sábado, 30 de marzo de 2013

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Juego de Tronos: Segunda Temporada, Declaración de guerra


Antes del estreno de la tercera temporada es buen momento de repasar las sensaciones que nos dejó la segunda de “Juego de Tronos”.

La ficción televisiva ha pasado por una edad de oro para llegar a un trono de espadas forjado en mismísimo fuego valyrio. El quebrantamiento de tabús y la consolidación de una serie forjada con numerosos personajes hacen que las líneas que trazan las conexiones de Poniente formen las de nuestras pantallas. Las reglas se han roto con “Juego de Tronos” y esta segunda temporada confirma que la HBO ha encontrado la serie capaz de aunar en fenómeno ‘fan’ con la calidad exigida por el mayor de los seriéfilos. Hay que dejar apartadas las absurdas e incoherentes polémicas y comparaciones sobre cambios respecto al material literario de George R. R. Martin. Un libro no es un material audiovisual… es un libro; recordemos que muchas adaptaciones fieles carecen de un ritmo idóneo, resultaron fallidas o fueron pasto de las llamas. La serie (como tal) de la HBO ha alcanzado una perfección estilística y narrativa que finaliza en una explosión extrasensorial en sus dos últimos capítulos: Blackwatery Valar Morghulis no tienen que envidiar a ninguna producción hollywoodiense, tanto en calidad de guión como en madurez

Al igual que The Wire o Los Soprano la HBO siempre ha sabido renovarse y no morir. La leyenda está marcada en la brutalidad en sus argumentos, en la perfección de sus tramas y en la inteligencia que rezuman sus diálogos. Y si faltaba algo ahí está Tyrion Lannister para acallar cualquier lengua viperina. ‘Choque de reyes’, sumado a su participación e implicación del autor y el talento de David Benioff y D. B. Weiss, han originado un legado y la importancia del recuerdo. La memoria queda ubicada sobre aquellos que cambian las reglas para reinventarlas. 


La serie estrella del firmamento ha sobrepasado la adaptación para construir una satisfactoria revisión dramática y visual jamás vista con el beneplácito y bendición del propio George R. R. Martin. Lo importante y más sublime de “Game of Thrones” de la HBO son sus jugosos añadidos de sexo, poder y violencia que se saltan las reglas a conveniencia y discreción. Pocas veces se han visto en pantalla tantos tabús expuestos con una eficiencia dramática inusual. Nada es gratuito y todo es satisfactorio, todo encaja. Cada cañonazo en forma de capítulo de esta segunda temporada ha detonado las murallas más solidas de los más reacios a darse cuenta de la verdad: La Guerra, desde luego, está declarada… Declarada cada año en su televisor. Y esperemos que no encontremos la paz en mucho tiempo.

Y para ponerse al día nada mejor que repasar la primera y segunda temporada a golpe de 16-bits en plan RPG:


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