“The Bus Pants Utilization” es el duodécimo episodio de la cuarta temporada de “The Big Bang Theory” y llegó para inaugurar el 2011 como regalo de los Reyes Magos. Se nota que allí son de Santa Claus porque, como presente navideño, este episodio sólo admite una única salida: la devolución inmediata por escasa calidad y no ser de la talla que se le pedía. Al menos, entiendo, que si se estableciese un barómetro que determinara la presión de risas atmosférica daría un valor negativo y si fuera una talla de ropa… sería una XS (extra-small). A la serie de Chuck Lorre y Bill Prady le pedimos una talla XXL de risas (y no enlatadas) por disponer de uno de los mejores personajes de la sit-com contemporánea. Sheldon Cooper no se merece episodios tan desaprovechados e ínfimamente mediocres como este.
Leonard tiene una brillante idea para el reconocimiento de ecuaciones en una aplicación para smartphone. Es tan inteligente que Sheldon se ve sorprendido y Raj realiza sus previsibles y escatológicas comparaciones. Howard, como siempre, es humillado por el ganador del Globo de Oro al mejor actor. El episodio pretende reflejar la búsqueda de liderazgo en el nuevo grupo ‘empresarial’ y de ‘investigación’. Sheldon sólo para de buscarse enemigos. Primero expulsa a la gorrona de Penny para evitar que le robe la idea al grupo y segundo, al interna convertirse en epicentro del proyecto, provoca que Leonard vete sus proposiciones y sugerencias.
APLICACIÓN MINORITARIA |
Ni siquiera el nombre, el diseño y mucho menos la interface es del gusto del físico protagonista que llega al extremo de pedir la moción de censura… pero es despedido. Toca discusión y ponerse los pantalones para autobús para no mancharse que los uno lleva debajo. Para Leonard nada ha cambiado salvo que a uno le llamen enano y ser víctima del complejo de Napoleón. La lucha de egos se compone de chistes sobre homosexualidad entre Raj y Howard e intento de sobornos cutres por parte de Sheldon.
Sólo queda tocar el Theremonio como entrega total a la decadencia egocéntrica y también para tocar los theremonios a tus ‘amigos’ y antiguos compañeros de proyecto. ‘Nadie sabe de mi pena’ y tampoco parece que la de un sufrido espectador como servidor. Ni siquiera un chocolate caliente por parte de Penny y una proposición indecente utilizando una idea simplista y banal de la camarera que quiso ser actriz le ayudan a tomar el control. Efectivamente nadie quiere a Sheldon, ni quiera los creadores de la serie dándole guiones tan bobalicones y sin veneno. Toca el sarcasmo y la disculpas y al igual que el episodio nadie sabe ya si esta serie quiere ser seria, por perdurar en el mundo de las sit-com, o una broma de la que se definirá con el tiempo como ‘la serie intrascendente con un personaje trascendente’.
SIEMPRE NOS QUEDARÁ SHELDON |
La aplicación que hacen los chicos tiene un target de doscientas personas en todo el mundo… que creo que será el número de personas que han disfrutado con esta boñiga de episodio.
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