domingo, 31 de agosto de 2014

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La Verdadera Historia de los Selfies

      selfie
           Pronunciación: /ˈsɛlfi 
           (también selfy)
         SUSTANTIVO (plural selfies)

Dícese de la fotografía que uno ha tomado de sí mismo, por lo general obtenida con un smarthphone o webcam y compartida a través de las redes sociales. Los ‘selfies’ esporádicos son tolerables, pero la publicación de una nueva imagen de sí mismo todos los días no es necesaria salvo que se sea cineasta experimental. 

La palabra selfie no está registrada en el Diccionario de la lengua española. Las que se muestran a continuación tienen formas con una escritura cercana.

Fiar, fijar, finar, gelfe, ir, sellar, seriar, serie, sílfide, solfear, tonto-del-culo… 

Para contrarrestar el anglicismo, se recomienda usar la expresión: «¡Métete tu ego por tu orto hasta que revientes, hijo de fruta!».

La pregunta no es saber qué es un selfie sino «¿por qué?» ¿Por qué un autorretrato «de toda la vida» se ha puesto tan de moda como un acto revolucionario cuando tiempo atrás ya era una moda y tiempo más atrás seguía siendo una moda de la moda de tiempo atrás? En realidad, el selfie era una necesidad virtual para esos fotoblogs regentados por trotamundos asociales que ansiaban del ego para documentar una gesta en el marco de un viaje. Pero, ¿qué ha ocurrido para que el selfie se convierta en un modo de vida para las redes sociales y el creciente uso de smartphones en la ya narcotizada y dependiente población de las aplicaciones de mensajería? Desde el ‘sexting’, hasta la autoestima pasando por el ombligo, el selfie se hizo Instagram y fenómeno mundial. Todo el mundo quiere ser una Kim Kardashian de la periferia o una diva por esos breves instantes en los que el objetivo de su cámara se posa y sobrevuela su anónima cocorota mientras desciende su lucidez. Tiempo atrás, ‘Vogue’ de Madonna inauguraba los 90 democratizando la fama, convirtiendo a las vulgares masas en objetos similares a estrellas en plena sesión fotográfica dentro de la pista de baile gracias al ‘vogueing’. Todos podemos ser una estrella, sobre todo en una mañana de plena resaca… pero toda manifestación mundial y viral y tiene una ‘Verdadera Historia’. ¿Cuál es la ‘Verdadera Historia de los Selfies’? ¿Esconde toda la realidad una leyenda oscura capaz de hacer que nadie se atreva a volver a hacerse un selfie o estamos condenados al acto de plasmar y proclamar nuestra anónima, solitaria y miserable existencia? 


¿Degenerará el asunto en ‘selfeets’ (selfie del pezuño sin olor), ‘helfies’ (selfie de la peluca o la rata muerta de rigor), ‘belfies’ (selfie del pandero desde la distancia correcta en la que no se ven pelos ni estrías), ‘drelfie’ (selfie en plan folclórica tras haber ganado Eurovisión), ‘bikinibridge’ (selfie del canalillo con vistas al mar), ‘usie’ (selfie grupal más cutre que el ‘groufie’), ‘bedstagram’ (selfie que se hace uno recién levantado en la cama homenajeando a The Walking Dead) o ‘aftersex’ (selfie después de haber echado un casquete cambiando el cigarro de rigor por la foto eyaculada) entre innumerables de variaciones y desvaríos? Como toda acción estúpida en su naturaleza, el abuso y la enfermedad ha degenerado en disparates psicológicos como la ‘selfitis’ ante la imposibilidad tecnológica actual de que nuestro smarthphone o webcam nos abofetee en nuestro constatado derrumbe cerebral (y moral). Pero repetimos: ¿cuál es la ‘Verdadera Historia de los Selfies’? Solamente el fenómeno y moda se puede entender de tres perspectivas:

a) El mundo es (y siempre será) anacrónico.

La gente se hace tatuajes pensando que van a la moda… cuando se inventaron 6000 años a.C. y era habitual en las momias no por estética sino para recordar a quiénes debían asesinar una vez regresaban a la vida. Llevar tatuajes y pintarse la piel es un acto anacrónico, salvo que uno sea pirata o un alienígena de Guardianes de la Galaxia”. 

La gente se hace piercings pensando que van a la moda… cuando era un acto habitual de los antiguos mayas y muchas tribus escasamente evolucionadas. Llevar piercings y perforarse la piel es un acto anacrónico salvo, que usted sea un esquimal o forme parte del linaje de alguna tribu y quiera mantener vigentes sus costumbres salvajes.


La gente se hace selfies pensando que van a la moda… cuando el autorretrato data de 1300 a. C., está registrado históricamente a nivel fotográfico en el Siglo XIX e incluso podríamos calificar la pintura rupestre y prehistórica como el primer intento de selfie (y ‘groufie’) de la humanidad. Hacerse un selfie es, por lo tanto, un acto completamente anacrónico y en el que se puede gritar al ser que se toma una foto de sí mismo frases del tipo: «¡Garrulo! ¡Pueblerino! ¡Animal y simio salvaje caído de un árbol! ¡Estamos ya en el Siglo XXI!». Desde histagrams.com nos han recordado que el pasado con formato Instagram tiene mucha más elegancia y clase que nuestro presente. Además, el usuario de reddit Jazsus_ur_lookin_well demostró al mundo que las vetustas estatuas posaban como si estuvieran haciéndose ‘selfies’ con invisibles smarthphones, prueba fundamental que demuestra la Historia Bastarda publicada en este blog. 


Si usted se hace un selfie está siendo completamente anacrónico, no va a la moda… salvo que quiera hacer un homenaje a una moda impuesta miles de años atrás y comportarse como un mono antes de tocar el monolito en “2001: una odisea del espacio”

b) El mundo quiere robarte tu alma

Con la nueva moda de los selfies extremos (los ‘roofing’) está claro que los selfies los carga el diablo. Son el mal y simplemente han nacido para inmortalizarlo. Véase el famoso selfie de una aldeana en el puente de Brooklyn en Nueva York retratando un intento de suicidio de fondo. Fue portada de periódico aunque la viralidad de muchos ‘selfies’ ratifica la cita de Wystan Hugh Auden: «El mal es vulgar y siempre humano, y duerme en nuestra cama y come en nuestra mesa». Los indios ya creían que la fotografía tenía el diabólico poder de robar el alma al ser humano y si el Panteísmo se equivoca al catalogar la perversidad como una simple ilusión y es el Mal en sí mismo el propio universo, llegamos a una simple y sencilla conclusión. La Tierra es Gaia y se alimenta, en realidad, de nuestras almas para que Dioses Antiguos que viven en el interior del planeta puede satisfacer su apetito y volver al mundo en plan The Cabin in the Woods


El selfie, por lo tanto, podría considerarse como un contrato firmado con el demonio a golpe de clic. Cada vez que usted se hace un selfie, parte de su alma se desprende hacia los avernos del planeta, nutriendo a esos Dioses Arquetípicos, que bien pudieran formar parte de la mitología Lovecraftiana. Cada vez más millones de personas repiten el proceso su energía aumenta y pronto emergerán para volver a dominar el mundo. No se atreva a gritar cuando asomen sus mastodónticas cabezas los sanguinarios Dioses para destruir el planeta plagado de suicidas sin alma… porque usted ha sido responsable del Final de la Humanidad. Sí, usted y sus 8.598.698 millones de selfies.

c) El mundo es tonto. 

Hay dos cosas infinitas: el Universo y la estupidez humana. Y del Universo no estoy seguro. (Albert Einstein)
El mundo es tonto (tonto, tonto, tonto, tonto, tonto e infinitas veces tonto). El selfie es un acto de idiotez, estupidez, tontería y completa necedad expresadas al máximo nivel de imbecilidad y a la mínima cuota cerebral. Tonto es aquel que hace tonterías y todo tonto sigue al tonto haciendo las mismas tonterías. No lo piense: el mundo es tonto y los tontos están esperando que usted se una a ellos.


Hollywood es tonto, Hollywood se hace selfies… El mundo es tonto, el mundo se hace selfies. 

Los famosos son tontos, los famosos se hacen selfies… El mundo es tonto, el mundo se hace selfies. 

Como toda regla existe una excepción: Rafa Mora es tan tonto que necesitó un par de cursos del CEAC para aprender a hacerse un selfie. 

Fuente: Youtube

Hemos visto a tontos siendo pateados en la cara por hacerse un selfie delante de un tren.

Hemos visto a tontos ser multados por hacerse un selfie en los Sanfermines.

Hemos visto a tontos a punto de morir dentro de un tornado por hacerse un selfie extremo.

Con solo decir que Thelma y Louise se suicidaron poco después de hacerse un selfie...

Fuente: Wikimedia Commons
Con solo decir que el selfie más popular y mejor tomado lo ha hecho un mono… sobran las palabras y no los tontos. Pero el mundo no es tonto porque sea tonto sino porque es, en realidad, un gran selfie tomado por la estratosfera por un tonto superior. Y, quiera o no, usted forma parte de ese gran selfie repleto de tontos haciendo el tonto y, por supuesto, selfies. Mire al cielo como un idiota y sonría, pues. 

Licencia de Creative Commons
Historias Bastardas Extraordinarias by Maldito Bastardo is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.

2 comentarios:

  1. No puedo estar en más desacuerdo con usted.
    Una imagen vale más que mil palabras, así que si bien mo tengo por menos que reconocer su elocuencia y admirar su legendaria vehemencia bastarda, considero que la idea que quiere usted transmitir no queda clara. Por eso le sugiero que, como una imagen vale más que mil palabras, aporte un documento gráfico en forma de *selfie para reforzar sus deficitarios argumentos.

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Lea antes los Mandamientos de este blog.

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