Sicario: En tierra de lobos

“Sicario”

Director: Denis Villeneuve

EEUU

2015

Sinopsis (Página Oficial):

En la zona fronteriza sin ley que se extiende entre Estados Unidos y Mexico, Kate Macer (Emily Blunt), una idealista agente del FBI, es reclutada por Matt Graver (Josh Brolin), un oficial de las fuerzas de élite gubernamentales, para ayudar en la creciente guerra contra las drogas. Liderado por Alejandro (Benicio Del Toro), un enigmático consultor con un pasado oscuro, el equipo se embarca en un viaje clandestino que obligará a Kate a cuestionarse todo aquello en lo que cree si quiere sobrevivir.

Crítica Bastarda:

Denis Villeneuve está modulando a lo largo de su filmografía un discurso en apariencia diseminado pero, al mismo tiempo, homogéneo sobre la naturaleza del ser humano. “Sicario” podría considerarse como un narcothriller o el reverso de “La noche más oscura (Zero Dark Thirty)” para revelar la otra ‘guerra’ con la que lidia EEUU debido a una serie de complejos factores que claramente se explican en la primera temporada de “Narcos” de Netflix. Benicio del Toro pudiera ser incluso el nexo de unión de “Traffic” de Steven Soderbergh aunque Villeneuve desea aportar un componente contemporáneo acercándose a Bigelow pero, por el contrario, no desea establecer un ejercicio de periodismo de investigación como el libreto de Mark Boal. El guión de Taylor Sheridan incide en la hipocresía estadounidense al preocuparse únicamente por ese infierno y violencia que yace al otro lado de su frontera cuando atraviesa la misma y ‘explota’ delante de sus narices. También la narración habla de la corrupción y venganza, de los métodos que utiliza el sistema para esquivar esos conceptos biempensantes de cara a la galería e iniciar una guerra oculta tremendamente despiadada y violenta, combatiendo el fuego con el fuego. También existe un punto de conexión en el hilo narrativo del film de Bigelow, al equipar en cierto modo la caza de un hombre (Bin Laden) con ese hombre que dirige el mayor cartel de la frontera entre Estados Unidos y México. En “Sicario” funcionan sus piezas de modo independiente, desde la banda sonora de Jóhann Jóhannsson hasta la paleta fotográfica de Roger Deakins, sumando todo ese amasijo interpretativo en el que Emily Blunt brilla entre esa jauría de lobos que personifican a la perfección Benicio Del Toro y Josh Brolin. Las pesadillas de Alejandro (Del Toro) son el único competente de humanización de un personaje embarcado en una venganza personal que, poco a poco, estabilizada ese discurso sobre estados/imperios/personajes consumidos por la venganza.

Vivimos en un mundo sombrío, donde la ética es gris y ambigua, posicionando en el personaje de Kate Macer (Blunt) para establecer el código moral de ese idealismo puesto a prueba por la dura y violenta realidad. Esa caza se sintetiza en la imagen área de un convoy de oscuro vehículos, como si la muerte hubiera tomado la carretera guiada por un sentimiento de resarcimiento; como si ese gran atasco fuera la metáfora que representa el inmovilismo de la sociedad hacia ese siniestro sentido de la justicia. Villeneuve atraviesa ciertos lugares comunes y previsibles giros de guión para centrar su discurso en los daños colaterales de ese fuego cruzado donde esos refugiados dan la impresión de reflejar otros paralelismos más amplios del discurso. “Sicario” interesa más cuando sus mecanismos de tensión permiten engendrar una reflexión sobre el papel de una heroína atrapada en una tela de araña tejida por otros depredadores; como si fuera realmente siempre el personaje secundario de otra historia plagada de sangre, droga, dinero, poder y violencia. Al director de “Incendies” le sigue interesando la naturaleza del ser humano, diseccionar a los verdugos que repiten el ciclo de la violencia mientras amplifican el sufrimiento de nuevas víctimas, destruyendo todo a su paso. Al fin y al cabo, es el código de esa tierra de lobos que conforma el orden del nuevo mundo.

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