España
Director: Richard Vogue
2011
Sinopsis (Página
Oficial):
Willie Molina es un actor ya
retirado que ha pasado parte de su vida en Hollywood interpretando películas de
SERIE B. Su mayor hobbie es la caza, y mientras esta en el monte dispara sin
querer contra unas chicas que estaban caminando entre los arbustos, hiriendo a
una de ellas. La herida es superficial, pero Willie las invita a pasar el día
en su finca. Al llegar a la mansión, las chicas descubren que están ante un
hombre muy rico. En realidad, las jóvenes ejercen de gancho en la carretera a
hombre ingenuos a los que desvalijan valiéndose de sus encantos. Su protector,
Robín, llega a la casa junto a Katy, una nueva chica. Acorralan al viejo actor
amordazándole y golpeándole. Las cosas se ponen feas para el hombre... O quién
sabe… Quizás para ellos…
Sí, es un
bodrio —y también un B-eliculón, que conste— pero, al menos, el ejercicio de
honestidad con el propio público es admirable. Es cierto que hablar de la Serie
B-odrio es un tema demasiado ambiguo y subjetivo a tratar. ¿Por qué a unos nos
encanta Ed Wood y a otros Uwe Boll? ¿Por qué unos preferimos “Kárate a muerte en Torremolinos” o “El ataque de los tomates asesinos” —claros
alegatos del bodrio auto-consciente— y otros la indiscutible magia de “Troll 2” o “R.O.T.O.R.”? El misterio
lo podrían resolver documentales como “Best
Worst Movie” o “American Movie”,
aunque Richard Vogue lo tiene claro:
pasarse el raccord por el reverso de las bragas de las protagonistas femeninas,
recitar los lugares más comunes y vulgares de subgéneros, dinamitar los
videoclubs de los ochenta, mofarse de los chirriantes
recursos de la Serie B sin someterse a la spoof
movie y manteniendo cierta coherencia interna como admirable ejercicio
metacinematográfico. ¡Todo un (des)acierto!
¿Sus
problemas? Obviamente hacer una película premeditada e intencionalmente con todos los ridículos clichés y absurdos de la Serie B no exonera a
la propia película de recibir el mismo tratamiento y duros y sangrientos golpes
que el protagonista de “Historia de
Ricky”. Tomarse en serio esta cinta es una completa equivocación, aunque la
vergüenza ajena y los continuados ataques de risa no hay quien se los quite a
la audiencia. He aquí el must-see primaveral obligatorio por dos razones:
1) Necesitamos que recaude más que la última de Isabel Coixet, para que «El Muletilla» pueda
trollearla de nuevo. Se acabaron las estafas patrias, las películas de la baba
y el comadreo, el bodrio deshonesto. “Serie
B” nos debe recordar, por una vez, que somos los mejores haciendo lo peor
de nosotros mismos. ¿Bodrio? Sí, y a mucha honra. ¿Peliculón? No, ‘B-eliculón’.
Esto es Marca España y lo demás tonterías.
2) No podemos permitir que se vuelva a repetir el caso
de “Kibris, la ley del equilibrio”. La
que es considerada la quinta peor película de la historia del cine español sigue sin editarse en DVD (o VHS... ¡o en Beta al menos y por joder!)
ni ninguna cadena ha tenido valor de emitirla por miedo a terribles represalias.
Los pocos espectadores que la vieron y se gastaron doscientas veces el dinero
que pagaron por la entrada en un inhumano tratamiento psicológico no saben lo
afortunados que fueron.
Un rodaje muy intenso |
Puede que el
director de “Sueca bisexual necesita
semental” y “No me toques el pito
que me irrito” no haya conseguido sacarme tantas carcajadas como las
recientes “El secreto de los 24 escalones” o “La fría luz del día”,
pero “Serie B” da lo que promete su
cartel con look grindhouse y ese memorable
trailer con el inolvidable «And introducing Sonia Monroy» con una clavada ‘e
introducción’ anal al mundo del celuloide. Desde un comienzo, que hábilmente
combina la destreza de Quentin Tarantino
y el sentimentalismo de Michael Bay al
leer la biografía de Ana Obregón,
llega la lluvia de impactos y estremecimientos al espectador con aroma a
video(y-puti)club y una canción de Gisela
que hubiera ganado un Oscar si la cantase Adele. «Técnica china, paralización
total» o «Give me Ventolin» (en su versión anglosajona) harán revolver nuestros
intestinos entre un carrusel de instantáneas para el recuerdo y un chorreo de
momentos desopilantes.
And the winner is…
¿Si Chikilicuatre nos representó en
Eurovisión y Mariano Rajoy es
nuestro presidente del gobierno, por qué no puede estar Sonia Monroy nominada al Goya a la Mejor Actriz Revelación? ¿No es acaso
coherencia? Sonia Monroy merece ser
nominada al Goya (o Yoya) a la Mejor Actriz Revelación por su excelente
interpretación (de sí misma haciendo de sí misma). La Monroy, además, es nuestra estrella femenina actual más
internacional. ¡Está arrasando en Hollywood! ¿Penélope Cruz? Si la Pe
es tan importante, ¿por qué no estaba en la alfombra roja de los Oscars
y la Monroy sí? Sonia Monroy merece por este papel tan desbordante de dotes
interpretativas y posturas imposibles para otras actrices de primer nivel una
merecida nominación. Es más, aparte de nominarla deberían pronunciar su nombre
en la Gala de los Goya y, cuando pise las escaleras, indicar que se ha cometido
un terrible error: simplemente le querían devolver el Goya que sale en la
película…
Versión redux de la reseña publicada en Cinema ad Hoc
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