jueves, 6 de enero de 2011

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Secretos… ¡pa’ tu pu*os padres!

Esa noche el bastardo decidió hallar la verdad. Como siempre, cada cinco de enero se acostaba temprano después de escuchar ‘You Think You’re A Man’ de Divine. Todos los años soñaba con el bigote de John Waters… pero este año se hizo el dormido…

La espera fue tan larga que ni el onanismo salvaje con un pollo del frigorífico o un filme en VHS de Russ Meyer le hubieran evitado el sopor del lánguido silencio. Menos mal que al ser adicto al avant-garde estaba acostumbrado a planos de dos horas de gente durmiendo y de únicas secuencias de edificios de ocho horas. Ningún cama traquetear, ni siquiera un pedo preliminar, ninguna arcada por tragar demasiado y demasiado hondo, ninguna jeringuilla con espera y esperma lista para un inseminación, ningún camello de dos o cuatro patas resobándose lascivamente por las paredes de su morada… ¡Allí no se escuchaba nada! Pero tenía que venir alguien a dejarle los regalos. Esos señores a lo que había enviado una carta con su lista de películas descatalogadas de la nueva ola checa y un póster exclusivo de Edith Massey.

Decidió salir de su habitación y fue caminando por el oscuro y silencioso pasillo. Ni siquiera la luz mortecina y las sombras alargadas y temibles que se formaban en el salón le detuvieron. Esos Reyes que atraían por igual a ateos, chinos y musulmanes, a paraguas, bolsas del Carrefour y gente a cuatro patas con tal de gorronear un puñado de caramelos. ¡Tenía que ver a esos señores que agarraban a tantos niños que se sentaban en sus rodillas y no eran pederastas!

¡Pero no estaban allí!


El pequeño bastardo pensó que tal estuviera dormido y atrapado en una pesadilla lynchiana… y que cuando abriese la puerta, que daba a la sala de estar, aparecería un enano con un telón rojo-putón que le escupiría a los ojos. Pero allí encontró la mayor aberración que podría ver un menor de edad gafapasta. Sí, estaban allí los Reyes Magos, pero se encontraban desnudos y vestidos únicamente con lencería femenina mientras uno de ellos mantenía relaciones sexuales con un dromedario. El contacto de la barba Gaspar y su lengua con los pelos de la bestia contraían el acto impúdico en una oleada de deseo bizarro. La escena estaba amenizada por los padres del bastado amaniatados con estética bondage mientas Melchor echaba la leche caliente por el cuerpo de su madre y despedazaba las galletas, que había dejado por la noche el pequeño bastardo, con apasionante-pasión en el escroto de su padre. Ambos gemían por las vibraciones de las bolas de plástico que rellenaban sus bocas de placer. El bastardo podía tolerar todo anterior porque después de ver la filmografía de Ed Wood, todas y cada una de las películas de El Santo, todo lo relacionado con el turkploitation de-cabo-a-rabo-peludo y todos y cada uno de los bodrios emitidos en “Mystery Science Theater 3000” no había nada que pudiera sorprenderle. Lo que sí era sorprendente e intolerable era ver como Baltasar envolvía en papel de regalo con motivos de personajes de la Disney una cinta de VHS “Muerte en Venecia” de Luchino Visconti junto a un cassette de “Metal machine music” de Lou Reed. Era el mayor insulto que un bastardo podía recibir. El mayor de los mayores. Observó horrorizado cómo Baltasar se pasaba su carta por sus partes nobles y santificadas.


El pequeño bastardo gritó: «¡Hijos de p*ta, admiradores de Roland Emmerich y Mel Gibson! ¡Iros a a la mina de Moriah a meteros todo el carbón de los goblins por vuestro p*to c*lo! ¡Los regalos son una p*ta mi*erda! ¡Qué vergüenza para mis gafas de pasta gruesa! ¡Los Reyes Magos no son mis padres! ¡Están fo**ándoselos! ¡Preferiría que los Reyes Magos fueran los padres, no que estuvieran dentro de ellos!»



Pasaron los años y el que fue un pequeño bastardo entendió el motivo por el que los padres preferían decir que los Reyes Magos eran ellos. Es preferible una mentira piadosa a una lasciva y horrenda, a revelar un secreto incofensable. Siempre recordaría esa noche traumática que cambió su vida para siempre y que le aclaró tantas cosas… como el precio que hay que pagar por un presente, de los caramelos lanzados y previamente chupados por los Reyes, de su odios, animadversiones y traumas confesados, porque es preferible no tener hijos y por qué se eligió claramente que el día en cuestión fuera el cinco

4 comentarios:

  1. A mis padres tambiés les violaron los reyes magos y por eso me hice republicano. ¡Cabrones! ¡Abajo la monarquía!

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  2. Le compadezco aunque es también incoherente e hipócrita que muchos republicanos y ateos compren Roscón y pongan la bolsa para gorronear caramelos. Eso sí que es una vergüenza monárquica.

    Saludos!

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  3. Jajajajajajaja
    ¡ Hala ! Esta vez se ha pasado vd. , pero ... mire qué historietas bastardo-blasfemas tiene que pergeñar , y todo porque no le dejaron el Cinexin cuando tenía ocho y medio ...

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  4. Hooooooooola Pilar!!!
    Espero que todo vaya bien y que los Reyes Magos le hayan hallado bien. Es cierto que tuve un trauma con el cinexin porque nunca me lo trajeron los reyes pero sí a todos mis vecinos. ¡Espero que paguen por semejante atrocidad!

    Besos!

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