“Orgullo + Prejuicio + Zombies”
Título original: “Pride and Prejudice and Zombies”
Director: Burr Steers
EEUU / Reino Unido
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Una misteriosa plaga se ha propagado en la Inglaterra del siglo XIX, el país está invadido por no-muertos y Elizabeth Bennet es una experta en artes marciales y el manejo de las armas. Dejando a un lado los prejuicios personales y sociales, Elizabeth y Mr. Darcy deben unirse en el sangriento campo de batalla para librar al país de la amenaza zombi y descubrir el verdadero amor que sienten el uno por el otro.
Es una verdad universalmente aceptada que todo zombi que tiene cerebro siempre necesita más cerebros.
Es posible que aquello que mejor sintetice “Orgullo + Prejuicio + Zombies” sea el objeto sobre el que se envuelve y más conscientemente se representa. Desenterrando el material del clásico de Jane Austen, Seth Grahame-Smith aprovechó la tendencia global y fervor popular respecto a los zombis para gestar un best seller antes de escribir la también adaptada a la gran pantalla “Abraham Lincoln: Cazador de vampiros”. Precisamente lo que falta al film de Burr Steers es lo que ofrecía en exceso el dirigido por Timur Bekmambetov, ya que existe cierta pobreza por someterse al delirio por lo exagerado y lo hiperbólico sin importar recurrir al explosivo ridículo como recurso. No obstante, al igual que esa película con pésimas críticas la proposición empieza y acaba con el propio título. Concretemos en que la cinta protagonizada por Lily James y Sam Riley es la crónica de un cadáver reanimado, atrapado en su condición de ser un pasado que trata de aferrarse al presente y ‘devorar’ el cerebro de todo ser vivo que se ponga delante de su presencia. “Orgullo + Prejuicio + Zombies” lo tiene complicado al quedarse en tierra de nadie. Ni acaba ser una parodia desatada de “Orgullo y prejuicio” ni una inteligente burla que consiga brillar al quedar encasillada en los temas y estructuras que planteaba Austen. Sencillamente se percibe que los muertos vivientes son un risible añadido, simple marketing que acaba por embarrar un proyecto que debería ser más gore y explícito al buscar desesperadamente un rating PG-13. Steers, por lo tanto, queda enmarañado en ese limbo fílmico sin poder gestar un clásico de culto como “Zombies party” de Edgar Wright o, al menos, un entretenimiento que sirviera a la actual cultura popular para exhumar lo clásico. Pero aquí se revela simple putrefacción de diseño, eludiendo ser un reencarnación hambrienta, ágil y reanimada, encarnando finalmente un cuerpo sin vida y recompuesto con irregulares fragmentos y piezas de otros cadáveres por mucha cuidada elegancia en su representación.
Tal vez para entender el fiasco que puede suponer para muchos “Orgullo + Prejuicio + Zombies” basta con comprender que nos hallamos ante una fiel adaptación al texto de Jane Austen sin querer reconducirse hasta un lado más oscuro, perverso y transgresor de la ficción de explotación. Encorsetada de cuello a cintura, los movimientos de la película son limitados aunque interesaban sus posibilidades de plasmar un Apocalipsis Zombie en la época victoriana gracias a un prestado de “Braindead (Tu madre se ha comido a mi perro)”, reciclando el concepto del mono-rata por una plaga virulenta y abominable llegada a Inglaterra de una de sus colonias. La idea más inteligente tanto de Grahame-Smith como de Bennet es ceder al discurso de la liberación de la mujer a través de las artes marciales, estableciendo una alegoría sobre su control sobre su cuerpo y capacidad de reivindicar su valía en esa danza mortal que representa la coreografía impuesta por la alta sociedad. Incluso su papel como entrenadas guerreras despierta de nuevo ese sentimiento y proyección de obligación y compromiso por parte de un rol que delimita a la mujer en una época donde se asocia la violencia como nuevo lenguaje del cortejo. Todo bien pudiera resumirse en esa frase que nos indica que el amor es la más peligrosa de las armas, denotando que lo ‘cursi’ finalmente se impondrá en el paupérrimo festival pirotécnico de acción. La fallida basculación del film entre ambos conceptos conduce a la inmediata decepción e incluso aburrimiento, aunque su discurso se sujeta sobre esos reflejos entre los vivos y los muertos que tan bien ejecuta la mejor versión de “The Walking Dead”. Esos zombis que desean reconstruir la sociedad e incluso aspirar a ser parte de la aristocracia es un fiel y sarcástico reflejo de esa representación de la nobleza también putrefacta y que debería ser enterrada en pos de una nueva era. El problema de “Orgullo + Prejuicio + Zombies”, por el contrario, es que le falta el humor para saber recrearse en el subgénero como hacía “Bienvenidos a Zombieland” y añora tanto a una arrebatada heroína como el desparpajo gamberro de “Grindhouse (Planet Terror)”. Aquello que sí es agradecido, sorprendente y mordaz es que el reparto esté formado por caras conocidas del ámbito televisivo, que esos actores que interpretaron a la ‘alta sociedad’ en otras producciones ahora ocupen otro espectro alejado de tal concepto y, al mismo tiempo, se asienten sobre sus habituales cánones; como si lo viejo y lo nuevo (junto a la metareferencia) tratara de convivir en el mismo espacio. Y aquí incluso pudiera tener una mención especial los fichajes de dos Lannister fundamentales en la progresión de “Juego de Tronos” como Lena Headey y Charles Dance para modular un así ese pretendido juego de espejos (entre la vida, resurrección y muerte), cuyos destellos y reflejos no van más lejos que esa simple proposición y título que acaba siendo la película.
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