“Big Bang” se ha convertido en una sitcom afectada por un trastorno de personalidad pasivo-agresivo que envuelve tanto a los protagonistas como a los guionistas y productores. Tiene todos los síntomas a tal efecto: ambigüedad, olvidos y lapsus frecuentes y suele echar la culpa a otros (los que criticamos constructivamente somos siempre los malos de la historia). Sin contar con sus otros indicios: tardanza crónica y olvido, no expresar hostilidad o enfado de forma abierta, miedo a la autoridad y a la intimidad, fomento del caos, ineficiencia intencionada, crear excusas y mentir, obstruccionismo, deja las cosas para más tarde, resentimiento, se resiste a sugerencias de otros y, por supuesto, sarcasmo… del malo. Wikipedia dixit. La cuestión es que desde que “The Big Bang Theory” renovó por tres temporadas —para hacer frente a los millonarios sueldos por episodio que pedían sus actores principales y que incluso cuya negociación retrasó la filmación de los primeros capítulos— ha llegado a un punto sin retorno. Tiempo atrás el show decidió cambiar su mecánica y abrazar el éxito internacional mediante un juego de parejitas a lo “Friends”. La vieja sitcom, sobre unos nerds desesperados por ligar e integrarse en un mundo en el que eran incapaces de socializar, desapreció junto a sus mejores ideas y ya míticos y televisivos iconos. Ahora solamente quedan los efectos secundarios. En cierta medida “The Communication Deterioration”, vigesimoprimer episodio de la octava temporada de “Big Bang”, nos lleva a los conflictos internos de una serie condenada a su trastorno de personalidad pasivo-agresivo de aquí hasta su final.
Sheldon reescribe canciones para que los niños se interesen por las ciencias puras. Llegamos al sarcasmo (¿de verdad el Dr. Cooper piensa que sus amigos pueden conocer a Beyoncé?) pero hay que presentar la trama principal. Raj se encuentra entre los pocos científicos a los que han pedido que envíen una propuesta de diseño para un mensaje y su sistema de entrega para las nuevas misiones de la clase Discovery en las que la NASA ha estado trabajando. Se trataría del mensaje de la Tierra en caso de que una de ellas encontrase vida extraterrestre… aunque, tal y como han dejado claro en los 180 episodios anteriores, los alienígenas son Sheldon, Howard y Leonard. Con ese punto de partida se podría hacer algo divertido pero “The Communication Deterioration” acaba siendo tan aburrido como ese trastorno de personalidad pasivo-agresivo que ha transformado a la sitcom en una telenovela con nerds. Raj pide ayuda a sus amigos pero tanto Sheldon como Howard desean imponer sus ideas, provocando que el indio y Leonard se hagan cargo. ¿El problema? Ambos son ‘omegas’, avasallados por los alfas y los betas, sin una personalidad definida que les otorgue la capacidad de tener las ideas claras para un punto de partida.
En “The Big Bang Theory” la evolución más destacada de sus personajes ha sido la de Penny. En esta temporada encontró un trabajo de futuro gracias a Bernadette y se percibe todo un halo de madurez tras haber dejado esa vida de delantal en el Cheesecake Factory y sus sueños de convertirse en actriz. En “The Fortification Implementation” (8x20) se reactivó su regreso a ese mundo de audiciones y papeles en films de Serie Z. El problema vuelve a ser el mismo respecto al trastorno de personalidad pasivo-agresivo del show: los guionistas lanzan proposiciones pero nunca tiene claro cómo gestionarlas en los siguientes capítulos. Por ejemplo, ¿qué sentido ha tenido Emily como novia de Raj si apenas aparece? Penny se ha convertido, en cierto modo, en la madre de todos los personajes tras la muerte de Miss Wolowitz. Incluso es capaz —desde su inusitada madurez de rubia lista y con mayores ingresos que todos sus amigos juntos— reformular el viejo ‘Knock Knock Penny’ para llamar la atención de Sheldon. Necesita el consejo del hombre sabio y sabe cómo obtenerlo. Realmente existe una tercera vía y camino y es la más inteligente… aunque la menos valiente.
Entre venganzas infantiles con cócteles moleculares y fotos en Instagram, Raj y Leonard llegan tras mucho tiempo a la idea de Sheldon y Howard respecto a un sistema de comunicación en 3D. De este modo, todos forman parte de un proyecto del que solamente nos importa el resultado final y cierre del capítulo. “The Big Bang Theory” vive del recuerdo tal y como demuestra la conversación de los chicos. ¿Recuerdas cuando…? Nos gustaría ver un flashback de todos ellos juntos disfrazados como Jabba el Hutt en la Comic-Con pero, en cierto modo, todas esas memorias pasan por Sheldon. Sheldon, Sheldon, Sheldon… ¿Será porque es el personaje más interesante y carismático? De la cabeza de Jabba a tomar un helado con Darth Vader, esa es la historia o el fin de la historia, según se mire. La sitcom se pudiera leer como una comedia al servicio del Dr. Cooper y Penny y ésta vivirá su peculiar ‘Star Wars: La Guerra de los Clones’ en una audición que servirá como catarsis a la rubia respecto a ese mundo que tanto llegó odiar. «Toda esta experiencia me recordó cuánto odiaba ese mundo. Ya sabéis, la ansiedad, la depresión, la negatividad. No quiero sentir esas cosas. Quiero venderle medicinas a la gente que siente esas cosas». La evolución la marca, en resumen, el marketing como a la propia serie de televisión. Los nerds dejaron de ser nerds para vender su postureo al mundo. Así que, tras ser obligada Penny a invitar a cenar a sus amigas, nos quedamos con el desenlace y epílogo de “The Communication Deterioration” como un condimento de ese trastorno de personalidad pasivo-agresivo. “Big Bang” nunca se ha destacado por lanzarse a la aventura espacial pero el capítulo decide cerrar con unos alienígenas viendo a esa apetecible comida ‘sheldoniana’ para recordarnos que cualquier guiño futuro a “Mal gusto (Bad Taste)” de Peter Jackson será siempre pasado.
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Ciertamente esta serie a venido en descenso y lamentablemente nadie la detiene, ojala cambien de rumbo la próxima temporada, si no, no le auguro mucho mas tiempo...
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