(2012)
EEUU
Director: Sacha Gervasi
Sinopsis (Página Oficial):
Detrás
de Alfred Hitchcock, el denominado ‘maestro del suspense’, había un
aspecto que se ocultaba: su extraordinariamente creativo romance con su leal
esposa y colaboradora en la realización cinematográfica, Alma Reville. “Hitchcock”
saca a la luz su fascinante y compleja historia de amor. Y lo hace mientras
se filma su más audaz aventura cinematográfica, “Psicosis” (1960), que
se convertiría en la película más controvertida del director y también en la
más legendaria. Cuando, contra todo pronóstico, la tumultuosa producción llegó
a su fin, la forma de hacer cine cambió para siempre, pero solo unos pocos
supieron que realmente hicieron falta dos para llevar a cabo el filme.
¿Qué quiere ser “Hitchcock”? ¿Un homenaje al cine, a Hitchcock, a Alma Reville o a la leyenda oculta de toda leyenda? ¿Un acuchillamiento en toda regla a “Psicosis” pasado por agua, tal vez? ¿O una parodia involuntaria? Veamos, el filme de Sacha
Gervasi comienza y finaliza a
lo “Ed Wood” de Tim
Burton —homenaje sintomático
al cine partiendo del director designado como peor de todos los tiempos—
siguiendo la estela de ‘Alfred
Hitchcock presenta’ pero, de
repente, se reflejan los conflictos de los personajes: la vejez, el miedo a la
infidelidad o descubrir que Hitchcock tenía ‘fuertes’ sentimientos psicopáticos… Eso sí,
aquí no corre la sangre porque estamos ante un impasible mirón y voyeur, siempre
observando… como una sombra en el sobaquín y por debajo del pezón.
El propio Hitchcock afirmaba que en sus imágenes está toda la verdad… Efectivamente en “Hitchcock” la verdad es que no hay ni hubo ni habrá verdad… ni, por lo tanto, película. Poco se reconoce la figura de William Castle y mucho menos esa copia que me parece más gamberra y superior al mito —“Homicidio”—. En el filme de Sacha Gervasi, de poca historia y mucha mirada, se realiza una pésima lectura de ‘Alfred Hitchcock and the Making of Psycho’ de Stephen Rebello. Que si Anthony Perkins era lelo, que si Janet Leigh y Vera Miles eran muy buenas madres por encima de actrices súper-súper-profesionales, que si Hitchcock no paraba de darle a las delicatessen y a la botella… Y que, en definitiva, se le llenaba mucho la boca al pronunciar el final de su apellido… Muchas frases célebres a calzador y Helen Mirren en bañador para hacerse un homenaje a sí misma y a su famoso ‘posado’ en bikini —del mismo color— que provocó una popular cadena de gimnasios declarase a la actriz británica como mejor cuerpo del mundo. En “Hitchcock” ella es el cuerpo del delito pero descubrimos que no había delito que escribir ni cuerpo en el guión. El maestro del suspense se merecía algo con más… suspense… y aquí no sabemos si quiere asesinar a su mujer, se enamoraba/decepcionaba de sus actrices hasta límites enfermizos, si su sueño era ser el cómplice de Ed Gein, si estaba deprimido porque no se había inventado la Viagra o el Botox o que luchó mucho por “Psicosis” para no perder la piscina y el bañador que solía recorrerlo de lado a lado.
La interpretación de Anthony Hopkins es digna del Celebrities de ‘Muchachada nui’. La única gracia e interés son los paralelismos que ofrece con “El silencio de los corderos” y sus momentos en los que apuñala al aire. Pero lo peor, aparte de hacer parecer que “Psicosis” es fruto del azar, de medio empalme, de una mano con ‘Alma’ y de un rodaje digno de eyaculador precoz, es que el contenido dramático provoca risa. Después de “Con la muerte en los talones”, Hitchcock buscaba hacer algo nuevo y diferente. Aquí, al parecer, todo se resume al sensacionalismo y hacer la ‘cama’ al censor. Tenemos, por supuesto, la historia de amor: Alma tiene celos, Hitchcock tiene celos. Hitchcock era un genio y tenía mal genio. También Alma era una mujer con genio, con genio y con genio. O sea, la combinación perfecta con mucho genio. Obviamente las referencias hitchockianas son ¿obvias? y “Hitchcock” oscila entre las fantasías oscuras del cineasta, la ligereza del humor y la auto-parodia-y-homenaje en una comedia con su toque cínico-dramático, que acaba en romántica entre genios con genio. Por mucho genio que habite en la cinta, esto no es “Cazador blanco, corazón negro” (sobre “La reina de África” de John Huston) y ni siquiera “RKO 281. La batalla por Ciudadano Kane”. Y eso que no he visto “Celuloide” de Carlo Lizzani (sobre “Roma, ciudad abierta” de Roberto Rossellini). Podría entenderse que la idea de Sacha Gervasi era poner cachondos a los espectadores con Scarlett Johansson y que desearan meterla puñaladas (de carne) como el propio Hitchcock, enamorado de una rubia que no existe a lo Scottie Fergusson (James Stewart) en “Vértigo (De entre los muertos)”. Lo de que las puñaladas (de carne o acero) que sean en una ducha… al final era opcional. Pero la moraleja y motivo real por lo que, más que decepcionante, “Hitchcock” me parece tremendamente fallida es que todo se reduce a reivindicar que a Hitchcock no le dieron un Oscar ni por “Psicosis”… ni por ninguna de sus películas de Oscar. Yo, si hubiera sido la Academia, le habría dado el Oscar este año a Sacha Gervasi por joder y apuñalar de nuevo al mito… que al parecer se le da bastante bien a este director y a la propia Academia. Y, desde luego, no hace falta mojarse ni ponerse la ropa y peluca de mamá, mostrar un cuarto de baño o realizar una película que ni es homenaje ni película.
Una buena historia, bien contada, con un Hitchcock amable que muestra ante la pantalla todas sus neuras y debilidades de la mano de Alma, su comprensiva esposa. Buenas interpretaciones para una película que hace pasar un buen rato. Un saludo!
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