Dudo que los actuales responsables creativos de “True
Blood” se hayan sorprendido de la renovación para una séptima temporada de
su serie. HBO quiere mantener
una audiencia que siempre supera los cuatro millones y su concepto fan todavía
unos años más, pero resultaba obvio que debía renovarse también internamente.
Vamos a tener una temporada de guerra y copiosas víctimas para que la ficción
se asiente hacia un nuevo territorio y dejando sus señas sociopolíticas como
metáforas de una Norteamérica cambiante. La religión siempre ha sido un factor clave
y el fanatismo, que ya se inició la pasada tanda de capítulos con el
enfrentamiento del pasado vampírico vía Lilith y La Autoridad, ahora divaga
entre Guantánamo y las aspiraciones políticas de una Sarah Palin que cree ser la palabra de Dios. Vamos a tener
temporadas más cortas y con menos tramas secundarias, eso está claro, mientras nos damos cuenta de que es
momento de saber qué secundarios pasarán a mejor vida y si los creadores nos
sorprenderán con la caída de algún principal. “In the Evening”, séptimo
capítulo de la sexta temporada de “True Blood”, ha llegado para
presentarnos la recta final.
El plan de escape de Eric junto a Nora y el
descubrimiento de que la Tru-Blood que saldrá a la venta, para saciar a los
vampiros, está contaminada por ese SIDA para chupasangres llamado hepatitis V es
el motor de arranque de un capítulo que quiere prepararnos para el carrusel
final… ¿con ronquidos? Después de la sobredosis de giros y muertes del anterior
capítulo, los planteamientos desean ser más dramáticos y calmados si es que uno
no para de descojonarse vivo, claro. Entre el sexo en mode Flash on de una atormentada asesina de hadas adolescentes
llamada Jessica Hamby o Sarah Newlin cogiendo la cabeza de su amado Gobernador
y proclamando su amor a Dios en mode cassette
on. Los descarriados momentos tróspidos de “True Blood” se van a dar
cita asentando todas las tramas para aquello que está por venir.
Eric llevará a Nora a Bill como medida desesperada y
conseguir su sangre. Al principio Nora se niega a meter más sangre de Lilith en
su maltrecho cuerpo pero la situación está diseñada para que Eric y Bill cierren
filas. La información será compartida entre ambos así como las visiones del
profeta. Sarah es la villana y demuestra al Senador Finch que es una mujer de
tacones tomar. Burrell se va a convertir en un mártir para la causa de Sarah y
el tiempo apremia. Como el de una hada y un vampiro medio hada después de un
coito… Warlow es tan clásico como Edward Cullen y quiere el matrimonio y conversión como premio. Sookie, por el contrario, ya es una experta camarera en dejarse pinchar por todo tipo de
vampiros. La realidad se impone y los lloros de Arlene en el cementerio de Bon
Tempos nos recuerdan la muerte premeditada de Terry. Sam también se enterará de
su muerte por la portera (y voodo-queer) del reino e indica a Nicole que debe
volver. La chica será recogida por su madre y Alcide regresa a su manada para
comprobar que las mentiras tienen las patitas muy cortas… Sobre todo para las
patas de una loba como Rikki, a la que le ha dado tiempo a tener como rehenes a
Nicole y su madre antes de que el propio líder regrese a casa. La lobezna se ha hecho con el control de la manada y da la
impresión que los guionistas quieren que el culo de Alcide vuelva las tramas principales con Sookie, Eric y
Bill. Para ello se augura una limpia de pulgas en esa manada cutre de periferia
para los últimos capítulos.
Sookie y Lafayette regresarán a la mansión
Bellefleur ocultando a una borrahca Arlene que es millonaria ¿por envidia? Allí
aparece Bill para asombro (y sombro) de todos, dar el pésame a Arlene, hacer un pacto de no
agresión con Andy y revelar a Sookie por qué necesita a Warlow para salvar a
sus amigos. Pese a sus momentos desopilantes “In the Evening”, tal y
como declina su propio título, es un capítulo resacoso. Sarah anima algo
el cotarro enfrentándose a Jason y encerrándole sangrando en la jaula de
hambrientas vampiras, al igual que Pam sometiéndose al diván y el sexo con el
Dr. Finn, a cambio de su liberación. Que Nora vaya a morir y nos metan un
flashback de su transformación junto a la moraleja de que nadie puede eludir el
destino me parece plomizo. ¿Por qué? Porque esta niña no le importaba a nadie
un ‘mielda’ menos al vikingo. Ahora Bill y Eric tendrán que trabajar juntos y
Sookie convencer a Warlow de dar su sangre para mantener a los vampiros vivos
una temporadas más y anunciando gafas de sol. Puede que la serie al final en
vez de nuestra Tru-Blood se convierta en una mortal hepatitis V… Puede, aunque
esperemos que los momentos con ese sello característico de esta ficción exploitation prevalezcan… eternamente.
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