Miniserie de TV
“Top of the Lake”
Australia / Reino Unido
2013
Sinopsis (Página
Oficial):
Con doce años y cinco
meses de embarazo, Tui Mitcham repente desaparece de su remoto pueblo de
montaña. La detective Griffin Robin regresa a casa para investigar la
desaparición, pero cada paso que está más cerca de resolver el caso se desentierra
una peligrosa verdad sobre su pasado.
Con ocho
nominaciones a los Emmy y el sello de Sundance Channel y Jane Campion, cualquier sinónimo de “Top of the Lake” debe rimar con
calidad. Aunque su línea conductora podría ser en la onda “The Killing” o “Prime
Suspect” (no el fallido remake norteamericano) realmente estamos ante
un drama familiar sórdido y muy intimista, donde habita una leve capa de
misterio con su consecuente trama policial. Todo, no obstante, da la impresión
de enfocarse hacia conexiones traumáticas del pasado que arrastran todos los
protagonistas con ese lago calmado y su efluvio catártico. Es incuestionable que
Elisabeth Moss monopoliza “Top of the Lake” y el relato de una comunidad
un tanto peculiar, con ese manto de vulnerabilidad femenina e intento de
sacudirse de la misógina impuesta, pero la miniserie no me parece tan
fascinante e hipnótica como la pintan los rendidos medios norteamericanos. Sus
delirios e instantes más marcianos, con esa Holly Hunter homenajeando a Meryl
Streep en “El diablo viste de Prada”,
se deslizan continuadamente haciendo que desconecte de ese universo vehemente y
desasosegante.
Una
misteriosa desaparición de una niña de 12 años de edad embarazada, que es la
hija del matón y gánster del pueblo (Peter
Mullan), sirve de macguffin a Campion
para hablar de la sangre y el poder familiar e incluso de los estigmas de la maldición
como herencia y genética colateral. Que el traumático pasado de Robin Griffin (Elisabeth Moss) y el regreso a su
pueblo natal van a resultar catárticos es evidente aunque aquí el
comportamiento hierático frente a la trama policial facilita el despliegue
inteligente del drama y las conexiones con los habitantes del lugar, estipulando
el juego que desea Campion para sus
personajes principales. “Top of the
Lake” rompe ciertos tabús y parece acolchonarlos por esa atmosfera de fábula y cuento entre cierto realismo físico y
extravagancia narrativa que facilita su propio camino como territorio catódico
salvaje.
Malos
padres, ciertos arquetipos sobre la sociedad y la dominación familiar le sirven
a la directora para torcer el drama en reflexión moral, proporcionando el viaje
interior para su anti-heroína y esa eterna constante en la quietud de lago como
lavado de los pecados; el potencial está bajo la superficie en esos secretos cristalinos
que van emergiendo con cada halo de luz. El sentido femenino de la obra se
desliga de cualquier panfleto gracias al tono escogido muchas veces
fantasmagórico y alejado de una realidad cercana, sumado al hecho de que los
personajes no resulten legibles, sencillos y tengan contrapuntos complejos benefician
el resultado y los paisajes emocionales terrenales y mentales. Todo el
simbolismo que crece en “Top of the
Lake”, junto a sus crímenes y motores redentores, ofrece en cierta medida un ramal de tramas frente al
argumento troncal de esa desaparición y embarazo que va generando
encubrimientos, revelaciones, muertos y un caso de explotación y utilización de
menores de edad. Incluso el cáncer maternal o los recuerdos paternales pudieran
ser confeccionados como metáforas junto a ese romance con aquel que fue el
novio de la adolescencia de la protagonista, fracturada por una violación y un
prematuro embarazo y siendo la pieza de salvación de esa herencia frente a sus
mismos ojos. La evocación que emana la miniserie de Sundance Channel, junto
ese aire pretendido de extrañeza y desequilibrio que absorbe el misterio
impuesto, son suficientes motivos para disfrutar de una ficción donde la piscología
finalmente reina sobre la lógica.
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