Serie de TV
“Allí abajo”
España
2015
Sinopsis (Página Oficial):
Iñaki (Jon Plazaola) tiene cuarenta años y sólo ha salido de Euskadi para echar gasolina barata en Francia. Vive en San Sebastián con su madre, Maritxu (Ane Gabarain), la clásica matriarca vasca, absorbente y dominante, inasequible a la sonrisa. Un muro de contención emocional que entiende la vida como una obligación constante. Para ella, como para muchas madres, Iñaki es un niño eterno incapaz de funcionar por su cuenta en la vida. El único intercambio afectivo que mantiene Iñaki es con su 'cuadrilla' de toda la vida, sus tres mosqueteros siempre dispuestos a buscar una excusa para organizar una cena con su consiguiente partida de mus. Iñaki regenta el bar que heredó de su difunto padre, una taberna rústica donde trabaja Nekane, una camarera que está locamente enamorada de él, aunque, como buena mujer vasca, nunca se lo ha dicho... Y así, el día a día de Iñaki transcurre plácidamente, hasta que un día se ve obligado a acompañar a su madre a Sevilla en un viaje del Imserso, su vida da un cambio inesperado y radical, para el que no está preparado. Para Iñaki, nada volverá a ser lo mismo una vez esté atrapado... ‘Allí Abajo’.
Considerada una absoluta maravilla, la mejor comedia de la historia, la comedia definitiva, lo mejor de la comedia vasca y andaluza y con un recital interpretativo estupendo-estupendísimo… lega “Allí abajo”, absoluta obra maestra de la televisión… de Plutón… y su usted vive, al parecer, allí abajo. El sinfín de halagos previos creció tanto como la tripa de Falete con aerofagia y llegaron todavía más flatulencias: hacía falta una comedia así, la comedia costumbrista de este año, sorprendente, la mejor serie del año, deliciosa, imposible no reírse a carcajadas, lo más esperado… ¿Es “Allí abajo” tan buena? ¿Tan obra maestra? ¿Tan de Plutón y Mordor? ¿De verdad? Comparada con “Aquí Paz y después Gloria”… puede que sí. Bueno, comparada con la nueva serie de Resines una cinta snuff protagonizada por tu ser más querido es más divertida e incluso disfrutable. Que la nueva joya catódica protagonizada por Jon Plazaola y Maria León haya sido etiquetada (en este mundo etiquetas) como “Ocho apellidos andaluces” no deja de remarcar su condición de hija bastarda de una moda y tendencia al servicio del populismo. Sí, otra etiqueta más. Si “Ocho apellidos vascos” era ya una copia descarada de los éxitos del cine francés paridos por Dany Boon como “Bienvenidos al Norte” —con toda clase de tópicos patrios y caspa por bandera—, la tendencia se ha convertido en moda al servicio televisivo y cinematográfico. Este año Atresmedia no ha perdido el tiempo respecto a la competencia con “Perdiendo el norte” triunfando en salas y el estreno de “Allí abajo” en la pantalla pequeña. Jugada perfecta… aunque no deje de ser una jugada… y simple marketing como respuesta al marketing. Otra etiqueta más…
Que “Allí abajo” no haya superado el récord que tenía “Compuesta y sin novio” de Lina Morgan, considerada una de las 50 peores series de televisión de la historia, deja todavía todo más claro y cristalino el asunto. La nueva serie de Antena 3 era la crónica de un calculado éxito asegurado desde su concepción y primeros pases para público y medios. Pan del pueblo horneado en su justa y estudiada medida. ¿Y para los trolls que no vivimos en Matrix qué? El viaje a Andalucía de ese ‘hombretón’ vasco ya en su treintena —que nunca ha salido de Euskadi— junto a su influyente matriarca maleducada a lo ‘Grumpy Cat’, nos conduce a un recital de lugares comunes en el reino meridional. Pese a que nos recuerdan que por debajo de Burgos todo es África, para cualquier europeo con dos dedos de frente el tercer continente más grande del mundo comienza en Los Pirineos. Por lo tanto, “Allí abajo” relata la lucha de distintas y variopintas tribus africanas por demostrar cuál de ellas es la más estúpida de la —ya conocida en todo el Imperio austrohúngaro— Venezuela de la Unión Europea. Después de sucesos tróspidos y paranormales, Maritxu queda en coma y su hijo atrapado en esa provincia medieval del Reino de Mordor dejando atrás una vida de mus, alcohol, amores no declarados y juergas. En resumen, tragedia, espanto… y, por supuesto, Andalucía… con vascos alcohólicos o con falta de un hervor (o varios).
Todo se siente como un sketch de “Vaya semanita” alargado y sin gracia. Prueba de ello el siguiente diálogo repleto de chistacos:
—Soy el Doctor Almenar. Su madre ha sufrido una fuerte conmoción.
»Es que Sevilla es demasiado folclórica para ella.
—No, quiero decirle que su madre ha venido con un fuerte golpe en la cabeza.
»Bueno, fuerte… a ver qué os ha dicho… Un día en Sevilla y ya está exagerando.
—Señor, su madre no nos ha dicho nada porque su madre está en estado inconsciente.
»¿Que está en dónde?
—¿Está usted seguro que no se ha dado un golpe en la cabeza?
»No…no, no, no…
—Vamos a ver. Su madre está inconsciente. Puede que sea algo transitorio pero las primeras 24 horas son fundamentales.
»¿24 horas desde cuándo?
—Desde ahora.
[…]
Ante tanta sobredosis de humor uno no sabe reír o buscar un punzón para reventarse los globos oculares y los tímpanos y acabar definitivamente con semejante sufrimiento. No entiendo nada. Ni las decisiones técnicas como esos zooms que hacen preguntarse al espectador: ¿esto es una comedia made in Spain o una de Jason Bourne? Mucho menos ese juego televisivo de acentos regionales que únicamente encontró gracia en el doblaje de “Kung Fu sion”. Y todavía es menos comprensible que los mismos que critican a la plutoniana obra maestra televisiva llamada ‘Alfombra Roja Palace’ alaben algo tan casposo y rancio como “Allí abajo”. ¡Qué vuelva el destape, el cine de barrio con folclóricas y se dejen ya de tantas tonterías! En el segundo capítulo sale Carmina Barrios y muchos esperamos que se coma a todos cual yogures azucarados. No obstante, puede que en África llevemos en nuestro ADN este tipo de humor y adicción a la caspa, a la gracieta del acento regional, a reírnos de nuestros prejuicios localistas y a pasarnos por ‘allí abajo’ cualquier atisbo de juicio, inteligencia y lógica. A los africanos nos encanta lo cutre y casposo y todavía más en la intimidad. He aquí una nueva prueba a tal estudio y efecto. Que nadie le dé más vueltas ni mucho menos ponga el grito en el cielo cual nazgûl alado porque las cosas son así en Mordor: un orco y criatura de la oscuridad tiene lo que se merece y que se la metan entera por… ‘allí abajo’.
P.D.: Sigo sin ver “El Ministerio del Tiempo” y me considero una persona feliz y completa.
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