Serie de TV
“Orange Is the New Black”
EEUU
2013
Sinopsis (Página
Oficial):
“Orange
Is the New Black” gira en torno a Piper Chapman (Taylor Schilling), una mujer de
Connecticut que es enviada a la cárcel para mujeres de Litchfield, una prisión
federal en New York, por posesión de una maleta llena de dinero procedente de
drogas que vendía para Alex Vause (Laura
Prepon), una traficante internacional de drogas que fue amante ocasional de
Chapman en el pasado. Condenada a cumplir una pena de quince meses, Chapman
debe sobrevivir a las penurias de la vida en prisión, ya que tendrá que ser una
persona diferente para lograrlo.
Encontrar
una frase que defina la primera temporada de la nueva serie estrella de Netflix, que quiere construir una
sucursal de ficciones sin tener que envidiar a nada ni a nadie, podría remitirnos a «Muchas
personas son mejores en abstracto». La inmersión en los infiernos cómico-dramáticos
de “Orange Is the New Black”, para
que conozcamos en profundidad a ese gran y populoso grupo de personajes, nos
muestra que las apariencias engañan. ¿Nada nuevo? Los clichés han creado un
gran resorte que golpea fuertemente nuestras cabezas cuando nos entran por las
retinas y oídos el temido soniquete «drama carcelario». Si bien nos van a humanizar
a criminales y enseñarnos sus desiguales motivos para quedar privadas de la
libertad y la imposibilidad de utilizar un baño con puertas, la serie quiere formular otro tipo de ácida
alegoría sobre las prisiones en las que queda atrapada la sociedad. También que
nos demos cuenta de que realmente los crímenes y delitos que comenten los carceleros
son aún peores que los supuestos malhechores a los que vigilan, amplificando el
punto bidireccional sobre las rejas. No
nos engañemos, aquí no nos quieren vender un alegato humanista del malandrín y
su verdugo desde una doctrina moral sino revelarnos que cualquiera puede ser
conducido a cometer una equivocación y tener la mala suerte de pagar por la
misma… Un diálogo entre una guardia —uno de esos pocos personajes esperanzadores
y positivos de la dramedia que seguramente se sumerjan en el lodo oscuro poco a poco— y la protagonista simplifica el planteamiento de la
propia serie:
De todas
formas, quiero que sepas que, por lo que a mí respecta, tú y yo somos iguales.
[…] La única diferencia entre nosotras es que cuando yo tomé malas decisiones,
no me pillaron. Podría ser yo la que estuviera aquí vestida de caqui.
De caqui y
naranja trata “Orange Is the New Black” porque
entre el blanco y el negro dejó de estar el gris con tonificación y tintes
dramáticos… y esos personajes que conocemos al principio en abstracto y cuyas
taras son aparentemente divertidas —el fanatismo religioso de Tiffany
'Pennsatucky' Doggett o la homofobia del consejero de la prisión Sam Healy—
acaban convirtiéndose en afiladas y
punzantes armas contra la protagonista en la recta final de la sobresaliente primera
temporada. La gracia es que la anti-heroína y su look de rubia inocente y
mosquita muerta esconden un pasado juvenil turbulento que ha provocado su
ingreso en prisión durante unos meses, junto con un buen puñado de conflictos
morales y sexuales que explotarán desde dentro sus miedos y frustraciones.
Piper tendrá que luchar frente a la homosexualidad a la que cerró las puertas
años atrás y, sobre todo, a la atractiva mujer que la inculpó (y amó) mientras trata de
lidiar con los fracasos y egoísmo de su prometido. Jenji Kohan es la creadora de “Weeds”
y se nota su toque y distinción en la onda Showtime para “Orange Is the New Black”. Pese a que la ficción está basada en el best-seller
de las experiencias de la propia y corpórea Piper Kerman, no se sabe hasta qué
punto se juega con la realidad y la ficción entre sus desternillantes arrebatos
y un humor negro y escatológico bien introducido. Todos sus tintes trágicos y
dramáticos, con un buen conjunto de excelentes personajes secundarios,
consiguen confeccionar una serie redonda y una de las mejores temporadas que veremos
en 2013. Tenemos desde una monja, una rusa mafiosa, un grupo de latinas, los ojos más locos del drama carcelario o a un transexual entre el copioso talento e inabarcable mural de las actrices
de reparto, que van a ir desfilando junto a las visitas familiares y del prometido de Piper para mostrar el choque e interacción de ambos mundos, respaldados con esos
flashbacks que propulsan la discordancia y/o el paralelismo en vez de resultar explicativos y recurrentes.
La prisión
es diferenciada de la cárcel pero todo nos recuerda a un instituto separado del
resto del mundo aunque se podría entender también como una visión contemporánea de un campo de concentración nazi. Nos encontramos ante una comedia negra muy bien pulida que
puede hablar sin tapujos del sexo o utilizar el cáncer como arma de
supervivencia en un submundo de colorantes amorales. Nos va a introducir en la
vida de una nueva presa que puede (y debe) convertirse en la mayor y más
peligrosa bitch de la prisión para
sobrevivir. Puede que como bien dice una de las reclusas, el color naranja de
las nuevas adquisiciones aporte esa distinción como novedad. ¿Cuándo pierda
color a lo largo de los capítulos y temporadas “Orange Is the New Black” nos parecerá más gris? Habita en el
dramedia cierto contrapunto crítico sobre la desigualdad jurídica de los crímenes
cometidos con el castigo impuesto y multitud de retoques para el seriéfilo con
“Oz”, “Mad Men” e incluso “Los viajes de Sullivan” entre un
arsenal de referencias populares. La historia de esas mujeres y sus
catastróficas consecuencias va a ser revelada en cada capítulo a modo de
flashbacks mientras observaremos también la(s) vida(s) pasada(s) de Piper y
aquello que hace su prometido en paralelo. Los acertados títulos de crédito nos indican
esa lluvia de caras y coro de la propuesta que no duda en incluir todo tipo de
etnias y clases sociales para potenciar su tratamiento global.
Los
correccionales de mujeres tienen vida más allá del sexplotation y de la escasa cobertura televisiva que han tenido en
el pasado para superar los tópico y los pornomustachos
machistas con contrastes de frases del tipo «¿Por qué alguien renunciaría a ser
un hombre? Es como ganar la lotería y devolver el décimo» van a ofrecer todo tipo de puntos de vista. Sobre todo gracias a esos
secundarios-tipo que nunca solían dar el tipo. ¡E incluso la crisis y los
recortes no están ausentes junto a crímenes económicos y una lucha interna por
el control burocrático de la prisión en un ejercicio de escritura de multinivel!
La idea es que el espectador viva como suya propia la experiencia de ese cosmos
alternativo donde una gallina, perder un destornillador o enfrentarse al mundo
real o la soledad pueden convertirse en terribles y desquiciantes aventuras. Hábilmente los
guionistas de “Orange Is the New Black”
han planteando una serie con grandes personajes muy bien perfilados evitando el
cliché gracias a sorprendentes puntos de giro, mientras que el punto de vista
en paralelo sobre el exterior (el mundo libre) y el interior (el mundo
supuestamente coartado de albedrío) impulsan un mensaje subyacente sobre las
prisiones en las que vivimos cada día y la maximización de cualquier herida e
inconveniente por insignificante que parezca.
“Orange is the new black” es uno de los aciertos del 2013 y
me parece en el reverso adulto y carcelario de “My Mad Fat Diary” porque sobrevuelan lo predefino gracias a la
originalidad de los detalles de guión sobre lugares comunes. «Las lesbianas
pueden ser muy peligrosas. Es la testosterona», nos explican… aunque esta dramedia
sí que resulta peligrosa, sobre todo para los seriéfilos… y para ese mundo
masculino que vemos desmoronándose ante el mono-sexo, la ineptitud y la
absoluta idiotez. Y todo ese choque de sentimientos, desde la sexualidad al
egoísmo a la ruptura de ciertos tabús y traumas sociales, van generando una de
las series más cómicas y trágicas de los últimos años. Una ficción adictiva y
para todos los públicos gracias a la cercanía y amplitud de los personajes con
siempre admirables argumentos y golpes de humor que borran en parte la tragedia
impuesta. La multidimensionalidad
coral provoca que la caricatura pase a un segundo plano para reírse de
estereotipos en un subgénero redundante hasta las entrañas. No nos paran de
decir que es algo temporal pero “Orange
Is the New Black” ha llegado para quedarse y dejar a los espectadores condenados
a una nueva prisión hecha serie.
Me vi la temporada en 3 días más bien en 3 noches. Me pareció genial de principio a fin, creo que refleja toda la hipocresía de la sociedad actual, todos sus negros y sus grises... junto con la repetición de las reglas del juego, tanto en el exterior como en el interior, hacerse fuerte para sobrevivir, luchas de grupos, de etnias por el control.
ResponderEliminarDeseando que comience la siguiente temporada.