Transformers: La chispa fecal

“Transformers”

Director: Michael Bay

EEUU

2007

Sinopsis (Oficial):

Adaptación al cine de la popular línea de robots que se convertían en diferentes vehículos, que se conocieron en los años 80 como “Transformers”, dando origen a una serie animada. Los Transformers, robots gigantes que se transforman en coches, camiones, aviones y toda clase de creaciones tecnológicas, se dividen en dos grupos, uno de ellos cree en la tolerancia y el carácter sagrado de la vida, mientras que el otro se adhiere a la supervivencia de su género por medio del exterminio de la vida biológica.

Crítica Bastarda:

¡De acuerdo, es una película de Michael Bay! ¡De acuerdo! ¡Y Michael Bay es DIOS! ¡De acuerdo! Esperarse encontrar, por lo tanto, una obra magna que nos deslumbre sería de locos… salvo que uno sea creyente, aunque precisamente ese religioso detalle no descarta la libre opinión. ¡Hasta Uwe Boll se mete con Bay… y con su público! ¡Hasta Uwe Boll! ¿Entre DIOSES anda el juego?

No me pregunten por qué pero he visto “Transformers” más de 15 veces… así que mi opinión debe contar ¿15 veces más que la suya? Mi consejo es que no la vean y mucho menos sus continuaciones. ¡No la vean! Pero sé de buena mano que las verán todas… y puede que 15 veces. En este punto conviene evocar el grito que dimos y permutamos a partir de 2007. Un grito que no sirvió ni sirve de nada, como la función de la crítica en este tipo de producciones. Ellos son los haters y esos padres que les cuentan a sus hijos los peligros (cerebrales) de la ‘droja’ marca Michael Bay. Éstos caerán en la jeringuilla y la esnifada, en la pastilla cinematográfica a la puerta del colegio. La historia se repite, la misma historia. Podríamos hablar de esos locos y falsos profetas que se ponen su habitual y socorrido cartel y gritan al mundo: ¡Es el fin del mundo! ¡Es el fin del mundo! ¡Es el fin de tu cerebro! Podríamos hablar de los bestsellers y de aquello que dicen sus defensores («Si tanta gente los lee no serán tan malos…»). Podríamos hablar… hablar de muchas cosas pero realmente aquello que importa es lo mismo y siempre será el dinero. Y más si hablamos de la saga ‘Tran$formers’. 

La primera ‘Transformers’ de Michael Bay, evidentemente, fue un bestseller cinematográfico y puede que fuera incluso su mejor película junto con “La isla” hasta que dirigió “Dolor y dinero” en 2013. “Transformers”, por lo tanto, dio lo que prometía: un cruce de acción, humor, buen rollito, sentimentalismo, drama y por supuesto miles y miles de efectos digitales con el inevitable e ineludible derrame cerebral de rigor. No defraudó a sus incondicionales, a sus feligreses, a sus fanboys declarados, aunque las neuronas brillaron por su ausencia en un guión torpe y algunas tramas que bordaban el estrepitoso ridículo. ¿Importaba a estas alturas? Esos robots de cocina agigantados eran de uso exclusivo para adolescentes y cometieron un terrible error transformando a los personajes secundarios en entidades caricaturescas y graciosas, eludiendo la guadaña por necesidades del apocalíptico guión. Lo mejor que se puede decir de “Transformers” es que aspiraba a ser una de Joe Dante y se quedó en una de… Michel Bay. Al final tampoco quedó claro si era un anuncio de coches o de juguetes y eso que la he visto 15 veces y no por Megan Fox. Bueno, 3 veces fue por ella… aunque realmente hay una contradicción tróspida en las declaraciones de Optimus Prime y compañía. Cito a los Autobots: «Aprendimos vuestro lenguaje por internet». Teniendo en cuenta que el 90% de internet es porno o palabras mal sonantes se puede afirmar que “Transformers” fue la primer película cristofreak del Siglo XXI. Desde luego, Dios estaba detrás de tanto efecto sonoro y visual, de tanta chispa (por supuesto) fecal.

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