El cambio de parche en diferente ojo en el rostro de Rooster Cogburn da pistas suficientes para indicarnos que la adaptación de la novela de Charles Portis va por diferentes derroteros que “Valor de ley” de Henry Hathaway. Hay un cambio de punto de vista. Aquí se puede divisar cierto arte y mimo por el remake aunque apunte y destile sobre el texto que sobre imágenes residuales de John Wayne, Glen Campbell y Kim Darby.
Posiblemente la pluma de un genio sea doblemente pluma si hay son dos geniecillos quienes están detrás de un libreto. Últimamente los hermanos Coen se han convertido en los ‘sucesores’, por cantidad y antigua calidad, de Woody Allen. Dosis anual con la categoría que tuvo durante la década de los noventa el genio de Manhattan. Esta vez llega con recompensa de un fugitivo en la carrera de los directores de “El gran salto”. En su tercera semana en el box office americano ha conseguido llegar a lo más alto. Apartada de la crisis de calidad de estrenos los valores seguros siempre son recompensados. “Valor de ley” hace honor a su título por ese motivo y por no cambiar ni una coma o carácter del título original.
Se pondrá de ejemplo la transformación de los Coen de libreto de Marguerite Roberts como ejemplo de economía narrativa y hábil recreación de un género. El punto de vista, la voz en off, la adaptación del tono donde habitan nuevos caminos… Y precisamente el guión de los creadores de “No es país para viejos” invita hacía nuevas vías de escape pero debería recuperar más la locura de “Arizona Baby” o adentrarse en el surrealismo de “O Brother!” ya que la historia podría invitar a una revisión de “Alicia en el país de las maravillas”. Esta vez la fidelidad no funciona tan bien como la adaptación de Cormac McCarthy aunque es tan superior a todo lo que sale de EEUU que su ley es su valor. Los autores empiezan apoderarse de Hollywood: Fincher, Sorkin, Tarantino, los Coen… comienzan a conseguir presupuestos notables para proyectos de calidad superior. Tal vez el texto impuesto haya que entenderlo como una base no como una recreación figurada en los conceptos mercantiles habituales de una industria que se muerde la cola, cual serpiente, sin saber que se está envenenando a sí misma…
CAMBIO DE PARCHE Y PUNTO DE VISTA |
Desde luego la economía narrativa se impone desde el arranque donde una galopada y voz en off dejan fuera al ‘cobarde’ Tom Chaney y donde aparecen sutiles puntualizaciones sobre la comedia negra en algún genial gag y risa por ahorcamiento. Efectivamente, los indios no tienen ni voz, ni voto ni canción a lo Björk en “Bailar en la oscuridad”. Esto es un western de tono clásico con pluma contemporánea. Convivir con los muertos parece ser el primer precio que tiene que pagar Mattie Ross desde un excelente arranque donde se nos presenta esa lucha de egos de la propia niña lista, impertinente y catalizadora de esa relación imposible de Rooster Cogburn y La Boeuf.
GRANDEZA |
Lo interesante es el uso del gran plano general y el personaje reducido a lo minúsculo como elemento de ponderado suspense. Vemos y escuchamos unos disparos pero aquella miniatura que representa al personaje permanece impasible. ¿Caerá o seguirá en pie? Primera ley del suspense expuesta en la distancia pero con la clase y categoría de los guionistas de “Muerte entre las flores” puesta sobre una mesa llamada talento: aquí todo está justificado, hasta un plano cenital desde la mirada de una Mattie en la cima de un árbol, por ejemplo. Esa suma de elementos tan avant-garde o autorales recuerdan a la cercana y acribillada a balazos por el público como “Tiro en la cabeza”, pero convirtiendo a los protagonistas en el mismo punto de vista y ‘ojo’ lejano del espectador.
LEYENDAS Y CAPTURAS |
Hay nieve pero no es “Fargo”, aunque los blancos copos son pasajeros y acompañantes del viaje. El tono sucio, los personajes descuidados repletos de podredumbre y polvo. De arena, pasado y una voz, la de Cogburn, que aplasta a la narradora, punto de vista y motor de la historia, en el nudo de la película. Es una tara que aleja, en mi opinión, la película de las mejoras obras de los Coen. La otra gran imperfección es el recuerdo de John Wayne y mira que bien que lo hace Jeff Bridges… pero los iconos, iconos son. Efectivamente, el tiempo sólo se aleja de nosotros pero la búsqueda del recuerdo para convertirse en el punto de inflexión del notable cierre. Hay un viaje final bajo proyecciones tan bello y lleno de sacrificio. Tal vez la vida que nos dibuja “Valor de ley” sea de elecciones acertadas y desatinadas, de consecuencias impredecibles y previsibles, de caminos escogidos sin salida en recónditas rutas humanas de lo que fue y nunca será.
Tu crítica es como para estar de acuerdo prácticamente en su totalidad con ella (algún día tu y yo seremos almas gemelas en FA Bastardo). Ahondando un poco más en lo que a los Coen se refiere, así a grandes rasgos, personalmente creo que últimamente están un poco de capa caída. Quizás por culpa del propio listón que se pusieron con su legado en los 90. Porque mucha gente habla de los 90 como la década de Tarantino y Tim Burton (que lo fue), pero no es nada fácil hacer 4 grandes películas como las que hicieron estos tíos (sin contar "El gran salto" que para mí no es tan grande). Pero de un tiempo para acá se han ido, y permíteseme la expresión, "apollardando". Que si comedia romántica por aquí, que si George Clooney por allá y por allá y tambien por allá... que si remake, que si no se qué no se cuantas, pero salvando "No es país para viejos" que les quedó que ni pintada, poco más han podido ofrecer realmente con calidad notoria en 10 años, porque "El hombre que nunca estuvo allí" la recuerdo positivamente pero con el tiempo Billy Bob Thornton se me ha ido haciendo un tío muy mustio e insípido y si ahora la veo seguro que la repudio. Pero bueno...
ResponderEliminarAquí venían con un western, que dicho sea de paso es uno de mis géneros favoritos, pero es un género ya con el que cuesta sorprender y más si tu guión es, como tú bien has dicho, clásico. (Incluso a directores "extravagantes" les ha costado hacerlo con otro tipo de guiones como Takashi Miike o Kim-Ji Woon). Pero los Coen son los Coen, y la verdad que casi siempre ofrecen productos interesantes al menos. En ese sentido son un poco como Woody Allen o Almodóvar. Y realmente, este western, a pesar de arrancar casi tan lento como una peli de Tarkovsky (es broma), nos deja a un gran Jeff Bridges. El tío debe beberse cantidades industriales de whisky escocés para tener esa voz. Matt Damon cumple y la niña quizá sea lo que menos me gusta de la historia. Pero bueno, en cuanto a planos y dirección los tíos siempre dan lo mejor que tienen, y eso es de agradecer.
Hoy en mi consulta médica tengo cita con Buzz Lightyear y mañana seguramente me visite Apichatpong Weerasethakul (lo he dicho bien!!!).
Saludos tío.
Hola DR!
ResponderEliminarHabrá que hacer trampas con los filtros para que sea así. "No es país para viejos" es la mejor película de los Coen desde "El gran Lebowski" y hay una distancia de una década entre ellas... No pude ni con "El hombre que nunca estuvo allí" ni con "Ladykillers". Efectivamente en los noventa todo lo que hicieron fue para enmarcar y ganaron una Palma de Oro. También el Oscar que no tiene Tarantino y Burton a la mejor película, director.
Yo creo que Bridges fumaba negro o directamente serrín para conseguir esa voz donde apenas se distingue una 'o' de una 'e'.
Espero que con medicación y paciencia aprecies la delicias del pedorro de Buzz Lightyear (quien lo diría) y de las innumerables virtudes de Apichatpong Weerasethakul (métete cafeína en vena).
PD.: Weerasethakul está perfectamente escrito.
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