La cuarta temporada de “The Americans” no sólo era esperada por el giro de guion que ocupaba su cierre en “March 8, 1983” (3x13) sino que nos encontramos ante la mejor y más completa serie dramática en emisión en estos tiempos de calidad catódica. Aunque la línea ascendente del show de FX, en lo que calidad se refiere, ha sido palpable se trata de una propuesta tremenda e injustamente infravalorada tanto por esas alfombras rojas que definen en cierto modo la actualidad televisiva como una audiencia que es mínima a sus intereses de renovación. Aunque los ratings del espectáculo de Joseph Weisberg se mueven en esa imperceptible línea que es capaz de mantener tensada su supervivencia en antena, su caída temporada a temporada pudiera ser preocupante para el futuro de una ficción que sigue creciendo y que todavía no ha tocado contradictoriamente techo. En “Glanders” (4x01), season 4 premiere, tomamos consciencia de la multitud de frentes abiertos que abarcan esos dos grandes bloques enfrentados en la Guerra Fría y una serie de historias personales que se van filtrado en el camino. Philip Jennings tiene las manos empapadas de sangre desde su infancia y ese conflicto parece ser el motor inicial para hablarnos nuevamente de ese discurso respecto a las verdades y mentiras de ese matrimonio de espías, trasladando ese secreto que carcome el alma de Paige Jennings a esa amalgama de grises morales. El ‘Directorio S’ sigue siendo una mina de oro para “The Americans” y existen muchas tramas descubiertas y en un estado similar al de una herida sangrante que no puede ser cerrada fácilmente. ¿Hasta dónde pueden llegar cada uno de los personajes por los terribles secretos y pecados que esconden? Vimos que Martha Hanson bien vale el asesinato de uno de sus compañeros para ser el chivo expiatorio mientras que nos quedan demasiadas dudas de todas las reacciones posibles ante la confesión de Paige a su pastor. Precisamente aunque el círculo cada vez sea más estrecho sobre los Jennings los escritores saben cómo dilatar esa ya insostenible tensión que se ha apoderado del suspense de la serie y que se ha filtrado en todos esos frentes abiertos. Da también la impresión de que además, desde un punto de vista revisionista, nos hallamos ante una concepción temática en lo que temporadas se refiere y vamos a pasar de Afganistán a la exploración de armas químicas… ¿Qué más nos ha desvelado “Glanders”?
Cierta parte del compendio de la propuesta pasa por afrontar la Guerra Fría como la lucha de dos grandes potencias que utilizaron su patriotismo para justificar sus crímenes y víctimas colaterales, engendrando una espiral de violencia para imponer esa metáfora del despertar de una pesadilla. Esas imágenes iniciales de esta nueva entrega nos posicionan ante un secreto que desconocíamos de Philip, dotando de mayor complejidad ese círculo de relaciones afectivas a su alrededor. En todas ellas está presente la mentira pero el personaje es capaz de dividir sus descubrimientos y sensaciones, como si ese crisol fuera capaz de recomponer su alma condenada hacia la autodestrucción. Sabemos que la Central tiene planes para Paige aunque ella misma se va a dar cuenta que desvelar el secreto de sus padres a su pastor no va a cambiar las cosas (de momento), simplemente liberarla mínimamente de su tremenda carga. La dirección de Thomas Schlamme sintetiza en una imagen esa dicotomía, cuando Paige se ve incapaz de estar en clase ante el juramento de lealtad a la bandera estadounidense y esa secuencia impregna esa tremenda calidad de una serie cada vez más madura y compleja. Cada acción y aleteo de los Jennings supone un vendaval venidero y resulta tremendamente irónico que Stan Beeman comience a obsesionarse por Philip al pensar que tiene una aventura con su esposa (enterándose por su amante y compañera de oficina). Hipocresía y malentendidos aparte, “Glanders” desea hacer hincapié también en totalitarismo de la Unión Soviética a través del acertado entramado alrededor de la historia de esa triple (¿o cuádruple?) espía llamada Nina Krilova y su vinculación con ese científico soviético-judío en absoluto bidimensional. En ese aspecto, “The Americans” vuelve a reiterar lo poco que conocemos el pasado de los protagonistas y nos vamos a topar con otro descubrimiento acerca de un personaje imposible de leer satisfactoriamente. ¿Qué pasa por la cabeza de Nina? ¿Por qué los escritores necesitan este arco argumental?
En ese juego de cajas chinas repletas de mentiras, el regreso de “The Americans” constata su perfecto estado de forma y capacidad para confeccionar el más certero drama que se emite en la actualidad. Todos los implicados alrededor de los Jennings tienen un pasado e interpretaciones como las de Alison Wright son oro para desplegar ese arsenal de matices en los márgenes de la mascarada que todos allí representan. Resulta sorprendente que Elizabeth y Philip hayan cimentado el concepto creyéndose la farsa de su matrimonio y dando veracidad al mismo a todos los niveles pero, al mismo tiempo, siguen existiendo profundas brechas de confianza en la pareja. Joseph Weisberg tiene un potente back-story para centrarse en cada uno de sus personajes sin que el conjunto pierda e incluso orquestar nuevas distracciones repletas de suspense en los pasillos de la Rezidentura o del FBI. ¿Por qué Tatiana está cobrando tanto protagonismo e independencia respecto al Directorio ‘S’? ¿Está condenado Arkady Zotov? ¿Es Martha realmente una bomba de tiempo? “Glanders” plantea evidentes dilemas morales en cada uno de los personajes pero resumamos el compendio en esa obligación de mantener los secretos de otros que desvela el Pastor Tim a Paige, ampliando un concepto para esa temporada respecto a la hija de los Jennings. ¿Una alegoría de una agente doble como parte del futuro de la serie? La otra gran metáfora la establece esa arma biológica que acaba recabando el matrimonio de espías por parte de otro agente soviético y científico (Dylan Baker). En realidad, la biología da la impresión de ser lo único que pueda derrotar a los Jennings aunque, de nuevo, es la propia verdad aquello que amenaza con desterrarlos de una misión cada vez más confusa y difuminada. En el momento en que el que no queden mentiras ambos desaparecerán…
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