miércoles, 14 de enero de 2015

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Empire: ¿Shakespare? Bitch please!

Serie de TV
“Empire”
EEUU
2015

Sinopsis (Página Oficial):

Un nuevo y poderoso drama que sigue al jefe de un imperio de música cuyos tres hijos compiten por el trono.

Crítica Bastarda:
Empecé a vender drogas cuando tenía nueve años en Filadelfia. Lo hice para alimentarme. Pero fue la música que se reproducía en mi cabeza la que me mantuvo vivo cuando pensaba que iba a ser disparado. Y fueron las melodías que soñaba las que me mantuvieron caliente cuando estaba durmiendo en la calle. Veréis, la música me salvó la vida. Sin embargo, los tiempos han cambiado. Internet ha destruido la capacidad de los músicos para hacer dinero, porque nuestro trabajo se está descargando gratis. Y ahora es imposible para chavales desprotegidos que crecen en los suburbios superar la pobreza de la forma en que yo lo hice. Vamos a cambiar todo eso. Empire Entertainment se ha presentado para ser una empresa de capital abierto en la Bolsa de Nueva York.
El piloto de “Empire” —dirigido por Lee Daniels— y semejante monólogo del protagonista me deja las cosas claras: huir de esa serie antes de que acabe la primera canción. En la presentación del personaje principal comprobamos dos factores fundamentales: 

a) Hará lo que sea para exprimir el talento de sus artistas e incluso utilizar trucos de mal gusto: «Necesito que cantes como si fueras a morir mañana. Como si esta fuera la última canción que cantaras. ¿Me oyes? Enséñame tu alma en esta música. […] Retrocede en tu mente hasta hace un año. Cuando acababas de descubrir que tu hermano había sido disparado. ¿Cómo se siente? ¿Cómo te sentiste cuando tuviste que ir a identificar su cuerpo?».

b) Es un enfermo terminal (y algo cerebral) de ELA y le quedan tres años de vida… e incluso menos.


Con este material no esperen un drama shakesperiano con dos hermanos enfrentados a nivel musical y un tercero que quiere hacerse con el control de la compañía aprovechando semejante guerra abierta. Solamente uno de ellos puede hacerse con el trono de ese ‘empire’ y aquí aparece la huella de un culebrón que debería fijarse más en Shonda Rhimes y en los méritos de Nashvilley menos en “Dreamgirls”. No es que introducir a un homosexual en la industria musical afroamericana sea demasiado original o revelador teniendo en cuenta el éxito actual de crítica y público de Frank Ocean. La homofobía, en realidad, es el gran campo dramático del show para ese patriarca (y rey) cuya vuelta de tuerca queda revelada incluso antes del final del piloto: es un gánster homófobo y su punto débil es también esa Lady Macbeth —salida de prisión a lo Lady Gaga con banda sonora de Timbaland— o Leonor de Aquitania para este caso llamada Cookie (Taraji P. Henson). 


El funcionamiento de la serie, de momento, es simple: gente que se pone delante Lucious Lyon (Terrence Howard) y no para de repetirle «Quiero lo que es mío». Una y otra vez. Una y otra (y otra) vez. Y, así, hasta que acaba el episodio. El problema de “Empire” es que no salgan demasiados culos a lo Nicki Minaj, como marca la actual tradición del mainstream, sino que no hay demasiado que serializar en una soap-opera al servicio de FOX que trata de aferrarse a una versión más sofisticada (y tróspida) que blaxploitation de “El rey Lear”. Un momento, ¿Shakespare? ¿De verdad? Bitch please!

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