Serie de TV
“Buena conducta”
Título original: “Good Behavior”
EEUU
2016
Sinopsis (Página Oficial):
Letty Dobesh (Michelle Dockery) es una ladrona que vive al límite. Y lo hace por voluntad propia. Acaba de salir de la cárcel y está buscando la forma de salir adelante. Tiene que lidiar con un hijo de diez años que vive con su abuela y visitar regularmente al supervisor de su libertad condicional, que le aconseja sobre cómo superar sus adicciones y cuyos motivos para ayudarla no están demasiado claros. Pero el caos, que se resiste a abandonarla, regresa a su vida cuando se entera de los planes de un asesino a sueldo (Juan Diego Botto) que acaba de ser contratado para matar a una mujer. Cuando la vida de ambos se cruza, surge entre ellos una extraña química que les llevará a una inevitable espiral de caos, sexo, violencia y pasión. “Buena conducta” es la adaptación de la serie de novelas protagonizadas por la ladrona Letty Dobesh y escritas por el novelista Blake Crouch (“Wayward Pines”). Terry Kinney (“Oz”) y Lusia Strus (“Wayward Pines”) completan el reparto de esta primera temporada, que consta de diez capítulos.
Existe una actual tónica de resucitar el thriller, en su tono de drama criminal, en el que todas las cadenas están ofreciendo sus propias proposiciones y variaciones. En el caso de TNT se han servido del material literario de Blake Crouch junto a lo que podríamos denominar un estereotipo de un telefilm de sobremesa: una ladrona es testigo de los planes de un asesino a sueldo y hará lo posible para evitar el crimen. En realidad, “Buena conducta” se sirve de la química que desprenden sus dos personajes principales y los actores que los encarnan, dando el pleno control del espectáculo a Michelle Dockery para potenciar una antiheroína que trata de hacer lo correcto pero que, contrariamente, a cada paso sigue con su caída hacia sus infiernos personales. Esa mujer atrapada en sus decisiones equivocadas y su propia naturaleza, en definitiva, trata de seguir el buen camino topándose con los problemas desatados por su propio pasado; la espiral directa a la perdición sigue su curso tal y como marca su destino. Su paso por cárcel, por ejemplo, supuso el definitivo alejamiento de su hijo y sus numerosas adicciones tampoco ayudan a salir de ese pozo en que se encuentra aferrada. Letty Dobesh, tras fracasar en sus intentos de volver la normalidad, regresa a aquello que mejor se le da (limpiar baños y soportar viciosos clientes nunca fue lo suyo) y se vuelca de nuevo en su vida criminal al ser una hábil y experta ladrona que acaba en el lugar equivocado. Tratando de salvar a la futura víctima de un asesino a sueldo (Juan Diego Botto) se inicia la parcela más interesante de la serie dentro de ese juego de falsas identidades y máscaras para conectar a los dos personajes principales en esa relación magnética y autodestructiva. En cierto modo, Javier (Botto) ejerce como luz y oscuridad para Letty, tratando de salvarla de sus adicciones y expiándola de un modo macabro al mismo tiempo siendo su agente de la condicional (Terry Kinney) ese otro foco luminoso que cierra su triángulo existencial. ¿Podrá Letty recuperar a su hijo y reconciliarse con su madre?
En “Buena conducta” existe una capa moral en los actos que comete Javier y a los que arrastra a Letty, ya que sus víctimas deben plantearse qué han hecho para que otro ser humano ponga precio a su muerte. Ese acto de justicia poética en el caso de un matrimonio que atropelló a un niño y acabó con su vida, dándose a la fuga, nos plantea otro tipo de reversos oscuros que seguramente vayamos descubriendo a través de los secretos de la vida de Javier. Ciertamente el material más seductor de la serie viene de la mano de Letty y sus adicciones, siendo también ese asesino a sueldo, que no duda en salvarla para utilizarla a su antojo, otra de las mismas. Ese caos reinante en su vida pudiera ser el elemento que hace la propuesta de TNT encuentre un foco de imprevisibilidad y no caiga en los estereotipos más trillados, como si el personaje que interpretara Michelle Dockery fuera toda una contradicción andante que sugiriera el mismo foco magnético en el que queda atrapado Javier. En sus tres primeros episodios quedan clara ciertas líneas argumentales al destapar la desesperación de su agente de la condicional, seguramente también condenado por la sombra de esa femme fatale quebrada, la caja de Pandora y sumando a ese contexto al que pudiera ser el padre de ese hijo de Letty así como a su mejor amiga. Esa luz y oscuridad alrededor de la serie y la relación sus dos personajes principales suponen un interesante acercamiento al género en el que no sabemos realmente quién está utilizando a quién. Desconocemos si Letty va a poder reconstruir su vida destruyendo todos y cada uno de los cimientos de la misma, detonando su propio pasado para edificar un futuro en un ámbito claramente criminal. Tal vez el mayor problema de “Buena conducta” pueda ser que aboca todos sus esfuerzos en pocos ejes dramáticos como si no hubiera tomado consciencia de ser una serie por encima de un largometraje alargado, cayendo habitualmente en su absoluta falta de realismo más allá de esas meras concesiones al género. En realidad, aquí a la propia Letty Dobesh le falta ese magnetismo que desprende su personaje, donde los escritores no desarrollan correctamente la ambigüedad que necesitaría esa mujer atrapada en la propia espiral de perdición que ella misma genera. Puede ser cuestión de tiempo aunque, de momento, el espectáculo de TNT se dirige, por el contrario, a sus capas más sensacionalistas plagadas de sexo, acción, suspense y violencia. Seguramente los motivos sean seducir a la audiencia para posteriormente conducirla a esa vorágine pasional que desprenden los enigmas de su pareja protagonista. ¿Nos guardan algún secreto rocambolesco? ¿Y si Javier ‘ayudase’ a Letty por otros motivos que desconociéramos? Estamos seguros que esas adicciones, caos y otras catástrofes desatadas deberían transportarnos a algo menos liviano y olvidable que las maquinaciones en un mundo oscuro de numerosos depredadores. Y está claro que Letty no es una víctima… sino una loba con piel de cordero que ha de ser mala siendo buena.
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