jueves, 14 de agosto de 2014

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The Knick: El circo

Serie de TV
“The Knick”
EEUU
2014

Sinopsis (Página Oficial):

Situada en el centro de Nueva York en 1900, “The Knick” es una nueva serie dramática de Cinemax creada por el premiado director Steven Soderbergh. Se centra en el Hospital Knickerbocker y los revolucionarios cirujanos, enfermeras y el personal que trabaja allí, empujando los límites de la medicina en un tiempo con extraordinarias altas tasas de mortalidad y sin antibióticos. Soderbergh dirige todos los 10 episodios de la primera temporada de la serie. Clive Owen interpreta a doctor John Thackery, un brillante cirujano pionero en nuevos métodos en el campo, a pesar de su adicción secreta a la cocaína. Lidera un equipo de médicos, incluyendo su protegido Dr. Everett Gallinger, el joven Dr. Bertie Chickering Jr. y el Dr. Algernon Edwards, un cirujano prometedor al que ha tenido que forzosamente aceptar como su adjunto.

Crítica Bastarda:

Bienvenidos todos aquellos que quieran conocer al padre de todos los dramas médicos. Unamos piezas para entender una de las series más esperadas para el verano catódico de 2014 ya que es imposible no comenzar por Steven Soderbergh como segmento sobre el que pivota toda la ficción. “The Nick” nos remite a la última película (en cine) del autor (Efectos secundarios), donde nos hablaba de un ‘homicidio premeditado’ para entablar un diálogo entre el thriller contemporáneo sobre el género médico. La intoxicación nos revelaba una sociedad enferma en busca de su ‘soma’ químico y artificial y también a un distinto Soderbergh que previamente había dotado de veracidad documental un thriller apocalíptico a golpe de pandemia mundial en “Contagio” o al drama que sufren los concursantes de ‘MHYV’ (Magic Mike). La cuestión es renovarse o morir y tanto el premiado telefilm Detrás del candelabro” como ahora la serie “The Knick” van a revitalizar al cineasta bajo nuevas proposiciones y viejos esquemas, mientras que Cinemax ansía tener shows de calidad (autoral) en su parrilla que domina la pulpa del culto aBanshee


La serie perpetrada por Soderbergh arranca demasiado fuerte para cualquier estómago débil, como si el autor de “Traffic” quisiera afrontar el drama médico de época desde el realismo que aporta el contexto. Los primeros diez minutos del primer episodio de “The Knick”, “Method and Madness”, van a dejarnos claro el índice de mortalidad y la brutalidad de los métodos médicos de principios del Siglo XX. Ese choque frontal lo eleva Soderbergh gracias a recrearse en un concienciado y premeditado anacronismo como resorte de la puesta en escena. La idea es que la dirección con esta inestable cámara a modo documental en algunas ocasiones, la banda sonora de Cliff Martinez o los propios personajes que desfilan por delante de la pantalla, generen una pretendida incoherencia con el contexto. El creador es consciente de conectar con todo lo ofrecido por el género y se lo lleva a su propio terreno, dotando de diálogos y protagonistas actuales al Hospital Knickerbocker en el Nueva York de 1900. En realidad, el plano que abre “The Knick” pudiera pertenecer a cualquier época pero es la impresión de un título sobre la pantalla aquella que libera el condicionado contenido.


Clive Owen (John W. Thackery) necesitaba también un revulsivo para su carrera y su personaje es conocedor que se encuentra ante la épica de su profesión y que va a reinventar la medicina moderna pero, dentro de esos márgenes de conexión, nos topamos con la adicción. ¿Otro homenaje consciente al Dr. House? Si bien en la recienteRush dicha contextualización era tan aberrante como superficial, en “The Knick” los dramas interiores de los doctores les condenan a la auto-destrucción o incluso al mismo suicidio. Ese pequeño y devastador prólogo, nos revela que la serie (y la profesión en aquel entonces) no es para débiles. Pero aquí existe el concepto de una doble caja china sobre el escenario de un circo. Los personajes son autoconscientes de encontrarse delante del mismo y los muros del propio eje del género quedan rotos y caídos ante ese otro público que observa los avances de la ciencia. Ese juego es consecuente con la evolución de la medicina antes de que un fondo cerrado, luminoso y blanco fomentara la vertiente aséptica del drama. El procedimiento argumental deja de ser un vehículo sino una honesta necesidad ante la brutalidad que ejerce la vida y la propia muerte. Y en ese punto, Soderbergh puede inmiscuirse en el desarrollo de las técnicas que hicieron que los avances de 5 años se sobrepusieran a los de 500 anteriores. Esa bienvenida e inicio al mundo moderno es tan ambiciosa como la pulpa social y los pensamientos de sus protagonistas (mujeres progres que conforman el poder, médicos afroamericanos inadaptados, monjas con la boca de una femme fatale), donde la mortalidad y los antihéroes idealistas están a la orden del día y el milagro de la vida se ejecuta como tal sin aspavientos o sensiblería. Esa propia dureza reiterada —véase el diálogo desgarrador en polaco de una hija a su madre como enésima reiteración de los anteriores planteamientos formales— representa la capa de ese doble circo en el que nosotros somos los otros espectadores y en el que Cinemax se siente como la mejor HBO con un show claramente universal disfrazado de épica y época, con otra serie que condensa y ejecuta con impecable estilo y conciencia un gran todo.


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