martes, 18 de marzo de 2014

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Episodes: Pucks!

Serie de TV
“Episodes”
EEUU-Reino Unido 
2011-Actualidad

Sinopsis (Página Canal+):

Matt LeBlanc es Matt LeBlanc en esta comedia de Showtime que se adentra en las tripas de la industria de Hollywood. El actor, al que todos conocemos como el inolvidable Joey en “Friends”, intenta que su acabada carrera remonte. Los límites entre la realidad y la ficción son difusos. LeBlanc apenas había hecho un puñado de papeles cortos en televisión cuando le llegó la oportunidad de su vida: el papel de Joey en Friends y su 'spin-off' posterior, “Joey”, que lo hicieron famoso en todo el mundo. Sin embargo, tras estos exitosos proyectos no se le ha visto mucho en televisión o cine, lo cual ha propiciado la premisa de “Episodes”, por la que el actor ha ganado un Globo de oro como Mejor Actor de Comedia. En “Episodes”, Sean y Beverly son el matrimonio responsable de una exitosa serie británica. La pareja salta el charco para encargarse del 'remake' en Los Ángeles. Sin embargo, el proyecto se les va pronto de las manos y la vorágine de Hollywood lo convierte en una comedia llena de clichés y protagonizada nada menos que por Matt Leblanc. El actor hace que se tambalee tanto la serie como los cimientos de la relación entre sus creadores.

Crítica Bastarda:

“Episodes” es ‘Pucks!’ y ‘Pucks!’ es “Episodes”. El show ficticio se comió a la ficción con tintes de realidad y parodia y, al mismo tiempo, la serie de Showtime trata de merendarse y despedazar con sus afiladas fauces a esa horrible bestia que nadie quiere ver. Con el cierre de la tercera temporada de la comedia monopolizada por Matt LeBlanc y esa pareja de guionistas británicos, es momento de hablar de una de las comedias más destacadas y también infravaloradas de los últimos años. No son buenos tiempos para el humor episódico y a “Episodes” se la ha aplastado, cual mosca, siguiendo el paralelismo sobre la serie dentro de la serie con una sutil diferencia: ‘Pucks!’ es un show odiado por esa crítica ficticia que también protagoniza en algún momento la propia ficción. Como si el interés fuera la bienvenida, llegó el fracaso, el alargado adiós y la pesadilla. Matt LeBlanc es Matt LeBlanc, ese hombre atrapado en un cuerpo de adolescente y condenado a destruir todo a su alrededor dentro de esa aberración que actúa como condena y purgatorio para todos los personajes. “Episodes” nos habla del horror de toda serie por sobrevivir ante un público (¿el actual norteamericano?) que prefiere sintonizar y reírse con una serie de un perro que habla, de las reuniones de ejecutivos más surreales vistas en la pequeña pantalla o de la perfecta interacción de un buen puñado de secundarios en esa montaña rusa que es ‘Pucks!’. Nos toca sobrevivir a cada gira, descenso y curva, a cada temporada y temporada, aferrando a sus personajes a ese infierno hecho serie… o episodio a episodio. ¿El relevo de “Extras” de Ricky Gervais? 


Sean y Beverly, el matrimonio responsable de una exitosa comedia británica (‘Lyman's Boy’), quedarán atados a Matt LeBlanc para que demuela y arruine su remake en tierras hollywoodienses. Realmente esos créditos nos avecinan la temporada de caza y el glamour de morir en una piscina como William Holden en “El crepúsculo de los dioses”. ‘Pucks!’ parece hablarnos como ese cadáver flotante y narrarnos su historia de ‘perdición’ entre sonrisas y esa gente disfuncional (e incluso loca de remate como el personaje que interpreta Chris Diamantopoulos en la tercera temporada) que dirige las cadenas norteamericanas mediante su toque british y de la comedia norteamericana más desatada para un canal de cable. Esa extraña conjunción en la referencia sexual no está exenta de la entrepierna de la egolatría de Matt Leblanc haciendo de Matt Leblanc. Digamos que la propia ficción ha mutado temporada a temporada, tratando de asentarse en su propio campo metaficcional. Si bien en la primera entrega la comedia era tanto física como burda y cobraba protagonismo mucha vulgaridad y tonos más oscuros, en la segunda temporada aparece la inteligencia y el humor más negro y malsano. Como si la propia broma fuera a explotar en esa tercera y, de momento y a la espera del estreno de la próxima temporada, última entrega. La actualidad de la serie es más satírica y cercana a una screwball como metáfora de la falsedad de la recreación de las principales cadenas haciendo televisión el cine de “El juego de Hollywood” de Robert Altman. Hay unas líneas de diálogo de Beverly (me encanta su evolución en una pérfida arpía) en el season 3 finale que desvelan esa lucha (¡de 3 cadenas importantes!) por hacerse con un piloto del matrimonio. 
—¿Cómo vamos a irnos? Todo el mundo nos quiere.
—Por eso deberíamos irnos. Es el momento perfecto. Hemos pasado un año sintiéndonos completamente impotentes. En cuanto le digamos que sí a alguno de estos cabrones, volveremos a estar igual, pero si nos vamos ahora, con todos ellos peleándose por nosotros, es lo mejor que podemos conseguir en esta ciudad.

En el cierre de la tercera temporada, ‘Pucks!’ parece muerta y enterrada pero, al no estar cancelada oficialmente, Elliot Salad es informado por el vengativo Merc de que Leblanc va a ser protagonista de un piloto de la NBC, reactivando ese cadáver que sigue flotando en la piscina y narrando su propia historia. Una historia que sigue con palpitante aunque muerta, como la ficción que enmarca y representa. “Episodes” siempre juega bien con la irreverencia y sus vertientes más explícitas y socarronas con alguna instantánea memorable que arremete contra el romanticismo y tiene como estructura vertebral la relación de Sean y Beverly, con LeBlanc ejerciendo de diablillo. Todos los clichés del famoseo —los padres abusadores, la acosadora, hermanas que luego son hijas de las hermanas en el post-coito, hand-jobs de la mujer ciega de tu jefe y un largo etcétera— se van a dar cita para confirmar que el tamaño sí importa. Nos podemos quedar como Sean y Beverly, disfrutando de la oscuridad y del temporal europeo, o sumirnos en ese caluroso y perfecto sol que esconde un rayo fulminante y exterminador. La idea es el doble juego a todos los niveles y que el espectador se haga fan de los morros de Myra Licht, se interese por la edad real de Morning Randolph, que sienta el amor de Merc Lapidus y Carol Rance en esa memorable (y escatológica) secuencia de amor y, sobre todo, que odie a muerte a Andrew Lesley.


Los intentos de Sean y Beverly de luchar por mantener el control creativo de la serie también sirve para ese juego de posicionamiento del humor british frente al tintineo de carisma ‘american’ de LeBlanc. Si bien las dos primeras temporadas se centran en la recomposición de su matrimonio roto, la screwball y el tono más ácido y británico deja un regadero de víctimas entre funerales, entregas de premios con escándalos virales o reencuentros con ex esposas. La farsa es generar todo tipo de situaciones sobre el cliché del glamour de Hollywood pero su humor idiota y políticamente incorrecto genera un giro sobre el choque cultural y el desprecio inteligente. Con ‘Pucks!’ y la auto-mutilación sobre la prostitución emerge la sátira televisiva que poco o nada tiene que ver con las perpetradas por shows como 30 Rock o Studio 60 y más allá de un vehículo para lucimiento de Leblanc (y su presencia, premios y nominaciones en los Globos de Oro, Emmys) o saber cómo utilizará Showtime el 20 aniversario de “Friends” dentro de la propia ficción, “Episodes” nos habla del amor y odio hacia a la industria y, evidentemente, la gracia de no tener gracia. 

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