.
Tal vez esperemos de “Fear the Walking Dead” ciertas explicaciones teniendo en cuenta que por declaraciones no tendremos (de momento) un tercer espectáculo que desarrolle, por ejemplo, la investigación de virus que provocó el fin del mundo. El spin-off da la impresión de declinar de instaurar una mitología pertinente que aclare esos misterios, dejando claro que las respuestas estarán en punto de muerto (de momento). Como no esperamos a los supervivientes de “Flight 462” hasta el tercer episodio, los peligros son los vivos y los muertos y las mecánicas de “Fear the Walking Dead” conviven con las del show que adapta los cómics de Robert Kirkman. En realidad, el abrazo de esa locura ya lo hemos visto en los supervivientes con los que se han topado Rick y los suyos: desde el paso al lado oscuro (Shane) hasta la megalomanía y los delirios de grandeza de El Gobernador pasando por vertientes enfermas como The Wolves o el canibalismo de los habitantes de Terminus. Todo el mundo que quiera sobrevivir debe adaptarse o mutar en una nueva forma. Negan es posiblemente esa reinvención para delimitar unas nuevas leyes sobre las que asentar el nuevo mundo, posicionándose en un lado antagónico las ideas que tenían Deanna Monroe o Hershel Greene para reflotar la humanidad. “Fear The Walking Dead” es un espectáculo demasiado verde y temprano tanto en esa anterior y citada cronología como en la metamorfosis de sus protagonistas. Se intuyen cosas, como alianzas y caminos morales en construcción a rebufo del cierre de su anterior temporada. Incluso Alice se va a dar cuenta que algunos los supervivientes, supuestamente confiables, no son de fiar sino grandes amenazas que desean aprovecharse de la situación sin que sepamos qué clase de locura están abrazando. “Monster” nos deja en nuestro tejado identificar al monstruo al que hace referencia el título del episodio. ¿Se trata de ese concepto genérico del muerto viviente? ¿De que el ser humano se transforma en un lobo (y monstruo) para otro ser humano?
La imagen que mejor describe el concepto se ejecuta en su comienzo, donde vemos que Madison, Travis y Chris luchan con varios infectados en la playa en plena noche hasta que son recogidos por Nick en una lancha junto al cuerpo de Liza. La idea es que todos ellos vean una vez a bordo de Abigail que el infierno ha tomado forma y está engullendo Los Ángeles (y al propio mundo). Al otro lado de ese averno se encuentra la salvación y, al día siguiente, Strand informará al grupo que su yate tiene la suficiente autonomía para llegar a 3.000 millas y su destino es San Diego… para esperar recibir ayuda de la Marina o de la patrulla fronteriza. El season 2 premiere tampoco quiere quedarse en ese concepto dramático/familiar que tanto está aburriendo a muchos sino que desea dibujar ciertas líneas de suspense respecto a las intenciones de Strand y los peligros que acechan a los protagonistas. En cierto modo, el show de AMC desea apuntalar la idea de que perder la poca humanidad que queda en el mundo es sinónimo de transformarse en esos voraces monstruos que incluso acechan flotando en el agua. Incluso la secuencia más catártica del capítulo nos recuerda que el horror sigue ahí, presente y a la espera. También que otros grupos de supervivientes han comenzado a dar caza al resto. Nada ni nadie está a salvo.
Y aquí cada loco con su tema. Chris tiene (y debe) superar la muerte de su madre y evidentemente los escritores juegan con ciertos conflictos autodestructivos. La idea es que la doble lectura de ver cómo declina acompañar a su 'familia' en esa mesa y comida ―dentro de una secuencia con inclinaciones sociopolíticas a modo de alegoría― y se lanza al mar. No resulta novedoso ver en el universo originado en TWD que un personaje se quiera quitar la vida ante la imposibilidad de sobrellevar ese nuevo mundo. Por el contrario, Chris quería simplemente nadar y dar pie a los guionistas a introducir varios conceptos de peligro gracias al rescate de Nick: algo o alguien atacó otro barco de supervivientes dejando una ristra de caminantes flotando esperando hincar el diente a cualquier cosa que se les acerque. Ayudar puede ser peligroso y acercarse al filo de un cuchillo, trata de nuevo de decirnos el espectáculo. Por otro lado, los atacantes están de regreso y son más rápidos que el yate de Strand. ¿Qué querían antes atacando a la otra embarcación? ¿Por qué hicieron lo que hicieron? ¿Es el grupo de Jack? ¿Tiene ahora sentido esos sonidos que escuchó Alicia mientras hablaba con Jack? ¿La idea es que las supuestas víctimas se transformen en verdugos?
Por otro lado, Madison y Daniel empiezan a sospechar de las auténticas intenciones de Strand. ¿Por qué quiere ir a San Diego y fiarse de aquellos (el ejército) que le metieron previamente en una celda? Lo único que sabemos es que Strand deja claras tres cosas:
1.- El yate es suyo.
2.- El yate es suyo.
3.- El yate es jodidamente suyo.
Es el puto amo, ¿qué esperaban? Esperemos, no obstante, que todo esto comience a ir a buen puerto…
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Lo que me gusta de esta serie es que recupera ese miedo inicial que había en The walking dead a los zombis, el cual se perdió con el tiempo y es que ahora van como si nada, salvo algunas excepciones, todos se comportan con bastante tranquilidad. Seré muy rara, pero por muchos caminantes que viera jamás saldría fuera de mi refugio con toda parsimonia como si no siguieran representando un peligro. Aquí si he notado esa sensación de escalofrió y de "ay que casi me muerde", esta bien recuperar esa tensión con los peligros que representan los muertos.
ResponderEliminarMe hubiera gustado un poco más de interacción con lo que ocurre en la ciudad, el bombardeo en Los Angeles es un calco del que vimos en Atlanta. Prefería que no hubieran abandonado aun la ciudad, creo que desaprovechan este concepto de una gran urbe envuelta en el caos y la muerte. Pero bueno, siempre quedan los peligros del mar.
Yo me hago dos preguntas: ¿qué demonios esconde Strand? ¿y por qué a la vez te gusta y no te fías de él?
Pienso seguir viéndola, así se mata el gusanillo de zombis y gente chunga que ofrece la serie madre.
Saludos!