martes, 22 de marzo de 2016

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Superman y Batman. Enemigos públicos: Manipulación informativa

“Superman y Batman: Enemigos públicos”
Título original: “Superman/Batman: Public Enemies”
Director: Sam Liu
EEUU
2009

Sinopsis (Oficial):

En un país en apuros se buscan soluciones desesperadas: Lex Luthor es el nuevo Presidente con la Liga de la Justicia al servicio del gobierno. Sólo Batman y Superman se oponen a este nuevo régimen y esa deslealtad es justo lo que Luthor buscaba. Usando la nueva reputación de Batman y Superman como proscritos de los superhéroes, Lex Luthor quiere iniciar un escándalo contra Superman y lograr una victoria en su venganza contra el Hombre de Acero. Del productor ejecutivo Bruce Timm y con las voces en la versión original de las series de televisión de gran éxito de Batman y Superman, que incluyen a Kevin Conroy, Tim Daly y Clacy Brown, esta película original animada del universo DC basada en la aclamada novela gráfica de Jeph Loeb y Ed McGuinness, está repleta de intrigas políticas y batallas explosivas entre superhéroes cada uno creyendo que está en el lado bueno de la ley.

Crítica Bastarda:

Las cintas animadas de DC Comics, en lo que a Liga de la Justicia o Superman se refiere, siempre han luchado entre desprenderse de un target infantil en la forma y rodearse apropiadamente de ese fondo más adulto que yace normalmente en su material originario. Antes de que Jay Oliva diera el apropiado golpe de efecto, “Superman y Batman: Enemigos públicos” se siente como parte de ese grupo de producciones con buenas ideas aunque sin los resultados más satisfactorios y esperados. La premisa del film de Sam Liu, que adapta libremente la novela gráfica de Jeph Loeb y Ed McGuinness, es posicionar al mayor enemigo del Hombre de Acero como Presidente de los EEUU bajo una gran amenaza que supone un mastodóntico meteorito de kryptonita que se dirige hacia la Tierra. Lex Luthor tiene planes para acabar definitivamente con Superman y ha conseguido llegar a la cima del poder gracias a una crisis económica y social que le ha permitido utilizar un discurso populista amparado en la ira (¿guiño profético sobre Donald Trump?). Sus maquinaciones pasan también por llevarse todo el crédito de la destrucción del meteoro al estar completamente enfermo por delirios de grandeza. Acusado de un crimen que no ha cometido, Superman va a tener que recibir ayuda de viejos aliados como Batman mientras desenmascaran a Luthor y detienen esa inminente amenaza que puede destruir el planeta. Es evidente que el planteamiento de “Superman y Batman: Enemigos públicos” permite la aparición y cameos de cuantiosos supervillanos y superhéroes que van a atacar a la pareja de icónicos protagonistas, facilitando así que la cinta pueda bascular entre la acción un tanto excesiva inyectada por el fanservice y una fina línea de suspense. 


El film de Sam Liu queda sumido, por lo tanto, en esa tierra de nadie, generando un entretenimiento intrascendente con algunos guiños que contentarán a los fans. No obstante, “Superman y Batman: Enemigos públicos” no va a satisfacer en absoluto a los fans de los pechos de Power Girl al quedar la carcasa del espectáculo claramente decantando hacia una estética infantil y preadolescente. Importa más el tono y las ideas, como si esa exuberancia de grandes batallas lanzara una cortina de humo para eludir sus muchas carencias. Queda claro que la cinta no sobrepasa un análisis duro y realista aunque, ¿quién lo puede reclamar a una película de superhéroes de animación más allá de incoherencias y lagunas argumentales? Es cierto que todo acaba siendo infantil y absurdo y no se puede entender que si la situación económica era preocupante y un gran meteorito iba a destruir el planeta, todo el mundo fuera a trabajar, pasear por las calles o comprar con normalidad sabiendo que iba a morir. En realidad, creo que esa debilidad argumental es el reflejo perfecto de ese tono despreocupado y tremendamente irreal que pretende plantear la imperfecta “Superman y Batman: Enemigos públicos”, lanzando al mismo tiempo otro tipo de discursos más críticos como la facilidad para manipular a las masas a través de la información o generar climas de inestabilidad para manejar al pueblo en las urnas. Al fin y al cabo, la ciudadanía estadounidense sabe que Superman o Batman (o La Liga de la Justicia) los salvarán en el último suspiro. ¿O cuándo han fallado estos tipos? Interesa también su capacidad para acrecentar la relación entre esos dos superhéroes dispuestos a sacrificar todo menos su amistad. Y es ahí donde aparece esa material que realmente es el reclamo de la propuesta y aquello que solicitan los fans del universo de DC Comics: ver a Superman y Batman al frente y unidos pasa salvar al planeta de poderosas y destructivas amenazas. Y ese germen bien vale un visionado, aunque todo acabe siendo tan fugaz como ese gran meteorito que marca el tiempo con fecha de caducidad de una película finalmente entretenida, hueca y fútil. 

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