“The Imitation Game (Descifrando Enigma)”
Título original: “The Imitation Game”
Director: Morten Tyldum
Reino Unido
2014
Sinopsis (Página Oficial):
Durante el invierno de 1952, las autoridades británicas entraron en el hogar del matemático, analista y héroe de guerra Alan Turing (Benedict Cumberbacht), con la intención de investigar la denuncia de un robo. Al final acabaron arrestando a Turing acusándole de ‘indecencia grave’, un cargo que le supondría una devastadora condena por una ofensa criminal, ser homosexual. Los oficiales no tenían ni idea de que en realidad estaban incriminando al pionero de la informática actual. Liderando a un heterogéneo grupo de académicos, lingüistas, campeones de ajedrez y oficiales de inteligencia, se le conoce por haber descifrado el código de la inquebrantable máquina Enigma de los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial.
Pensemos en “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” como un crucigrama cinematográfico, un pasatiempo subrayado con una plantilla sobre la que se disponen imágenes. En las verticales tenemos la historia, en sus horizontales a sus personajes. El montaje cruza a ambas entre sí, convirtiendo esos huecos en un conjunto pictórico que sugiere un significado dentro de esa grilla compuesta de celdas y ‘referencias’. Deberíamos considerarlo un juego… pero, como ese descifrado del código de la aparentemente inescrutable máquina Enigma, hallar las palabras ocultas de todo ese crucigrama nos remite al principal problema de la cinta de Morten Tyldum: sus soluciones no sólo están a pie de página sino marcadas en su propio papel fílmico. Se trata de un documento escasamente clasificado, con membrete y olor a temporada de premios, con una forma (y bidimensional fondo) que nos remite una y otra vez a Benedict Cumberbatch. Ante nosotros no hay secretos ni códigos que descifrar, simplemente hay que tener un poco de tacto o algo de maña (cinefilia) para ver y sentir sus claros y simples misterios.
El «Heil Hitler!» de “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” aparece en su encabezado, en ese logotipo de The Weinstein Company que revela sus auténticas intenciones: su propio código oculto. El libreto de Graham Moore, no obstante, ofrece distintas lecturas; como si luchara contra esa propia fórmula impuesta que articula todo el film. Pese a sus muchos defectos, Michael Apted tenía más claro el enfoque de “Enigma” al emerger la femme fatale como ese ‘código indescifrable’. No es que la cinta que protagonizara Kate Winslet con esas gafas a lo Harry Potter sea reivindicable; ni siquiera lo fue en su momento. Otra cuestión es que interese la orientación de la historia y su transcripción a pantalla de la novela homónima de Robert Harris. Se trataba de un tradicional drama de espionaje, donde se destacaba el trabajo de todos criptólogos de una forma generalizada. Revisada ahora, sorprende ver tanta máquina de ‘Turing’ junta y tanto personal de contrainteligencia en un gran hormiguero luchando a contrarreloj. En este otro crucigrama se establece la comparación respecto a los materiales que conforman las respectivas adaptaciones. “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” se basa en el libro biográfico, que no novela, de Andrew Hodges titulado ‘Alan Turing: The Enigma’. Hodges —matemático de vocación y profesión— quiso combinar la divulgación científica con un evidente manifiesto a favor del movimiento de liberación gay, siendo su libro publicado a principios de los ochenta el perfecto estandarte a tal fin. Ese código ‘genético’ y creación de la computadora digital nos lleva a su plasmación ficcionada, chocando con el carácter orgánico de la obra, queriendo ser una y otra película para finalmente volver y trascender sobre ese discurso crítico respecto al olvido histórico y la injusticia hacia los homosexuales.
En el film de Tyldum se evidencian sus errores de cálculo al trazar las líneas de sus secundarios, focalizando toda su esencia hacia Benedict Cumberbatch y su complicada personalidad. El director de “Headhunters” trata de lidiar con todas esas fórmulas un tanto agotadas: la película académica con olor a Oscar, el tono cómico afilado ‘british’, el drama de superación personal, el thriller de espías y, evidentemente, una pirueta respecto a la (doble) historia de amor. “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” no se arriesga y no hay nada nuevo en un crucigrama que ya hemos rellenado y prácticamente nos sabemos de memoria. Sus imágenes como ese libreto, articulado en esa caída sobre el crimen de Alan Turing e ‘indecencia grave’ que le desprestigió injustamente por ser homosexual, ahonda en esa condena impuesta y rebuscada soledad con el reverso de ese papel oculto y fundamental para hacer ganar a su patria la Segunda Guerra Mundial. No hay un código que resolver en esa fábula sobre una gran injusticia porque todo está tan subrayado que la banda sonora de Alexandre Desplat simplemente hace rotar el conjunto sobre un mismo eje. Nos queda claro que el ‘Rosebud’ de Turing fue su unión (y amor) de su amigo de la infancia, Christopher Morcom, dotando de sentido su incapacidad para revelar al mundo tanto su condición sexual como en esa única diferencia que pudo establecer entre los seres humanos y las máquinas: el amor, sus secretos. He ahí la conexión de su máquina como la única posibilidad de volver a estar frente a frente con ese gran amigo que le condicionó y marcó, ese criptograma que nunca resolvió. En “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” únicamente me interesan sus lecturas: el Sherlock Holmes televisivo comparte espacio con uno de sus villanos de su última adaptación cinematográfica, Jaime Lannister aparecía en “Enigma” de Apted y Tywin Lannister toma el relevo ahora como ‘antagonista’ o que Alan Turing podía haber soltado al detective Robert Nock un «yo seré homosexual pero tú te follaste a un cerdo en ‘Black Mirror’, ¿quién es el indecente ahora?»…
Salvo ese otro crucigrama televisivo/cinematográfico no estamos ante una cinta de inteligencia virtual sino, en realidad, ante un alegato sobre la diferencia y la propia homosexualidad enfocada al injusto castigo recibido. En ese aspecto se cruza la historia oculta de ese héroe anónimo —y crónica de esas personas insignificantes capaces de hacer cosas maravillosas que nadie hubiera imaginado— con una dura crítica en los créditos finales. Da la impresión de que, finalmente, “The Imitation Game (Descifrando Enigma)” se reduce a un ácido y afilado reproche contra los británicos, revelando que tuvieron que pasar 60 años después de su muerte para que Gran Bretaña saldase una gran deuda histórica con el perdón real concedido por la reina Isabel II en 2013. Nos recuerdan que la homosexualidad fue considerada un delito en ese país hasta 1967 y que quedó ligada al propio suicidio y condena de Turing, héroe anónimo e invisible de la Segunda Guerra Mundial. Podemos estar cansados de que el enfoque de toda ficción al respecto tengamos un héroe distinto, condicionando la propia historia. Por ejemplo, en la reciente “Manhattan” se ofrece otro reverso más acertado sobre la lucha científica a contrarreloj para un gran descubrimiento científico que haga ganar la guerra (la bomba atómica), el juego de espías e incluso un discurso sobre los secretos, implicaciones morales y la homosexualidad como material narrativo. Son las mismas armas que la cinta de Tyldum pero mejor potenciadas o, al menos, más consecuentes con la forma. En realidad, estamos ante un discurso final y lectura un tanto peligrosa del film porque, ciertamente y para un gay, la guerra la ganaron los nazis. Los otros nazis.
P.D.: Si usted ve a un homófobo utilizando internet en una computadora o rellenado un captcha, susúrrele suavemente al oído: Alan Turing, el maricón que inventó esto, envía sus saludos.
Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
me encantó la postdata! la pondré en práctica...
ResponderEliminar