Serie de TV
“Scream”
EEUU
2015
Sinopsis (Página Oficial):
Lo que comienza como un vídeo viral de YouTube, pronto conlleva problemas para los adolescentes de Lakewood y sirve de catalizador para un asesinato que abre una ventana al pasado turbulento de la ciudad.
—Chicos, mirad, lo entiendo. Nadie quiere sentarse a leer 500 páginas polvorientas sobre monjes y maldiciones. Pero nadie os obliga a ver “The Walking Dead”.
׿Está “The Walking Dead” en el término medio?
•Los zombies no son literatura.
»¿Por qué no? George Romero, Horace Walpole, están en la misma rama. O vienen de la misma carne podrida.
—Kieran tiene razón. El género gótico está por toda la tele. Tenéis “American Horror Story”, “Bates Motel”, “Hannibal”.
׿Qué pasa con “La Matanza de Texas” o “Halloween”?
¤Esas son películas slasher. Entonces, no se puede hacer una serie de televisión a partir de un slasher. Bien, piénsalo. Ya sabes, chica y sus amigos llegan al baile, al campamento, a la ciudad desierta, lo que sea. El asesino los elimina uno a uno. 90 minutos más tarde, el sol sale mientras la chica superviviente sentada en la parte trasera de la ambulancia mira los cuerpos de sus amigos en camillas. Las películas slasher son rápidas. La tele tiene que estirar las cosas. Sabéis, al tiempo que se encuentra el primer cuerpo, es sólo cuestión de tiempo antes de que comience el baño de sangre.
En el season finale de “Scream” [“Revelations” (1x10)] la introducción se formula sobre la memoria y figura de Wes Craven, fallecido un par de días antes del desenlace del show destinado a honrar (y rentabilizar) una de sus más populares y aclamadas creaciones. «Thanks for the screams», suponía un perfecto guiño y agradecimiento dentro del juego de palabras aunque, en realidad, esos ‘gritos’ ya quedaron culminados tiempo atrás en “Scream 4” (2011) con el contundente «You forgot the first rule of remakes: don’t fuck with the original». Tal vez el alejamiento al universo original de la serie de MTV —incluso respecto a la distintiva máscara de Ghostface— quiera ser parte de ese precavido homenaje mezclado con sometimiento a esa primera regla por parte de los productores. Esa renovada máscara marca tanto una identificación con el icónico disfraz del villano de la saga originaria, como un distanciamiento del tono burlesco impuesto por Craven, amparándose en una comunión con Jason Voorhees y Michael Myers. Más terror, menos comedia aunque con el humor negro meta-referencial como apoyo argumental para perpetrar un spin-off. No obstante, la propuesta desea disponer de cierta auto-consciencia gracias a esa dicotomía respecto a esa regla que confirma que «no se puede hacer un slasher como una serie de televisión». ¿Lo logrará “Scream” o el mero hecho de estrenarse y afianzarse gracias a su renovación para una segunda temporada no revela nuevamente ese choque entre discurso e intenciones?
Vayamos al contexto. “Scream” llega con ese ‘género gótico’ establecido y dominando la televisión actual. “American Horror Story” y “Bates Motel” han sido éxitos de público y el show MTV llega de la mano de los guionistas de “Mentes Criminales” y “Revenge” y teniendo como showrunner al creador de “Ravenswood”, el fallido y cancelado spin-off de “Pretty Little Liars”. Ese bagaje, junto al análisis de otros proyectos actuales que no llegaron a buen puerto como “Twisted” o “Eye Candy”, permite articular un desarrollo capitular para alargar esos vertiginosos 90 minutos donde un amanecer y la chica superviviente sentada en la parte trasera de la ambulancia estigmaticen el propio género. Obviamente hay trampa ante la condena de satisfacer una narración que debe extenderse tanto como le permite su propia supervivencia televisiva. El regadero de cadáveres, por lo tanto, lleva en su sangre tanto la hipocresía como esa traición auto-consciente ante la imposibilidad de plasmar en una serie aquello que debería suceder en una fugaz y apresurada hora y media. La cuestión planteada pudiera ser otra. ¿Cuánto puede ‘estirarse’ un slasher en televisión? Vayamos a un nuevo comienzo y leyenda pero manteniendo en el punto de mira esa comunión con el universo pop contemporáneo. Las palomitas de Casey (Drew Barrymore) se quemaron tiempo atrás junto a lo analógico y “Scream” desea unificar tanto el pasado (en forma de leyenda y reverencia) como el presente (amparado en fórmulas instantáneas y trending topics con fecha de caducidad). Los smartphones y las redes sociales lo son todo, los jóvenes han quedado ligados a la red y lo virtual, atrapados y condenados en webcams y mensajes de texto corto y plano aderezados con emoticonos. Craven lo sabía y lo tenía claro cuando despidió la saga cinematográfica con bajo un leitmotiv sobre el que también se revuelve la recién estrenada “Scream Queen”: ¿cómo afectan las redes sociales al slasher y que la información del propio público (asesino y víctima incluidos) lleguen antes a las masas por parte de los medios? “Scream” se ciñe a un vídeo viral de una estudiante de secundaria besándose con otra adolescente que da paso al asesinato de aquella que más tarde nos revelarán que expuso a ambas jóvenes. Una de ellas, además, también será víctima de Ghostface. Audrey Jensen (Bex Taylor-Klaus), por el contrario, no es la heroína aunque esa digresión de compartir protagonismo junto al personaje principal —Emma Duval (Willa Fitzgerald)— transporta a ambas adolescentes y a su círculo de amigos a enfrentarse con el oscuro pasado y leyenda negra de Lakewood originada en 1994, cuando Brandon James asesinó a cinco jóvenes. La jugada argumental es descubrir que la madre de Emma fue el motor de ese baño de sangre y que incluso dejó un hijo en adopción de James en el proceso. La verdad puede ser también un asesino en serie y Lakewood está condenada a dar sepultura a esa tumba del pasado que sigue abierta.
El show desea camuflar sus múltiples deficiencias y sus personajes planos mediante esa auto-consciencia remarcada en referencias tanto a la cultura popular del subgénero como a la actualidad seriéfila y cinematográfica. Además todo el conjunto quiere ser apuntalado con meta-conexiones con la saga cinematográfica de “Scream”. Noah Foster (John Karna) sabemos que nunca podrá ser Randy Meeks (Jamie Kennedy) pero la serie de MTV se recrea en ese juego de copias y clones, de mutaciones atrapadas en ese contexto que marca la actualidad, forzados a una impostura tanto de las distintivas marcas del slasher (cualquier puede ser el asesino) como a ese vínculo con la irrealidad de la propia referencia. Ni “Queridísima mamá”, “Pulp Fiction”, “Babadook”, “El silencio de los corderos”, “Dexter”, “El exorcista”, “El club de los cinco”, “The Faculty”, “Karate Kid”, “Cincuenta sombras de Grey”, “Napoleon Dynamite”, “Tron”, “Twin Peaks”, “Breaking Bad”, “Expediente X”, “Juego de tronos” y un larguísimo etcétera no van a estar a salvo de la mención y formar parte de esa mascarada que confecciona MTV. Al fin y al cabo, “Scream” vive de sus propias referencias y esa incoherencia que forma su premisa. ¿No se puede hacer un slasher como una serie de televisión? Tal vez deberíamos aseverar que es complicado ejecutar un ‘buen slasher’ y el show se recrea en la elasticidad de ser un mero producto de consumo, donde todos los protagonistas tienen secretos. Y los secretos en esta meta-ficción son la principal causa para mantenerse vivo y retroalimentar la narración.
SPOILERS: En “Revelations” (1x10)” nos revelan, aparte de que nunca hay que esconderse dentro del congelador si un asesino en serie se mete dentro de tu casa y te fastidia la fiesta del año, que Brandon James y Maggie Duval no tuvieron un hijo sino una hija. Se trata de Piper Shaw, la reportera del popular podcast ‘Autopsy Of A Crime’. Evidentemente clama venganza y “Scream” quiere quitarse de encima esas toneladas de sexismo del slasher. Con la ayuda de la pistola que acabó en posesión de Audrey y guiños al asesinato de Billy y Debbie Loomis en la película original, el caso parece cerrado… pero tal y como revela la voz en off de Noah Foster los misterios y las preguntas sin respuestas siguen vigentes:
Así que después de haber llegado al final de nuestra propia película slasher, creo que todos estamos procesando lo que hemos perdido y cómo debemos seguir adelante. Mirar a la muerte a la cara tiene una forma de hacerte desear el ser un poco más tolerante Tal vez encontremos que la pérdida de alguien que amamos puede conducir a la promesa de alguien nuevo. Tal vez vamos a ver esto como una segunda oportunidad de hacer las cosas de manera diferente y hacer un cambio para bien. O borrón y cuenta nueva y volver a inventarnos a nosotros mismos como alguien nuevo. Al final del día, todos estamos agradecidos que todo haya terminado y el Asesino de Lakewood haya muerto, pero todavía hay una cosaque no puedo entender. Piper Shaw confesó sus crímenes de la manera de los villanos clásicos pero eso no explica quien la atacó a ella y a Will Belmont en ese edificio abandonado. Quiero decir, claro, ella podría haberse golpeado a sí misma en la cabeza e inventado la historia, pero Will lo confirmó más tarde. Por mucho que me encanta un buen final a lo Hollywood, no puedo evitar preguntarme, ¿quién llevaba la máscara esa noche?
La jugada es revelar que Audrey mantuvo una correspondencia con Piper Shaw y seguramente fue ella la que robó la máscara de Brandon junto a muchas pruebas del caso que se encontraban en los registros del condado. ¿Por qué, entonces, salvó la vida a Emma y a su madre? ¿Utilizó a Piper del mismo modo que ésta hizo lo propio con Seth Branson? ¿Piper no acabó con Audrey por ese motivo? Además, ¿fue realmente Brandon James el autor de los crímenes de Lakewood? Lo descubriremos en la segunda temporada de “Scream” aunque nos tememos que los secretos, víctimas y revelaciones están condicionados a la propia fecha de caducidad del producto. 90 minutos de un slasher en televisión, al fin y al cabo, pueden ser toda una eternidad.
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