jueves, 6 de noviembre de 2014

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American Horror Story. Freak Show (4x05) Pink Cupcakes: Bienvenidos a la narración bicéfala

Unas recientes declaraciones de Ryan Murphy han provocado un terremoto en internet: todo (sí, todo) el universo de “American Horror Story” está conectado y nos están dando pistas de aquello que veremos en la quinta temporada ya en la presente. El hecho de incluir en “American Horror Story: Freak Show” a Pepper —y confirmar la participación (y regreso) del personaje de Lily Rabe (Mary Eunice) de American Horror Story: Asylumen la recta final de la entrega— es simplemente la punta de ese iceberg que forma el talento creativo de Murphy y Brad Falchuk. Hay más pistas y guiños, más conexiones entre las temporadas a modo de antología que no se encuentran en universos paralelos sino idénticos y análogos. De hecho, el creador de la exitosa serie de FX ya ha desvelado que hemos visto varias señales gracias a un sombrero de copa que ha ido repitiendo su aparición en distintos lugares. Ya se ha rumoreado con la posibilidad de una teoría que convertiría “American Horror Story: Freak Show” en la introducción a nivel temporal de la siguiente temporada, que se desarrollará en 1953. The Operation Top Hat (La Operación del sombrero de copa) nos llevará a diferentes proyectos de investigación militar sobre armas químicas y experimentos en humanos. ¿Trabajó allí el Dr. Arthur Arden (James Cromwell)? ¿Veremos alienígenas vinculados al incidente OVNI de Roswell? La hipótesis está sobre la mesa de disección y es hora de repasar “Pink Cupcakes”, quinto capítulo de “American Horror Story: Freak Show”.

Estamos ante un episodio fundamental para entender el cambio de rumbo de la propuesta de la antología. Después de la tormenta de Halloween, el futuro para el ‘Freak Show’ sigue siendo igual o más peligroso. Jimmy se ha convertido en el héroe para los habitantes de Jupiter (Florida) y los monstruos fueron aceptados por esa sociedad que les escupió en la cara e incluso asesinó a uno de ellos. A Meep lo mató un tal Q.D.E.P, diría Mariló Montero. Da lo mismo que Edward Mordrake acabará con el terror de Twisty the Clown… porque Danddy Mott ha tomado su relevo, porque Maggie Esmeralda (Emma Roberts) y Stanley AKA Richard Spencer (Denis O'Hare) están en el ‘Freak Show’ con psicópatas intenciones. Los peligros, por lo tanto, son de esos humanos que en el fondo son los mayores freaks y monstruos que alberga la sociedad. La introducción a través de una presentación en el ‘American Morbidity Museum’ de las nuevas incorporaciones nos lleva a ver el triunfo de Stanley y Maggie y sus maquinaciones para llevar a cabo su maquiavélico plan. Existe, por el contrario, una gran vuelta de tuerca en todo este asunto. Mientras vamos a tener una puesta en escena basada en espejos, respecto a esas dos estrellas, nos van a ir desvelando muchas sorpresas para inmortalizar en formol a esas aberraciones que van a encontrar un espacio de perpetuidad. La televisión (ese otro museo de los horrores) es el futuro y a Stanley (Mr. Spencer) no le cuesta demasiado provocar la tensión, con sus promesas de un show en la caja tonta, en Elsa Mars como en las siamesas Tattler. Que veamos aparecer como apertura a Paul the Illustrated Seal en esos bidones y depósitos que se exhiben en el museo es el comienzo de un juego de suposiciones y perdición para el ‘Freak Show’. Esmerelda nos revela su moralidad negociando su subida salarial por su infiltración como adivina, recordándole a Stanley parte de esa metáfora que pretende narrar Ryan Murphy y Brad Falchuk: los gays son el siguiente escalón de odio en esa América profunda después de los ‘freaks’. La animadversión a la diferencia, en definitiva, de una sociedad que realmente son tan monstruosos (o más) como aquellos que tratan de reducir y hacer desaparecer.


“Pink Cupcakes” va hablarnos de la homosexualidad en esa complicada época a través de una sorpresa sobre uno de los personajes principales y las nuevas actividades de Dandy, tras descubrir su madre el cadáver de Dora. No hay lugar para la farsa en el universo sofisticado de Gloria: su hijo es un asesino en serie y su arrepentimiento (como sus berrinches) son parte de su repertorio de trucos. El show, por el contrario, debe comenzar… y aunque Elsa tiene sus reticencias sobre la televisión (definida por ella como la muerte del arte), los covers de David Bowie (‘Life on Mars?’) no son bien recibidos por los rednecks que ahora son su público. Nos muestran en una gran secuencia como Elsa queda ensordecida por esa vorágine de odio, aburrimiento y palomitas. ¿Es que no se ha dado cuenta esta mujer que actúa en circo? ¿Le hubiera ido mejor con una versión de Miley Cyrus y algo de chicha y polémica gratuita? El capítulo, no obstante, utiliza este elemento como los intentos de Stanley (Spencer para las ‘tontas del bote’) por hacerse con especímenes, para crear un conflicto sobre las dos divas atrapadas en falsos espejos. Esmerelda se encuentra ocupada advirtiendo a Jimmy sobre la ‘sombra de un hombre’ y que debe abandonar la ciudad para darse cuenta de los sentimientos del héroe del pueblo. El elemento sobre esa tensión sexual y dicotomía del joven con las manos de langosta se encuentra aquí al nivel emocional junto a su relación con ese padre que desconoce y que se halla en paradero desconocido la noche del espectáculo. Desiree está demasiado sola y el alcohol provoca que Jimmy, en la tienda de la hermafrodita, ayude con algo de placer a desvelar otro tipo de revelación sexual. Una alarma con un brote de sangre corriendo desde su entrepierna, provoca que Ethel la lleve a su médico de confianza para revelarnos que Desiree nunca fue a uno que la examinara. La explicación es simple: su cuerpo tenía un exceso de testosterona, haciendo que se produjera más estrógeno para equilibrar el desvarío… El resto de la historia nos lo sabemos aunque con muchos matices. Su sangrado se debió a un aborto involuntario de una gestación de 12 semanas y su supuesto pene es un alargado clítoris. Desiree es 100% mujer y pide a su marido quedarse embarazada por consejo de ese doctor que tendrá que verse las caras con Dell. Sus dedos rotos y unas amenazas a su familia puede que sean suficientes para detener una crisis en su relación que se agrava con el abandono de Desiree para cambiar a la caravana de Ethel. ¡No opere el clítoris a mi mujer! 


Dell es uno de los personajes que se van a potenciar en “Pink Cupcakes”, ya que vamos a descubrir que es homosexual y está enamorado de un chapero Andy (Matt Bomer) siendo extremadamente posesivo al respecto. Dell ha sacrificado noches del espectáculo para encontrarse con él en el club gay y Dandy se va a pasar por allí para buscar una víctima para su próximo asesinato. Queda claro que Dell elegía a mujeres barbudas o hermafroditas como ese eslabón más cercano a sus preferencias sexuales. Previamente vimos a Dandy en calzoncillos, trabajando su cuerpo y expresiones faciales, revelándonos al nuevo villano de la serie. Dell y Andy discuten ya su relación es analizada completamente por cada uno de ellos. Dell abandona el lugar y Dandy se acerca a Andy para contratar su servicio… Dandy ha decidido cometer el asesinato en el remolque abandonado de Twisty the Clown pero desde su perspectiva infantil, haciendo que ambos se giren y desnuden para encontrar una desagradable sorpresa. Dandy lleva su máscara y el apuñalamiento es menos brutal que el modo de deshacerse de un cuerpo que sigue con vida mientras lo descuartiza con su sierra. Las instantáneas son tan tópicas —la bañera repleta de ácido— como bestiales en el cuerpo de Andy ante los berrinches de Dandy… haciendo ver a su ‘juguete’ que lo mejor es morir para que no le odie, le odie, le odie más. Gloria va a tener que tapar los crímenes de su hijo y nos desvelarán que su padre sufría los mismos trastornos mentales. De nuevo llega la alegoría sobre esa alta sociedad capaz de asesinar y salirse con la suya siendo Dandy la nueva estrella de un gran tour de los horrores. El problema de Gloria es que Dora tiene una hija que se llama Regina que estudia en la escuela de secretarias. De este modo, veremos la introducción del papel de Gabourey Sidibe y entendemos que no será una pequeña aparición. La conversación se tuerce con los recuerdos de Gloria sobre aquello que hizo mal para que su hijo se convirtiera en una mala semilla y Regina decide colgar el teléfono complemente incómoda. Si Dora sigue sin contactar con su hija sabemos que la policía va a tomar cartas en el asunto. 


“Pink Cupcakes” es un capítulo fundamental para “American Horror Story: Freak Show” haciendo honor a su título. Mientras que Elsa se prepara a golpe anacrónico de ‘Fame’ de David Bowie para ser esa estrella más emperifollada con nuevo programa de televisión, descubrirá que el Sr. Spencer ha decidido llevar en su coche a Dot y Bette. El punto de vista/temporal se rompe aquí ya que veremos dos opciones articuladas sobre ese ‘American Morbidity Museum’ en el que Stanley habla con la encargada revelando las cabezas cortadas de las siamesas y conservadas en su depósito. Por el contrario, veremos una versión en la que Bette toma un bocado del pastelito envenenado (el ‘pink cupcake’) y Dot se niega siendo asfixiada más tarde hasta la muerte con su hermana ya fallecida y decrépita. Pero he aquí el riesgo y juego de esta temporada: en la otra versión Dot evita que su siamesa pruebe bocado aludiendo a su línea para la televisión. Sí, que una puede tener dos cabezas pero la cintura debe ser perfecta. ¿Se trata de un pensamiento o de un flash-forward? ¿El deseo de Stanley es tan vívido que se confunde con la narración? ¿Hay una doble realidad y nos darán una explicación mayor como remate y colofón al cierre de “American Horror Story: Freak Show”? ¿Tendrá que ver con esos supuestos experimentos de la próxima temporada? Sea como fuera, bienvenidos a la narración bicéfala. Ese encuentro tiene consecuencias ya que Elsa decide llevarse a Bette y Dot para ‘vendérselas’ a Gloria. Esperemos que Dandy ya no esté por la casa danzando en ropa interior y cubierto de sangre y dé la bienvenida a su morada a su nuevo ‘animal’ bicéfalo de compañía. 

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