Serie de TV
“True Detective”
EEUU
2014
Sinopsis (Página Canal+):
Los detectives Rust Cohle y Martin Hart del Departamento de Policía de Louisiana deben volver a investigar el retorcido caso de una serie de asesinatos en el que habían trabajado 17 años atrás. Ambos narran desde nuestros días sus investigaciones paralelas, sucesos que reabren heridas aún no cicatrizadas y les sumergen de nuevo en los bizarros rituales que envolvían los asesinatos. Cuando son obligados a volver a un mundo que creían haber dejado en el pasado, el avance en la investigación y el mayor conocimiento mutuo les enseñan que la oscuridad reside a ambos lados de la ley.
A falta de dos capítulos para dar cierre a la primera temporada de “True Detective” es momento de dedicar uno de los muchos textos posibles al arte hecho televisión dentro del marco de HBO. Los elogios hacia la serie de Nic Pizzolatto no han parado de repetirse en un sumatorio de calidad con un Matthew McConaughey sobrehumano que quiere ganar todos los premios de interpretación de cine y televisión del año. Han pasado los suficientes episodios para confirmar que estamos ante el estreno más potente, sólido y notable del 2014 y serio candidato a ser el buque insignia de la cadena de cable tras los cierres y carpetazos de “Boardwalk Empire” y “The Newsroom” y la previsible consolidación de “Game of Thrones” en otro territorio con el que HBO no solía contar. Y es que plasmada su “Battlestar Galactica” (calidad, reconocimiento y capacidad viral y fan) por obra y gracia del material de George R.R. Martin, era momento de traer la nueva ficción que engrandezca la televisión después de “Los Soprano”, “A dos metros bajo tierra” y “The Wire”. Precisamente David Lynch siempre ha hablado de la reinvención de la televisión a través de los caminos marcados por “Twin Peaks”; el capítulo dejó de ser una escuadra sino un elemento dentro del propio cuadro. “True Detective” vive de la atmósfera de la ficción de Lynch y, al mismo tiempo, forma parte de esa tensa línea sobre la que palpitan “The Killing” (también del propio Pizzolatto), “Broadchurch” o “Top of the Lake”, pero sumándose a esa circunvalación de la antología por temporada que ha refundado “American Horror Story”. Cada temporada será una miniserie, cada entrega un imán para nuevas historias, personajes y grandes actores, cada año una muerte por sobredosis para el seriéfilo.
Interesa que una obra maestra (más confirmada que a falta de confirmar) como “True Detective” haya declinado en cuantiosos textos según ha ido perfilando su fondo a medida que transitaban sus episodios. Son sólo ocho pero tan inmensos —e incluso distanciados a ciertos niveles entre sí— que resulta todavía lejano el propósito y su presumible revelación final queda lejana, tan perceptible como difuminada, tan clara como nubilosa. Considero que podemos hablar de sus referencias literarias como esos breves ensayos generados sobre un policial esquematizado a patrones clásicos: la pareja antagónica que forma el perfecto equipo, la burocracia como antagonista, el mal invisible que se hace corpóreo dentro de un gran poder con un monumental secreto que ansía esconder de nuevo en las sombras, el caso que define la vida del detective y le hace descender a sus infiernos personales e incluso una femme fatale que provocará el estallido violento y separación de la pareja. Los elementos canónicos son, en cierta medida, un homenaje al clasicismo del género pero la narración e identificación de los personajes con su entorno nos remite al común denominador de cada uno de sus capítulos: los títulos de crédito confeccionados por el mismo estudio que realizó los de “Carnivàle”, “Deadwood” o “Juego de Tronos” sobre el tema ‘Far From Any Road’ de The Handsome Family, que en su momento la crítica musical señalaba como una canción sobre el ‘hedor de la muerte’. El viaje a la fragilidad de la América profunda y el purgatorio de EEUU es fragmentado por el bien y el mal, la religión, la contaminación atmosférica generada por la industria y esas cañas unidas en un asesinato que refleja un sacrificio ritual. Y todo arde… porque aquí el fuego va a devorar todo. El paisaje va a ser parte de ese gran todo y fondo sobre el que la puesta en escena refleja y absorbe a los personajes. Ellos también forman parte de ese ya decorado macabro y se doblan como una fotografía, se fragmentan dentro del pecado, fe y muerte y donde la ubicación marca al personaje. Estamos lejos de cualquier carretera, en un lado apocalíptico del alma humana que remarca el póster promocional: «El hombre es el animal más cruel».
Y toda esa contaminación atmosférica, social y criminal nos hace respirar el bien y el mal, la textura de esa crueldad animal implícita en el ser humano que no llegamos a aceptar y que rechazamos. Llegamos a la epidermis de esos dos detectives Rush Cohle (Matthew McConaughey) y Martin Hart (Woody Harrelson), cuyos destinos van bifurcarse en una carretera de dos direcciones en cuantiosos aspectos narrativos, emocionales y dramáticos. Sabemos que van a colisionar de nuevo en esa línea presente, 17 años después de cerrar un caso que les dejó marcados y abrió sus propias turbulentas heridas personales. Una intersección en sus caminos que no llega hasta el cierre de “Haunted Houses” (1x06). Nos encontramos ante un relato dividido en un juego de parejas: dos bloques temporales, dos asesinos en serie, dos verdades, dos lados de la ley, dos visiones antagónicas de la vida y, por supuesto, dos parejas de detectives. El relato clásico en clave de flashback ha quedado obsoleto y la capacidad generar terror en el espectador ha sido evidenciada con psicópatas torturadores y cientos de víctimas a su paso como si estuvieran tratando de conseguir un récord Guinness. Con solamente unas frases en off y unas fotos, Pizzolatto construye un universo absorbente y desasosegante, un silencio agónico fuera de campo que forma otro gran regadero de cadáveres y que, poco a poco, despierta de su letargo.
“True Detective” se obsesiva con sus personajes y los describe desde numerosas ángulos, al igual que esa América profunda para hablarnos de la humanidad y, evidentemente, la falta de la misma. Con uno sólo asesinato, la cadena de resortes y conspiraciones de gran escala nos establecen dentro de varios planos temporales. De 1995 a 2002 conoceremos las respuestas que realmente nos formula el pasado. Y el enigma no es sólo el crimen sino completar el círculo que absorbe al espectador y le deja también atrapado en ese otro ‘cuarto’ que establece la pantalla, que le deja a solas con los monstruos que los seres humanos llevamos dentro y tratamos de ocultar. Como si fuera una gran novela visual, Nic Pizzolatto fusiona la belleza de un cadáver exquisito y la sombría narrativa de un policiaco donde la sensación acentúa una distinguible electricidad palpante y visual sobre arquetipos que se retuercen en la oscuridad. Una fusión y evolución que provoca que la serie se vaya reinventando en cada capítulo, haciendo proposiciones formales como ese plano secuencia que cierra “Who Goes There” 1x04 o estableciendo sugerencias que envuelven su material inspirador y referentes literarios (Robert W. Chambers o Arthur Machen) para conjugar la maldad humana con la religión como revelaba su última adquisición literaria con la forma (¿ficcional?) de ‘Las cartas de Telios de Lorca’, de ese místico franciscano del Siglo XII tan tétrico como esclarecedor donde se oculta parte de la gran verdad de esa oscura y laberíntica madriguera. Para algunos es Lovecraft, para otros ‘El Rey Amarillo’ condena a la locura a esos personajes y también a la propia audiencia dentro de ese puzle perfecto que conjunta piezas de thriller y el policíaco clásico bajo una capa plástica contemporánea de horror que desprende un olor macabro a muerte. Así es “True Detective”, desde sus títulos de crédito hasta el último aliento, la espiral de una obra maestra que quedará tatuada eternamente en nuestra piel.
“True Detective” se obsesiva con sus personajes y los describe desde numerosas ángulos, al igual que esa América profunda para hablarnos de la humanidad y, evidentemente, la falta de la misma. Con uno sólo asesinato, la cadena de resortes y conspiraciones de gran escala nos establecen dentro de varios planos temporales. De 1995 a 2002 conoceremos las respuestas que realmente nos formula el pasado. Y el enigma no es sólo el crimen sino completar el círculo que absorbe al espectador y le deja también atrapado en ese otro ‘cuarto’ que establece la pantalla, que le deja a solas con los monstruos que los seres humanos llevamos dentro y tratamos de ocultar. Como si fuera una gran novela visual, Nic Pizzolatto fusiona la belleza de un cadáver exquisito y la sombría narrativa de un policiaco donde la sensación acentúa una distinguible electricidad palpante y visual sobre arquetipos que se retuercen en la oscuridad. Una fusión y evolución que provoca que la serie se vaya reinventando en cada capítulo, haciendo proposiciones formales como ese plano secuencia que cierra “Who Goes There” 1x04 o estableciendo sugerencias que envuelven su material inspirador y referentes literarios (Robert W. Chambers o Arthur Machen) para conjugar la maldad humana con la religión como revelaba su última adquisición literaria con la forma (¿ficcional?) de ‘Las cartas de Telios de Lorca’, de ese místico franciscano del Siglo XII tan tétrico como esclarecedor donde se oculta parte de la gran verdad de esa oscura y laberíntica madriguera. Para algunos es Lovecraft, para otros ‘El Rey Amarillo’ condena a la locura a esos personajes y también a la propia audiencia dentro de ese puzle perfecto que conjunta piezas de thriller y el policíaco clásico bajo una capa plástica contemporánea de horror que desprende un olor macabro a muerte. Así es “True Detective”, desde sus títulos de crédito hasta el último aliento, la espiral de una obra maestra que quedará tatuada eternamente en nuestra piel.
muy buena crítica y muy buena serie
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