sábado, 9 de agosto de 2014

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Transformers. La era de la extinción: Michael Bay es Dios

“Transformers: La era de la extinción”
Título original: “Transformers: Age of Extinction (Transformers 4)”
Director: Michael Bay (Dios)
EEUU
2014

Sinopsis (Oficial):

Transformers: La era de la extincióncomienza después de que una batalla épica dejó devastada una gran ciudad, pero el mundo quedó a salvo. A medida que la humanidad se recupera, se descubre que un sombrío grupo intenta controlar la dirección de la historia… mientras un arcaico poder plantea una nueva amenaza para la Tierra cuando la pone bajo su punto de mira. Con la ayuda de una nueva casta de humanos (dirigidos por Cade Yeager interpretado por Mark Wahlberg), Optimus Prime y los Autobots se aprestan a afrontar su reto más temible. En una increíble aventura, se sumergen en una guerra del bien contra el mal que a la larga culminará con una batalla climática (y climácica) a través del mundo. Nuevas batallas, nuevos Transformers, nuevas alianzas y enemigos más poderosos que nunca. Humanos y Autobots tendrán que proteger a la humanidad de la extinción. Cade Yeager, tendrá que salvar a su familia.

Crítica Bastarda:

La negación de Dios es una de las mayores y más graves aberraciones de nuestro tiempo. El gafapasta occidental ha querido dar una constatada defunción a Dios desde el silencio y militancia de la filmoteca. Al renegar de Dios y darle la espalda desde el brillo de las patillas de sus gafas de pasta gruesa, han engendrado que el acto puro, infinito y eterno de amarlo quede tan lejano y elevado para aquellos que siguen erigiendo su imagen como ídolo del hombre. Desde el monstruoso y antinatural racionalismo y su arraigada locura por el blanco y negro, han renegado de la fe de aquellos feligreses que acuden en masa a esa experiencia colorista, vital y espiritual, con impecable Dolby Surround 7.1, palomitas y refrescos en el que viven los hombres y mujeres que se acercan a Dios. Creando ilusorios ídolos, desviando la atención gracias al fanatismo tali-nolanista mediante falsos profetas, ratificando en cada una de sus sesudas publicaciones sin apenas fotografías que Dios no existe o ha muerto o, simplemente, burlándose del Todopoderoso y aquel que preside sobre los hombres desde la retórica, la superficial y barata frase hecha y la simplista copia y soniquete. Dios omnipotente permite al hombre débil burlase de Él tal y como permitió ridiculizar su obra y gracia. Dios no ha muerto porque no puede morir, porque Michael Bay es Dios y los Autobots son sus Apóstoles.

Michael Bay es DIOS

La negación de Dios simplemente involucra la destrucción del hombre y de la Tierra. Michael Bay (Dios) es consciente de ese fatídico alimento con el que el Diablo (y los Decepticons) pretenden introducirse en el mundo terrenal, amoldarse secretamente como necesidad cultural. Si usted llora y no de la felicidad en una sala de cine, sepa que esa impiedad proviene de la inhumanidad con la que el Mal trata de desviarlo del camino de Dios, acercarle a la senda de oscuridad, blanco y negro y cine húngaro e iraní. A ese reprobable acto de filmar pasajes naturales sin montaje, primeros planos de gente vulgar y generalmente fea, desabrigada de post-producción digital. Tal y como dijo un sabio «El miedo es el camino hacia el Lado [Gafapasta] Oscuro, el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, el odio lleva al sufrimiento. Veo mucho miedo en ti». Los gafapastas, temerosos de Dios Michael Bay, aislados herméticamente en los escasos márgenes de sus gafas de pasta gruesa y publicaciones ateas y blasfemas como Cahiers du cinéma, han pretendido con un acto de odio consumado alejarse de los actos divinos de Dios Bay. Utilizando la física, el racionalismo, el pensamiento y filosofía científica e incluso la wikipedia, han consolidado la corriente de la inexistencia de Dios Michael Bay y burlado de sus Apóstoles Autobots. No tiene razón y lo saben. No tienen razón. No tienen razón… porque alguien que disfruta viendo una película húngara en blanco y negro de más de siete horas en las que no pasa nada o dice comprender (o sentir) algo tan enigmático y denso que no entiende ni su creador… no puede tener razón. Oh Señor, Oh Dios Michael Bay, ¿cómo podemos hablarles de ti a esos seres humanos que se creen superiores, cegados por su vacío espiritual y unos anteojos impostados, nihilistas y adictos a leer libros que no conoce nadie y que sean de más de 500 páginas de mínimo interlineado? ¿Cómo podemos hacerles creer en tu Obra y Gracia? ¿¡Cómo!?


Gracias a Transformers: La era de la extinción podemos llevar la palabra de Dios a todo el planeta porque Michael Bay es H-A-M-O-R, la fuerza más poderosa aparte de un disparo al corazón de un arma de Optimus Prime. Condicionada a la tortura y crucifixión cual hijo enviado a los ignorantes y despiadados críticos de cine, Michael Bay nos habla del vacío y absurdo que rigen un mundo sin sentido, un mundo condicionado por el odio y resentimiento sobre en el que únicamente aquellos humanos que creen en Dios y los Apóstoles Autobots, liderados por su arcángel camionero, serán salvados de un desalojo por dejar de pagar la hipoteca. El Padre de Optimus Prime y, en realidad, el nuestro es el único y verdadero, fuente de vida, amor, felicidad y 1.598.698.679 millones de explosiones y disparos. Algunos atacarán la palabra de Dios afirmando la estupidez, tedio y mediocridad, cuestionando la grandiosa oda a la cámara lenta como ejercicio de retórica audiovisual. Pero Michael Bay nos plantea la épica y replica, el eterno retorno estructural, el regreso a la estupidez —independientemente al material que rellene la cabeza— de esos seres humanos codiciosos amparados en ese diablo mercenario que representa Lockdown y en aplaudir guiones sin sentido obra de Damon Lindelof porque así lo dictamina la moda cultureta del momento. En realidad, Transformers: La era de la extinción es una intelectual burla a Prometheus de Ridley Scott y Bay no duda en transmutar su prólogo y desenlace, en arrebatar la música del trailer para plasmar la brutalidad del mal en forma de bomba asesina de la muerte. 

Michael Bay te HAMA

Dios Michael Bay no es mainstrean ni hace cine comercial, pese a que nos encontremos con la película más taquillera del año, sino que filma cine documental y social que refleja el capitalismo y superficialidad que condicionan al mundo. Mark Wahlberg manifiesta la corriente conservadora implícita en todo sistema sociopolítico arrastrado por grandes corporaciones con motivaciones económicas y diagonalmente absurdas. El guión deTransformers: La era de la extinción”, por lo tanto, no es ilógico, reiterativo, burdo o provoca vergüenza ajena sino que el propio mundo en el que vivimos es un cóctel molotov de todo lo anterior. Es consecuente que Dios Michael Bay nos haga viajar a China, a su recorrido, expansión y predominancia como nueva cumbre del capitalismo que reina ese mundo fundando sobre dinosaurios hechos popó y manejable metal. No importa si los Dinobots transforman a Optimus Prime en el John Wayne ‘aragornizado’ del Siglo XXI sino reflejar la supresión del pecado carnal, remplazando a Megan Fox o Rosie Huntington-Whiteley por una menor de edad que evite que nadie se lleve la mano que toca el pan al lugar equivocado. Dios es misericordioso pero solamente en Texas, que conste. Esta mastodóntica palabra de Dios se dirige a los más jóvenes y es tan inabarcable, estruendosa y difícil de asimilar que provocará que su cerebro mortal e inferior acabe extenuado, incapaz de comprender el bello y privilegiado mensaje de esperanza y humanidad que ha contemplado. No deje que su mente se extinga, aguante… y ayude a aquellos que reniegan de Dios. Quíteles sus gafas de pasta gruesa, póngales unas 3D, abráceles tan fuerte que no sientan que les está metiendo en la cartera su entrada de esta película y dígales con cariño al oído: Michael Bay es Dios, te ‘hama’ y los Autobots envían sus saludos.

[El autor de esta crítica bastarda antes de escribirla al llegar a Fuencarral con Gran Vía compró unos tallarines a un chino. Pidió kétchup en polvo.]

Reseña publicada en Cinema ad Hoc

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2 comentarios:

  1. recuperate tio creía que estaba leyendo la crítica metahispter de fotogramas

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