Con el exitoso remake de “Evil Dead” perpetrado
por Fede Álvarez a comienzos de este mismo año, es momento de que
abramos nuestro Necronomicón cinéfilo e inspeccionemos en las páginas marcadas con sangre dentro de
nuestras filmotecas. Es el fatídico minuto perfecto para pronunciar los nombres
de esos demonios que marcaron el pasado del género de terror, que se alcen de
entre las sombras y los frondosos bosques cinematográficos para que regresen
propulsados a golpe de plano subjetivo y aerofágico sonido atmosférico a
nuestros días. ¡Tengan extremado cuidado! Si siguen leyendo podrán ser poseídos
por el terror y risas de sus propios recuerdos, por el aliento del mal y buena evocación
y por la semblanza de tres películas que nos arrebataron parte de nuestra alma.
Avisados están aunque, me temo, que por mucho aviso y siguiendo la tradición del cliché
entrarán directos al infierno sin invitación.
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“Posesión infernal”
Título
original: “The Evil Dead”
Director: Sam
Raimi
EEUU
1981
Sinopsis (Oficial):
Cinco
estudiantes —Ash (Bruce Campbell), Linda (Betsy Baker), Cheryl (Ellen
Sandweiss), Scott (Richard DeManincor) y Shelly (Theresa Tilly)—
se internan en los bosques de Tennessee para pasar un fin de semana en una
cabaña abandonada. Los jóvenes comienzan a experimentar extraños sucesos,
causados por la presencia del denominado ‘Libro de los muertos’ (el
Necronomicón Ex Mortis, encuadernado en piel humana y escrito con sangre), que
estaba dentro de la cabaña. Junto a él encuentran una grabadora que contiene
una cinta, la cual fue grabada por el dueño de la cabaña (un arqueólogo), quien
recita algunos pasajes del libro. “Posesión infernal” es todo un clásico
del cine de terror. Dirigida por Sam Raimi (“Spider-Man”,
“Terroríficamente muertos”).
Crítica
Bastarda:
Los 4
Mandamientos de Sam Raimi quedaron
constatados desde 1981:
- Los
inocentes deben sufrir.
- Los
culpables deber ser castigados.
- Debes
probar la sangre para convertirte en un hombre.
- Los muertos se levantarán.
Nos
encontramos ante un filme revelador dentro del género, como aquellos que
marcaron Tobe Hooper o Wes Craven
en los 70 con “La matanza de Texas” y “La
última casa a la izquierda”. Fue Raimi
realmente aquel que recogió el legado de los 70 e impulsó todo lo venidero a
partir de los 80. Recién salido de la escuela de cine y con su entusiasmo
patente en el humor y frenetismo de la propia cinta, un director con 22 años catapultaba
la sangre como terapia de choque entre la teatralidad de la Commedia dell'arte; propiciada por la
economía narrativa y un concepto del recital compuesto de catarsis gore, slapstick y giros tan pomposos y
aparatosos como letales y pesadillescos. Desde la autocracia en la puesta en
escena hasta sus planos subjetivos, el alcance de “Posesión infernal” es un extenso clímax y gran exorcismo para los
propios espectadores, poseídos por atmosfera y la atinada percepción de un
cóctel de instintos, improvisación tan desenfrenada como inspirada frente al
bajo presupuesto.
Hasta esa vieja
grabación y la fatalista cuenta atrás hasta el amanecer, el género parecía
víctima del olvido en viejos bosques hasta que fue invocado para poseer y
recuperar el control. El viejo terror necesitaba a cuerpos jóvenes y
presuntuosos que fueran (in)capaces de soportar el infierno que les poseía y marcharan,
cual animales en un ritual, a la mutilación, el lacerante dolor y la muerte
definitiva como sacrificio. Así fue (y es) el cine de género, desde entonces, cada
vez que algún (des)afortunado director decide implorar a los demonios del pasado.
Sam Raimi fue infernalmente poseído
y torturado pero logró sobrevivir para ofrecernos una de las cintas insignes y
fundamentales del terror de finales del Siglo XX.
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“Terroríficamente muertos”
Título
original: “Evil Dead 2: Dead by Dawn)”
Director: Sam Raimi
EEUU
1987
Sinopsis (Oficial):
Un joven
llamado Ash lleva a su prometida a pasar un fin de semana en una cabaña perdida
en el bosque. Cuando llegan descubren un magnetófono con una curiosa grabación,
en la que un profesor recita algunos pasajes del llamado ‘Libro de los Muertos’.
Las proféticas palabras del profesor despiertan a los espíritus del bosque y
convierten a Linda en un monstruo. Los extraños sucesos no han hecho más que
empezar. “Terroríficamente muertos” es la segunda película de la
trilogía de 'Evil Dead', tras la mítica “Posesión infernal”, también
dirigida por Sam Raimi.
Crítica
Bastarda:
La secuela
dejó de ser continuación para convertirse en remake mientras que el perfeccionamiento
que alcanzó Raimi fue la depuración argumental como resumen y simplificación. Muchas
veces se compara el espíritu gamberro de
“Posesión infernal” —y por extensión de “Terroríficamente muertos”— como un cruce de “The Three Stooges” y George
A. Romero, siendo para nada descabezado… por mucha cabeza que vuele y
sobrevuele ambas cintas. Bienvenidos al Evil-O-Rama y una combinación del
reciclado para volver a reinventar el género desde un lado loco y gamberro
siempre bajo influencia demoníaca. El slapstick
provoca la muesca y la sangre fresca (no siempre de color rojo) todo un referente
y constante. Decapitaciones, ojos volantes no identificados y teatralidad de lo
grotesco aparte, el gore quedó aquí redefinido dentro de márgenes cercanos a Tex Avery y un tono ambivalente entre
el horror y la comedia.
Los
homenajes son frecuentes y la sátira no duda en incluir escopetas recortadas,
motosierras tuneadas para el culto infinito y otro tipo de posesión interna
dentro de la cita. El mítico Ash evoluciona desde la parálisis hasta la
arrogancia, matando al demonio en frases contundentes más afiladas que puntas de
acero motorizadas. La comedia también trata de hacerse dueña del alma de la
película para construir una sofisticada sátira con mal y buen gusto. El Libro
de los Muertos aquí no invoca a una fuerza sobrenatural, demoniaca y asesina
sino a un director que trata de devorar toda la carne cinematográfica y
vomitarla en una larguísima ráfaga de sangre. ¿El truco y magia de todo el
asunto? La autoconsciencia por encima de la habitual posesión del género sobre
el control de los ancestros establecidos.
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“El ejército de las tinieblas”
Título
original: “Army of Darkness (Evil Dead 3)”
Director: Sam
Raimi
EEUU
1992
Sinopsis (Oficial):
Inglaterra, siglo XIII. Las fuerzas del mal ejercen su reinado en la Edad Media. Valerosos caballeros se disponen a entrar en desigual batalla, mientras que los atemorizados campesinos se refugian tras los muros del castillo. Todo cambia con la inesperada llegada de un nuevo héroe, provisto de sofisticadas armas, que dice provenir del siglo XX. Tercera entrega de la saga creada por Sam Raimi que comenzó con “Posesión Infernal” y le siguió “Terrorificamente muertos”. En esta ocasión, Ash se ve teletransportado a la Inglaterra del Siglo XIII donde los caballeros tienen atemorizado a un pueblo de campesinos. Por error, Ash encontrará el Necronomicón y dirá las palabras que resucitarán a las fuerzas del mal que pretenderán acabar con todos ellos.
Crítica
Bastarda:
Una trilogía
debe cerrarse por la vía épica… pero Raimi
es consciente del camino cómico y socarrón. De esta manera llegamos a un cross-over
que modifica ‘ligeramente’ el final de “Terroríficamente
muertos” para deglutir a “Los
caballeros de la mesa cuadrada y sus locos seguidores” junto la invocación
de los demonios de Monty Python y
una versión de una comedia-splatter de “El
Cid”. ¡Adiós a la sangre y bienvenidas las locas aventuras en stop-motion! Sam Raimi parece que es consciente al
trabajar con el material más flojo de la trilogía y decide sorprender con un
cambio de rumbo y situaciones fantasmagóricas muy trabajadas. Desde unos
grandes almacenes para presentarnos la trayectoria en clave de flashback —nunca
mejor dicho— siguiendo una estela clásica… a reinventar y explosionar los
cuentos de castillos y princesas con toda clase de demonios y criaturas venidas
de los avernos. Aquí no se salva ni Arturo ni los esclavistas… salvo los de era
contemporánea ofreciendo trabajos basura y mecánicos. Pese a que el desenlace
de la anterior parte —y el final de la presente— impide una ensoñación completa
del protagonista, la visión de héroe de viñetas y la combinación de elementos
modernos con otros macabros generan una afilada e interesante arma
cinematográfica.
Desde “Los viajes de Gulliver” y la enésima
conjunción de “Los tres chiflados” demuestran
que ante una pesadilla formada por un ejército de muertos vivientes o el duro
trabajo diario la mejor manera de luchar —y escapar— es con la imaginación. Y
echarle un par de huevos, claro. ¡Y que no se abstengan los minusválidos! Que
Ash es el ejemplo de un mutilado a seguir… Es momento de creer y, por supuesto,
vencer al mal... A ese mal que no es más que una mala copia de un original distintivo y que por mucho ejército de muertos que le acompañe no podrá escapar de su decrépito e infernal estado y, por supuesto, fin.
Una de mis sagas favoritas. Me ha encantado leer tu artículo!!! Un saludo!!!
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